martes, 30 de diciembre de 2014

ESCENA ELIMINADA DE MI NOVELA "LO QUE CALLAMOS"

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento eliminado de mi novela Lo que callamos. 
Uno de los lugares donde pensé que podría transcurrir la acción, antes de decantarme por Madrid (lugar donde transcurre toda la historia definitivamente) fue la isla de Toralla, en la ría de Vigo.
La acción de esta escena transcurre en el bosquecillo que hay en la isla.

                               Se encontraban en el pequeño bosquecillo. Aprendieron a besarse. Martín era el primer chico al que María Catalina besaba. Pero no podían pasar mucho tiempo juntos.
-Tengo que hacer muchos deberes-le decía.
-¡Y qué importan los deberes!-se reía Martín.
            María Catalina le fulminaba con la mirada. Pero Martín la abrazaba riendo.
            Martín tampoco había besado a una chica antes de empezar a salir con María Catalina.
-Eres mi todo-le aseguraba.

 

lunes, 29 de diciembre de 2014

ESCENA ELIMINADA DE MI NOVELA "LO QUE CALLAMOS"

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento eliminado de mi novela Lo que callamos. 
Es un fragmento muy cortito.
¡A ver qué os parece!

                  La primera que lo supo fue Victoria.
               María Catalina la llamó por teléfono aquella tarde, cuando se encerró en su habitación a repasar sus lecciones.
-¡Tía!-exclamó María Catalina cuando Victoria descolgó el teléfono-¡Martín me ha pedido que salga con él!
              Al otro lado del hilo telefónico, su amiga empezó a chillar.
-¡Cuéntamelo todo!-le exigió a María Catalina-¡Quiero saberlo con pelos y señales! Cuenta.

domingo, 28 de diciembre de 2014

ESCENA ELIMINADA DE MI NOVELA "LO QUE CALLAMOS"

Hola a todos.
En estos momentos, mi mayor deseo es terminar todas las historias que tengo a medias.
Lo que callamos es una novela que tengo que estoy corrigiendo.
Le he cambiado los nombres a los personajes en varias ocasiones, hasta que, al final, se han quedado con un nombre fijo.
Les he añadido escenas que me resultaban de relleno y que he quitado.
La acción transcurre en Madrid a lo largo de la década de 1980.
Habla de una relación de pareja en un tono bastante realista. Susana y Álvaro son los protagonistas. Ambos se dan cuenta de que están enamorados cuando van al instituto y empiezan a salir juntos. Sin embargo, Susana quiere cambiar la manera de ser de Álvaro. Trata de moldearlo a su manera. Y, a su vez, Álvaro guarda sus propios secretos y no quiere hablar de ellos con Susana.
En esta escena, aparecen los protagonistas llamándose María Catalina y Martín (a ella pensé en llamarla Daniela y Mónica).
Vemos una cita entre ellos.

                                    Hacia el mes de agosto, Martín llamó a María Catalina a su casa.
            La invitó a dar un paseo. María Catalina accedió y quedaron en verse a la tarde siguiente. Martín fue a buscarla muy puntual, a las seis de la tarde. María Catalina fue la que salió corriendo a recibirle. Intentaba disimular que no le estaba esperando.
-Hola, Martín-le saludó.
-¿Ya estás lista?-inquirió el chico.
-Sí…¿Nos vamos ya?
-Sí…¿Te apetece que vayamos al bosque? No nos alejaremos demasiado.
-Bueno…
            María Catalina se había cambiado de ropa hasta diez veces antes de decantarse por un pantalón pirata y por una camiseta que dejaba al descubierto un hombro. Martín pensó que María Catalina estaba realmente guapa aquella tarde. Se había puesto una cinta en la frente, siguiendo la moda.
-Me gustaría decirte una cosa-dijo Martín-Pero no sé por dónde empezar.
-Tú dirás-le invitó María Catalina.
            Martín notó que le faltaba el aliento. Había algunas personas en el bosque. Había una pareja que andaba buscando setas para la cena. Martín le dio un codazo a María Catalina. Le señaló a la pareja.
-¿Nos imaginas así dentro de algunos años?-quiso saber el chico.
-¿Cómo?-indagó María Catalina-¿Buscando setas?
-Pues sí…Buscando setas. Los dos juntos…Ya mayores…
            María Catalina se encogió de hombros. No le gustaba buscar setas. Se preguntó qué había querido decirle Martín con aquello.
-No me gustan las setas-contestó la chica-Las probé una vez. Me dan asco.
            Martín se sintió frustrado.
-No buscaremos setas entonces-le prometió.
            Quería decirle a María Catalina que ella le gustaba mucho. Sin embargo, no le salía la voz. No sabía cómo decirle lo mucho que ella le gustaba. Y se preguntaba si María Catalina sentiría lo mismo que él. En ocasiones, parecía que sus sentimientos eran correspondidos. Sin embargo, no tardaba en cambiar de opinión. Se asustaba al pensar en que María Catalina podía rechazarle.
            ¡Se volvería loco si María Catalina le rechazaba!
            Se detuvieron junto a un pino. No había nadie mirándoles. Casi sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, María Catalina rozó con sus labios los labios de Martín. Éste, al darse cuenta, quiso ahondar en aquel beso. María Catalina se asustó al notar la boca de Martín sobre su boca. Se apartó de él. La sangre se agolpó en las mejillas de la chica.
-¿Por qué has hecho eso?-le preguntó Martín.
-Es el calor-respondió María Catalina-El calor me afecta a la cabeza. Se está haciendo tarde. ¿Me acompañas a casa?
-Sí, claro. Vamos.
-Gracias…

   

sábado, 27 de diciembre de 2014

UN CABALLERO PERFECTO

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Un caballero perfecto. 
Charles acaba enterándose de la verdad acerca de su origen.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                                     En el fondo, Charles siempre tuvo la sensación de que él era un extraño en su propia familia.
                                    Ver a Bennet, aquel extraño hombre al que había visto en ocasiones en la isla, en el salón de su casa, que estaba cada vez más arreglada, no le llamó mucho la atención. Debía de ser sincero consigo mismo.
                              Cuando Charles entró en el salón, vio a Bennet discutiendo con mistress Woolf. Bennet estaba cansado de todo. Estaba cansado de fingir que no sabía que Charles era su hijo cuando hacía años que lo sabía. Desde que le vio siendo niño una vez y se percató de lo mucho que se le parecía. Llevaba semanas peleando consigo mismo sobre cómo acercarse a su hijo. Cómo contarle la verdad que llevaba años callando y que estaba matándole de pena.
-¡Vete!-le ordenó mistress Woolf a Bennet con gesto nervioso-¡Dime una cantidad y yo te la pagaré con gusto! Pero, ahora, ¡márchate!
-¡Métase su dinero donde le quepa, señora!-le escupió Bennet a mistress Woolf.
-¿Por qué dice eso?-intervino Charles.
-Hijo...
                                Los ojos de Bennet se llenaron de lágrimas al recordar las veces que había estado con Julianna.
                               Cómo la había estrechado entre sus brazos sintiéndose muy dichoso. Cómo su lengua había recorrido cada centímetro de su piel.
                               Había obrado movido por un impulso y no pensaba detenerse ahora. Empezó a hablar sin darse cuenta de las palabras que salían de su garganta. Intentaba no llorar mientras hablaba, pero las lágrimas rodaban sin control por sus mejillas. Él nunca terminó de creerse aquella historia de que su hijo había nacido muerto.
-¡Me arrebataron a mi Julianna!-afirmó Bennet con desesperación-¡No dejaré que vuelvan a separarme de ti!
-¿Es verdad lo que está diciendo, madre?-le preguntó Charles a mistress Woolf.
                         La discusión atrajo la atención de Lauren y de Phoebe.
                         Las dos jóvenes entraron en el salón. Se quedaron de piedra al encontrar a Bennet allí.
                         Mistress Woolf se había puesto muy pálida. Le resultaba imposible seguir negando la verdad que llevaba mucho tiempo callando. Por una ironía de la vida, por culpa de su querido Anthony, su idolatrado primogénito, tanto ella como sus hijas se encontraban dependiendo del hijo bastardo de Julianna y de aquel mozo de cuadras.
                          Mistress Woolf asintió de un modo casi imperceptible. Charles sentía cómo muchas piezas empezaban a encajar en su cabeza. Siempre se le había hecho de menos en su propia familia. Ahora, entendía el porqué. No era realmente un Woolf.
-Charles...-le llamó Bennet.
                      El joven no le escuchó. Salió a la calle. En aquel momento, necesitaba alejarse de todo el mundo.



viernes, 26 de diciembre de 2014

ANUNCIOS ACERCA DE "UN CABALLERO PERFECTO"

Hola a todos.
Me gustaría hacer un pequeño anuncio acerca de mi relato Un caballero perfecto, que estoy subiendo a este blog. No pienso abandonar esta historia ni pienso borrarla.
Mi intención es terminarla, sino es posible en lo que queda de año (que es poquísimo) sí a lo largo del año que viene.
Los microrrelatos me han servido de muchísima ayuda. Y forman parte de la trama. O sea, que lo que se cuenta ahí es lo que ocurre entre Martha y Charles dentro de la historia.
Pienso subir un fragmento de esta historia hasta que la termine.
Y, una vez que esté terminada, Cerca del manantial será la siguiente en caer.
Es lo que hay que hacer. Terminar todo lo que hay empezado para comenzar con nuevos proyectos.
Espero que estéis disfrutando de una muy feliz Navidad.

martes, 23 de diciembre de 2014

SEGUNDO MICRORRELATO "UN CABALLERO PERFECTO"

Hola a todos.
Hoy, os traigo mi segundo microrrelato inspirado en mi relato Un caballero perfecto. 
Si ayer era contado desde el punto de vista de Charles, hoy, conoceremos el punto de vista de Martha.

                                   Siento que mi vida ya no está bajo mi control. Ni Bárbara ni Daphne acaban de entender que me haya enamorado de Charles. ¡Por el amor de Dios, se trata del hermano menor de Anthony! Pero lo que siento por Charles escapa a mi control. Ya me he entregado a él. He ido a su casa y me entregué a él voluntariamente.
                              No hay marcha atrás. Bárbara y Daphne lo saben. Daphne ya no llora por Anthony. Y sospecho que mi hermana ya no desea casarse con su prometido.
                               Y Charles se ha colado esta noche por la ventana de mi habitación. Mi corazón me decía que iba a venir. Y ha venido a verme.
                               Caímos los dos desnudos sobre mi cama.
                               Mi corazón tomó el control de todo.
                               Le devolví a Charles todos los besos que él me dio. Su presencia en mi alcoba no me causó inquietud alguna. Tan sólo podía pensar en lo hermoso que era con la luz de la Luna colándose por la ventana de mi habitación abierta. Y dándole a él de lleno.
                            Charles besó mi cuello varias veces. Llenó de besos cada centímetro de mi piel.
                            Pude haberle echado de mi alcoba, aunque no era eso lo que quería. Lo quería a él.
                            Sentí la lengua de Charles recorriendo con lentitud mis senos. Sentí sus labios bajando por la base de mi estómago.
                            Y lo sentí dentro de mí. Me estrechó con fuerza entre sus brazos y me hizo suya. Y yo sentí que le pertenecía por completo.

 

lunes, 22 de diciembre de 2014

MICRORRELATO "UN CABALLERO PERFECTO"

Hola a todos.
Dado que no sé cuándo voy a seguir con esta historia (se me ha ido la inspiración con ella), pero quiero intentar recuperarla, me he animado a escribir este microrrelato basado en la historia de amor de Charles y Martha.
¡Vamos a ver qué pasa!

                               Pertenezco a Martha.
                               Puedo decir que Charles ama a Martha. Porque soy sólo de ella.
                               Ella está conmigo. No es sólo una presencia. Ella está conmigo en mi habitación. Y es real.
                                Me ama.
                                He podido disfrutar de sus besos. He podido sentir las caricias de sus labios en mi piel. Me ha acariciado con timidez con las manos. Me ha abrazado. Se ha fundido conmigo.
                                 Desde la primera vez que nos besamos, he sentido mi corazón latir a la par que el corazón de Martha. Siento que le pertenezco.
                                Soy suyo. Suyo...
                                Mis labios están hinchados por los besos que me ha dado Martha. He besado tantas veces a Martha y con tanta pasión que sus labios están hinchados. He recorrido con mi lengua cada centímetro de su piel. La he abrazado con fuerza. Y ella ha apoyado la cabeza en mi pecho, escuchando los latidos de mi corazón.
                                He besado sus senos. He podido besar su cuello.



                        Repito una y otra vez su nombre. Y la escucho repetir una y otra vez mi nombre. Siento que nada importa ya. Excepto que estamos juntos. Excepto que nos amamos.
                        Yo sólo puedo ser feliz si Martha está a mi lado.

viernes, 12 de diciembre de 2014

CERCA DEL MANANTIAL

Hola a todos.
Me ha costado muchísimo trabajo porque se me fue del todo la inspiración con esta historia.
Sin embargo, ayer, pude escribir un pequeño trozo que me gustaría compartir con vosotros. Me gustaría poder terminarla a lo largo de este mes.
¡Vamos a ver lo que pasa hoy!

-La mujer del señor Alcalde de Arrecife está enferma-informó Rebeca a su prima. 
-Es una pena que Arrecife pille tan lejos. De no ser así, podríamos ir a visitarla-decidió Alicia. Pensó en Carlos. Él había ido a Arrecife a buscar a un médico para Rebeca. Se sentía en deuda con él. De no ser por el doctor Germán, probablemente, su prima estaría muerta-¡Pobre mujer! Es un poco mayor que nosotras. Pero ha tenido una mala vida. ¡Sabe Dios quién pudo ser su madre! Me contó la mujer del boticario que la abandonaron en un orfanato cuando era apenas una recién nacida de horas. Luego, creció. Se hizo amiga de la nieta de un rico terrateniente de San Bartolomé. Y se casó con el mejor amigo del marido de ella. El que es ahora nuestro Alcalde. Puede que esté embarazada. 
-No está embarazada, Ali. No quiero decir nada en voz alta. Aunque estemos aquí, en casa. Pero la gente anda muy nerviosa. Y no es sólo porque estemos oyendo cañonazos cada dos por tres. 
-¿Qué quieres decir?
-El cólera ha llegado hasta aquí. La mujer del señor Alcalde tiene cólera. Me lo ha dicho su doncella. Ha salido huyendo en cuanto se ha enterado. Me la he tropezado en la calle, muy nerviosa. 
                           Las dos primas estaban hablando en el salón de su casa. 
-No creo que se trate del cólera-replicó Alicia. 
-Si es una epidemia, entonces, sé que mi prometido está muerto-afirmó Rebeca-Ha enfermado. No ha podido superar la enfermedad. Y ha muerto lejos de mí. ¡Está muerto! ¡Por eso, no ha regresado!
                        La joven estalló en sollozos. Alicia se sentía impotente. No sabía qué hacer para consolar a su prima. 
                          Doña Anabel entró en el salón y encontró a su sobrina llorando. Había sido idea suya la de ir al salón. Desde hacía dos días que no tenía fiebre. Ocho días se pasó la pobre Rebeca delirando. Pero era evidente que todavía estaba muy débil. 
-Deberías de regresar a tu habitación y descansar un rato-le pidió a su sobrina doña Anabel. 
-Estoy bien, tía-le aseguró Rebeca-Es sólo que Ali y yo hemos recibido una mala noticia. 



sábado, 6 de diciembre de 2014

EL VAMPIRO ENAMORADO

Hola a todos.
Me he animado, después de algún tiempo sin hacer entradas en ninguno de mis blogs, a subir aquí la versión extendida de uno de mis relatos.
Se trata de El vampiro enamorado. 
Con este relato participé el año pasado en la Antología de Relatos que se puede descargar gratis y que organizó el blog "Acompáñame".
Espero que os guste.
Hay mucho misterio en él.

                                    Esta historia ocurrió en la isla escocesa de Inchtavannach, en el año 1804.
               Grace Camdan era una joven que acababa de cumplir diecinueve años. Era una joven rubia. Tenía los ojos azules y poseía una figura esbelta. Vivía con sus padres y con su hermana mayor, quien estaba a punto de casarse.
                 Aquella noche, Grace salió. Era una noche clara y serena. Grace agradeció estar sola allí. Vio la Luna reflejada en el lago.
                 De pronto, oyó unos pasos. Grace pensó que era Hebe, quien la estaría buscando. Se dio la vuelta para hablar con ella. Sin embargo, no pudo decir nada.
                 No le había visto nunca antes. Era un hombre. Grace sintió un escalofrío recorriendo su columna vertebral. No se oía nada y Grace tembló. Se trataba de un joven alto y pálido, de mirada penetrante.
                 Grace se preguntó quién era.
-Hola, Grace-la saludó.
                   Tenía una voz ronca y profunda. Aquel joven parecía conocerla.
-¿Quién eres?-le preguntó.
                    El joven le sonrió de un modo extraño.
                    La marca de mordisco que tenía Grace en el cuello, lejos de mejorar, había ido creciendo. Se acercó a ella y la besó en los labios.
                   De pronto, Grace sintió que lo conocía. Los labios de aquel hombre estaban muy fríos. Son los labios de un muerto, pensó. Tuvo ganas de empezar a chillar. ¿Qué quería aquel desconocido de ella? Sin embargo, no era ningún desconocido.
-¿Cómo sabes mi nombre?-le preguntó.
-Porque eres mi compañera-respondió él.
-¿Soy tu compañera?
                   El joven le tendió la mano y Grace se la cogió. Tuvo la sensación de estar tocándole la mano a un muerto, estaba muy fría.
-Me llamo Frederick-se presentó él-Llevo esperándote toda una Eternidad. Cinco siglos...Te he encontrado.
                     Grace empezó a temblar con violencia. Aún así, caminó al lado de aquel joven.
-Frederick...-susurró-No te he visto antes.
-Estoy muerto, mi querida Grace. Pero te estaba esperando. Ven.
-¡No!
                     El corazón de Grace empezó a latir muy deprisa. Le parecía que estaba siendo víctima de una broma. Un muerto...Y la reclamaba como su compañera. Ella...
                    Los árboles le parecieron que estaban vivos. Una nube oscura tapó la Luna.
                    Oscuridad...
                    Los árboles estaban secos. Grace tuvo la sensación de que agitaban sus ramas amenazándola. Los troncos eran muecas crueles. No veía por donde caminaba. No sabía lo que iba a pasar. Pensó en salir corriendo. ¿Por qué no salía corriendo? Parecía que su voluntad la había abandonado. Un hombre que la reclamaba como su compañera. Un muerto que la reclamaba. Y ella le seguía dócilmente.
-¿Qué quieres de mí?-le preguntó.
-Sólo quiero tu amor, Grace-respondió Frederick-No te pido nada más.
-¡Déjame! No puedo darte nada.
-No te haré daño, Grace. Amáme.
                  Las lágrimas rodaron por las mejillas de la joven.
                  Tuvo la sensación de que iba a morir.
                  La niebla se cernió sobre la pequeña isla.
                  Grace ahogó un grito. Sintió cómo su corazón se le paraba.
                  Dios mío, pensó. De pronto, Frederick y ella se detuvieron. Frederick se colocó delante de ella. Grace se sintió cada vez más débil. Frederick la recostó sobre el suelo.
-Te haré como yo-le dijo.
-¿Y cómo eres tú?-le preguntó Grace.
-Vivo eternamente. La sangre me hace vivir eternamente.
-Sangre...
-Tu sangre...
-¡No!
                         Los besos que le dio Frederick fueron mucho más elocuentes que las palabras.
                         La ropa de Frederick desapareció. El vestido que llevaba puesto Grace desapareció. Las manos de aquel joven acariciaron su cuerpo. Sus labios también acariciaron su cuerpo. La frialdad se apoderó de Grace. El cuerpo de Frederick estaba helado. Grace pensó en gritar. Pero no sabía si quería huir de allí.
                        Cada beso que Frederick le daba, Grace también le besaba. Le besaba.
                        Se sentía débil y cansada entre sus brazos.
                        Y fue entonces cuando los dientes de Frederick se clavaron sobre el cuello de Grace. Al mismo tiempo, él se introducía en el cuerpo de ella. Bebió la sangre de la joven. Grace sintió cómo la oscuridad se apoderaba de ella. Una languidez extraña la dominó.
                      La encontraron al día siguiente. No se sabía si estaba viva o si estaba muerta. Tenía los ojos muy abiertos.

            Su prima Hebe estaba pasando una temporada con ellos.
                 Fue Hebe la primera en darse cuenta de una cosa. Grace tenía una extraña marca en el cuello. Se fijó en aquella marca una tarde, mientras daban un paseo.
-He pasado mala noche-le contó Grace-No he podido dormir.
-¿Qué te ha pasado?-quiso saber Hebe.
-Había alguien en mi habitación. No sé quién era.
-¿Se ha colado un desconocido en tu cuarto?
                 Grace recordaba haber sentido cómo unos labios se posaban sobre su cuello. Y, luego, alguien, un hombre, la besaba en la boca. rmal; l� r s � �A+ ormal; line-height: normal; orphans: auto; text-align: start; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: auto; word-spacing: 0px; -webkit-text-stroke-width: 0px;">-Tu sangre...
-¡No!
                         Los besos que le dio Frederick fueron mucho más elocuentes que las palabras.
                         La ropa de Frederick desapareció. El vestido que llevaba puesto Grace desapareció. Las manos de aquel joven acariciaron su cuerpo. Sus labios también acariciaron su cuerpo. La frialdad se apoderó de Grace. El cuerpo de Frederick estaba helado. Grace pensó en gritar. Pero no sabía si quería huir de allí.
                        Cada beso que Frederick le daba, Grace también le besaba. Le besaba.
                        Se sentía débil y cansada entre sus brazos.
                        Y fue entonces cuando los dientes de Frederick se clavaron sobre el cuello de Grace. Al mismo tiempo, él se introducía en el cuerpo de ella. Bebió la sangre de la joven. Grace sintió cómo la oscuridad se apoderaba de ella. Una languidez extraña la dominó.
                      La encontraron al día siguiente. No se sabía si estaba viva o si estaba muerta. Tenía los ojos muy abiertos.


            Su prima Hebe estaba pasando una temporada con ellos.
                 Fue Hebe la primera en darse cuenta de una cosa. Grace tenía una extraña marca en el cuello. Se fijó en aquella marca una tarde, mientras daban un paseo.
-He pasado mala noche-le contó Grace-No he podido dormir.
-¿Qué te ha pasado?-quiso saber Hebe.
-Había alguien en mi habitación. No sé quién era.
-¿Se ha colado un desconocido en tu cuarto?
                 Grace recordaba haber sentido cómo unos labios se posaban sobre su cuello. Y, luego, alguien, un hombre, la besaba en la boca.


miércoles, 19 de noviembre de 2014

SEGUNDA PARTE DEL EPÍLOGO DE "LOS BESOS QUE NOS DIMOS"

Hola a todos.
Y aquí os traigo la segunda y última parte de mi fanfic Los besos que nos dimos. 
Si el lunes vimos la carta que le escribía lady Olivia a Faith, hoy veremos la definitiva despedida que le hace Faith a todo el mundo desde Bath.
Deseo de corazón que os haya gustado este fanfic.
¡Mil gracias por todo!

                                     Mi querida Olivia:

                                     ¡Cómo me alegra saber que estás bien!
                                    Deseo de corazón que Benedict y tú seáis muy felices. Y no te preocupes por lo que la gente pueda decir de ti. Un escándalo dura hasta que estalla otro escándalo que lo eclipsa. 
                                   Hace dos semanas que mi suegra, la abuela Lizzie y yo llegamos a Bath. 
                                   Hemos podido entrar en contacto con los Ogden, la familia adoptiva de Pip. Varios miembros de esa familia se acuerdan de mí marido. Y se han apenado cuando se han enterado que ya no está, por desgracia, entre nosotros. No sé cuándo terminaré por acostumbrarme a la ausencia de mi amado Pip. Pero, como me decía mi amiga Domenica, he de salir adelante. Me aferro al recuerdo de Pip. 
                                 Y eso me da fuerzas. 
                                 He podido conocer a varios primos del Reverendo Ogden. Algunos de ellos recuerdan haber conocido a mi marido cuando era pequeño. Se acuerdan bien de él. 
                                  Los Ogden se gastaron todo su dinero en devolverle a Pip la salud que le faltaba cuando nació. No tenían hijos y mi adorado esposo fue una especie de regalo que les envió Dios. 
                      Yo también pienso lo mismo. Pip fue un ángel que estuvo a mi lado durante un tiempo y que me hizo muy feliz. 
                           Tanto lady Charlotte como la abuela Lizzie se han empeñado en que esté distraída durante todo el día. 
                           Hemos ido a pasear al Royal Victoria Park. La abuela Lizzie me ha mostrado la avenida con árboles que tiene el parque. Ha estado en Bath más veces que nadie. Viene aquí todos los años y me ha contado que estuvo presente cuando la Reina, todavía una Princesa, lo inauguró. La recuerda como una niña encantadora. Aunque seria...
-A todo el mundo le ocurre una desgracia-suele decir la abuela Lizzie mientras paseamos-Nadie escapa del dolor. 
-Pero el dolor no se quiere ir-me lamento. 
-Entonces, habrá que hacer algo para expulsar el dolor de tu corazón. ¿No es así, Charlotte?
-En el fondo, tiene razón Faith-contesta mi suegra. 
                           No quiero ver a los niños que juegan en el parque. Me recuerda a los niños que yo, posiblemente, nunca tenga. La abuela Lizzie me lleva a ver el lago. 
                          Hay barcas paseando en el lago. Barcas que se alquilan. Yo me quedo contemplando el lago y veo mi cara reflejada en sus aguas cristalinas. Veo a una mujer ya anciana. Me he convertido en eso. 
                        Tanto mi suegra como su madrastra se ocupan de que pase cada instante del día distraída. Asistimos a los conciertos que se celebran en el Sidney Gardens. Vamos a desayunar allí cuando alguien celebra un desayuno en ese lugar. 
                       Lady Charlotte y yo acudimos a nadar a las Clevelands Pool. Es una piscina semicircular. Lleva abierta ya un cuarto de siglo. Solemos ir a nadar allí por las tardes. 
                       Una prima del Reverendo Ogden suele acompañarnos cuando acudimos al Sidney Gardens. 
-Jane Austen estuvo aquí-me contó en una ocasión. 
-¿Lo dice en serio?-me sorprendo. 
-Se puede decir que Bath era como su segunda casa. Siempre me ha gustado esa mujer. La conocí personalmente. Era encantadora. Muy inteligente...
                           Yo he oído que a Jane Austen no le agradó mucho vivir en Bath. No termino de creérmelo porque dos de sus novelas transcurren aquí. En Bath...Además, esta ciudad no dista mucho de ser como Londres. 
                         Pero aquí se respira una paz que no existe en Londres. Por lo menos, no vivo atada a mis recuerdos. Eso es lo que he hecho hasta el momento. Me he recreado en mi dolor. 
                        Pero el dolor no puede vivir eternamente en mí. 
                        Pienso en Pip. A él no le gustaría verme sumida en el dolor. Y he de salir adelante. 
                       No sé cómo hacerlo. Siento que Pip está a mi lado. 
                       Cuando salgo a pasear por el Sidney Gardens, siento que Pip está a mi lado. Su espíritu no me abandona. 
                       He de rehacer mi vida. Ya estoy rehaciendo mi vida, mi querida Olivia. 
                       Pero cuesta trabajo. 
                       Pip siempre será el gran amor de mi vida. Siempre vivirá en mi corazón. 
                       Eso no cambiará nunca. Y, aunque mi corazón siga sangrando, he de vivir sin Pip. Eso es algo que he asumido. Aunque me siga doliendo. 

 

FIN

lunes, 17 de noviembre de 2014

PRIMERA PARTE DEL EPÍLOGO DE "LOS BESOS QUE NOS DIMOS"

Hola a todos.
He decidido añadirle un epílogo a mi fanfic Los besos que nos dimos. 
De este modo, veremos un poco más cómo Faith sigue saliendo adelante, a pesar del duro golpe sufrido tras la muerte de su esposo Philip. Y también veremos lo que le depara la vida a lady Olivia, la prima de Philip y amiga de Faith.
El epílogo está dividido en dos partes. Mañana, subiré la segunda y última parte.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                                     Mi querida Faith:

                                    Ya puedo levantarme de la cama y dar pequeños paseos por el jardín. 
                                    Todo el mundo me dice que he cometido una auténtica locura. 
                                    ¡Y es verdad! Pero me volví loca cuando entendí lo que me ocurría. Que jamás podría tener un hijo. 
                                      He estado hablando con mi querido Benedict. Él me ha asegurado que puede vivir sin hijos. 
                                    Pero que no puede vivir sin mí. He imaginado cómo sería mi vida si estuviera en tu lugar. Si hubiese muerto Benedict. Creo que habría sido un Infierno. 
                                   Benedict no es partidario de la adopción. Me ha dicho que podemos ser los padres postizos de sus numerosos hermanos pequeños. Mi suegra siempre está embarazada. No será lo mismo criar a mis cuñados que criar a mis propios hijos. Pero pienso que podré ser mejor madre para ellos de lo que es mi suegra. 
                               Escríbeme pronto, Faith. Me gustaría salir a dar de nuevo largos paseos. Aunque no sé cómo me enfrentaré a la gente cuando salga a la calle tras haber estado a punto de cometer la mayor locura de mi vida. 
                              Mi madre me recuerda que soy una DeLacey. No debe de importarme nunca la opinión de los demás. Supongo que tiene razón. 
                              Cuídate mucho, mi querida Faith. 


                                  

                             Háblales a los Ogden de mí. 
                            Cuéntales que mi familia adoraba a Pip. 
                            Por una extraña carambola de la vida, Pip y yo nos convertimos en primos. Y fue el mejor. Siempre preocupado por los demás...
                             Háblales a los Ogden del amor que Pip te profesaba, querida Faith. Él fue muy feliz a tu lado. 
                             Eso les consolará. Cuida de tía Charlotte y de la abuela Lizzie. 
                             Tía Charlotte y la abuela Lizzie...He dicho bien. Lady Charlotte fue como una tía para mí. Y siempre he considerado a Lizzie como mi abuela. 
                             Yo rezaré por nuestra familia. Para que podamos seguir manteniéndonos a flote. 

jueves, 30 de octubre de 2014

BESO ANIMADO CON SABOR A CLÁSICO

Hola a todos.
Navegando por Internet, he encontrado una bonita foto de LA PAREJA por antonomasia de los dibujos animados: los eternos enamorados Mickey y Minnie Mouse.
Minnie Mouse hizo acto de presencia por primera vez en un corto del año 1928. Desde entonces, ha sido la eterna compañera sentimental de Mickey Mouse. Da igual si se trata de un corto en el que Mickey corteja a una chica o vive en pareja con una mujer. Siempre es Minnie la que da vida a la chica de la que Mickey se enamora o será su pareja.
En 1933, Walt Disney dijo que Mickey estaba casado con Minnie y se han hecho referencias a su vida conyugal en la serie House of Mouse. 
Siempre juntos...Mickey y Minnie...



Espero que ahora se vea la imagen. La anterior no se veía nada.

viernes, 17 de octubre de 2014

LA HUIDA DE DOS ENAMORADOS

Hola a todos.
Ya sé que prometí que subiría ayer el final de este relato, pero no pude hacerlo porque se me complicaron las cosas.
Por ese motivo, me alegra poder decir que aquí tenéis el final de mi relato La huida de dos enamorados. 
Deseo que os guste este final y espero que hayáis disfrutado con esta bonita historia.

                                  El corazón le latía a gran velocidad a Christine.
                                  Se había despedido de Mina en la salita con un fuerte abrazo. Su amiga le había dado un beso en la mejilla.
                                   Logró salir del internado sin ser vista.
                                   Caminó temblando en dirección a la orilla del río Adyar. Llevaba consigo un hatillo que había hecho a toda velocidad. Escondido en ese hatillo estaban sus ahorros. Un dinero que emplearía nada más salir de aquella isla.
-Harry...-susurró.
                                Él la estaba esperando en el lugar donde solían encontrarse. También llevaba consigo un hatillo de ropa.
                                 Había logrado salir de su casa sin ser visto. Salió por la puerta principal.
                                 Atravesó corriendo todo el jardín. No terminaba de creerse lo que estaba a punto de hacer. Alquiló una barca. El barquero estaba dispuesto a llevarle a cualquier parte. Harry llevaba consigo todos sus ahorros. Más adelante, le escribiría una carta a sus padres informándoles de que tanto Christine como él se encontraban bien.
-¡Has venido!-exclamó Harry gozoso.
-Nunca lo he dudado-afirmó Christine.
-Todo irá bien a partir de ahora, Chrissy.
-Estamos juntos.
                                     Harry llenó de besos el rostro de Christine.
                                     Los dos se fundieron en un fuerte abrazo. Y aquel abrazo estuvo coronado por un largo y apasionado beso.
                                     Se subieron a la barca. Christine dirigió una última mirada al internado. Le daba mucha pena despedirse de Mina.
                                     Pero su futuro estaba delante de ella. Junto a Harry...



FIN

miércoles, 15 de octubre de 2014

LA HUIDA DE DOS ENAMORADOS

Hola a todos.
Aquí os traigo el penúltimo fragmento de mi relato La huida de dos enamorados. 
¡Vamos a ver lo que ocurre entre Christine y Harry!
Mañana, si puedo, espero poder subir el final de esta historia. Que lo merece.
¡Muchas gracias por leerla!

                                 Hasta la noche en la que Harry se coló en la habitación de Christine, se habían limitado a besarse.
                                 Sin embargo, a la noche siguiente de haber tomado aquella decisión, Harry se escapó de casa y se dirigió al internado.
                                Trepó por la fachada del edificio. Tenía una ligera idea de dónde podía dormir Christine. La había visto varias veces asomada a la ventana de su habitación. Todo el mundo en su casa estaba durmiendo. Todo el mundo en el internado estaba durmiendo. El silencio reinaba en la isla.
                                 Christine despertó sobresaltada. Había logrado quedarse dormida un rato antes.
                                De pronto, tuvo la sensación de que no estaba sola en su habitación.
                                Se sentó en la cama. Le latía muy deprisa el corazón.
                                 Encendió la luz de la lámpara de la mesilla de noche. Se llevó una sorpresa cuando vio a Harry de pie ante su cama. ¡Se había colado por la ventana! Christine estuvo a punto de gritar. No entendía qué estaba haciendo allí. ¿Acaso se había vuelto loco?
-Chrissy, nos vamos mañana-le comunicó Harry sin preámbulos.
-¿Qué estás diciendo?-se extrañó ella.
-Mañana, nos veremos donde siempre nos vemos. A la orilla del río Adyar...Pero tú no regresarás a este lugar. Ni yo regresaré a mi casa.
                         Harry se acercó a Christine, se sentó a su lado en la cama y le cogió las manos. Christine se percató de que su amado tenía las manos muy frías. Harry estaba temblando.
-¿Es que nos vamos mañana?-se asombró ella.
                            Antes de darse cuenta, la boca de Harry buscó la boca de Christine y la besó con verdadera pasión.
                              Ella le rodeó el cuello con los brazos y lo abrazó. Sentía que todo estaba ocurriendo demasiado deprisa.
                              Harry volvió a besarla.
                              De pronto, se dio cuenta de que no quería dejar a Christine. Y a ella le pasaba lo mismo.
                              Los dos acabaron sobre la cama de Christine acostados. No podían dejar de besarse. no podían dejar de abrazarse. Se acariciaron el uno al otro con las manos.
                               Los besos que se dieron fueron cada vez más apasionados. El uno acarició con la lengua la piel del otro.
                               Se entregaron sin reservas el uno al otro. Se juraron amor eterno.
                               Fuera, la noche era cada vez más oscura. Hannah no se dio cuenta de nada. Nadie en el internado se despertó. Ni se enteró de lo que había ocurrido en la habitación de Christine.



                             Harry tuvo que abandonar la habitación de su amada antes del amanecer.
                            Christine se había puesto ya el camisón cuando Harry se vistió casi a trompicones. Hannah no tardaría en ir allí a despertar a la joven. Y su preceptor también solía entrar en su habitación.
-Recuérdalo-le pidió Harry.
-Esta tarde...-recordó Christine-A orillas del río Adyar...No sé cómo me llevaré mi ropa.
-Todo saldrá bien.
-Me va a doler despedirme de Mina. Es como una hermana para mí.
                            Harry besó con ardor a Christine en los labios.
                            Esta tarde, pensó. Estaremos juntos para siempre.
                            Bajó por la fachada del edificio.
                            Christine vio cómo saltaba al jardín. Logró caer de pie. Se alejó caminando de espaldas. Sin apartar la vista de Christine.
                             La joven se fijó en la mancha de sangre que había en su cama. Ya no soy virgen, pensó con cierto regocijo. Debía de hacer algo para disimular aquella mancha de sangre.

martes, 14 de octubre de 2014

LA HUIDA DE DOS ENAMORADOS

Hola a todos.
Hoy, me está costando horrores que Internet funcione como debería.
Sin embargo, he conseguido, por el momento, que funcione.
Así que aquí os dejo con un fragmento de mi relato La huida de dos enamorados. 
¡Vamos a ver lo que le depara a Christine y a Harry!

                              Intentar centrarse en los estudios era un suplicio para Harry.
                              El joven tenía un preceptor que era el que le daba clase en la biblioteca de su casa cuatro horas al día.
                              El preceptor pensaba que Harry debía de ser el heredero.
                              Las noticias que llegaban acerca de su vida en Londres eran preocupantes. Vivía lejos de la isla de Quibbble. Pero su manera de comportarse era tan escandalosa que los comentarios llegaban hasta aquel remoto lugar.
                             Pero Harry no podía pensar en nada.
                             No pensaba en los escándalos que protagonizaba su hermano. Sólo podía pensar en Christine. Tenía que hacer algo para ayudarla a escapar del internado lo antes posible.
                             Ni siquiera podía prestar atención a la lección de aquel día. Su preceptor intentaba inculcarle el mito de la caverna. ¿Una caverna?
-Oscuridad...-oyó leer a su preceptor-Hombres...Luz...Caverna...
                            Harry lo decidió. La vez siguiente que se viera con Christine, ella no regresaría al internado.
                             Debía de hacer algo para hacérselo llegar.
-Joven Harry...-le llamó la atención su preceptor-No me está escuchando.
-Estaba prestando atención-mintió Harry-Mucha oscuridad, ¿no?
                            Su preceptor frunció el ceño. Harry pensó que debía de actuar lo más rápido posible.
                           No dispondrían de mucho tiempo. Él tenía bastante dinero ahorrado. Christine también tenía bastante dinero ahorrado. Podían ir a cualquier parte del mundo. Pasarían estrecheces, pero lograrían superarlas.
                               Harry respiró hondo. Era la única idea que se le ocurría para sacar a Christine del internado. Con un poco de suerte, no lograrían poner en riesgo a Mina.
                                  Recordó su último encuentro a orillas del río Adyar. Se habían visto la tarde antes.
                                  Se habían besado con pasión. Se habían abrazado con fuerza.
                                  Te sacaré de ese lugar, se juró así mismo Harry. No permitiré que te casen con el marqués cuando nos queremos tanto, Chrissy.

lunes, 13 de octubre de 2014

LA HUIDA DE DOS ENAMORADOS

Hola a todos.
¿Os acordáis de mi relato La huida de dos enamorados?
Era mi fanfic de una novela de Bárbara Cartland titulada La gran aventura. 
La protagonista de mi relato, Christine, es una muchacha perteneciente de la aristocracia inglesa que está estudiando su último año en un remoto internado de La India durante el siglo XIX.
Christine está enamorada de un joven llamado Harry. Sin embargo, su padre, un tanto obligado por su segunda esposa, planea casarla con el amante de ésta en contra de su voluntad. Christine se desespera.
Después de mucho tiempo sin subir ningún fragmento de esta historia, me he animado a terminarla.
No quiero dejar una historia a medias y es una buena idea continuar todo lo que tenía empezado.
Vamos a retomar, desde este mismo momento, lo que le depara el futuro a Christine y a Harry.

                             Christine llegó corriendo a la orilla del río Adyar, donde Harry, comos siempre, la estaba esperando.
-¿Qué te ocurre, amor mío?-le preguntó Harry cuando Christine llegó a su altura-Tienes los ojos hinchados.
-Mi madrastra...-respondió Christine-¡Eso es lo que me pasa!
                            Empezaron a caminar.
                            Christine había recibido una carta de su madrastra aquella misma mañana. La joven llegó a la conclusión de que su padre estaba empezando a sospechar que su esposa tenía un amante. Lady Lydford pretendía acelerar la boda. En breve, empezarían los preparativos. La fecha estaba a punto de fijarse.
                             Christine estaba desesperada. No veía forma alguna de escapar del internado. Tras recibir aquella carta de su madrastra, se había venido abajo. Sentía cómo la esperanza se había evaporado en su interior.
-¡No me gusta que hables así!-le instó Harry-No puedes perder la fe.
-¿Cómo voy a salir del internado?-se desesperó Christine.
-Lo pensaremos entre los dos. ¿No dices que te va a ayudar tu amiga Mina?
-Lo que le he pedido es una completa locura.
                             Christine le había pedido a Mina que se hiciera pasar por ella. Su futuro marido nunca la había visto en persona.
                              Mina podía hacerse pasar por Christine. Al principio, le había parecido una buena idea. Pero, ¿y si su padre quería ir a verla a casa de aquel hombre? Se daría cuenta nada más ver a Mina que no era Christine. Y eso podía llegar a ser peligroso para Mina. Lord Lydford tenía poco genio.
-Es mi madrastra la que se ensañaría con ella-admitió Christine.
                             Se detuvieron. Christine se sentía mal.
-Estoy siendo egoísta al pensar en mí misma-se acusó-No he debido pedirle a Mina se que haga pasar por mí.
-El plan todavía no se ha llevado a cabo-le recordó Harry.
-¡No se me ocurría otra idea!
                               Su futuro marido estaba pensando en ir a verla. Además, la directora del internado y las demás profesoras conocían demasiado bien a Mina y a Christine. La muchacha sentía que le iba a estallar la cabeza.
                               Harry le dio un beso en una mejilla.
-Es verdad que es un plan disparatado-reconoció el chico-Pero no se te ha ocurrido nada mejor. Y a mí tampoco se me ocurre nada.
                               Christine se echó a llorar. Lo último que quería hacer en aquellos momentos era poner en peligro a Mina. Desde que se conocieron, había sido como una hermana para ella. Siempre la había protegido. No pensaba dejar de protegerla en aquellos momentos. Pero tampoco podía renunciar a Harry.
                                El joven la besó de lleno en los labios. La besó con todo el amor que sentía por ella.

                                Los encuentros entre ambos se sucedieron en los días siguientes. Mina, por su parte, no sabía qué hacer. Christine se arrepentía de haberle pedido que se hiciera pasar por ella. En una visita que la chica le hizo a su salita de estar llegó a pedirle que lo olvidara.
                                Mina se quedó atónita. Le había sorprendido la idea de Christine.
                                Pero, por otro lado, debía de ser práctica.
                                Podía casarse con aquel hombre.
                                Era rico. Y, hasta donde sabía, era apuesto.
-Yo estoy dispuesta a hacerme pasar por ti-decidió Mina-Pienso que es la mejor solución. Después de todo, no es nada peligroso.
-Puede que mi padre quiera ir a verme-le recordó Christine, asustada-Pero no me verá a mí. Te verá a ti. Y mi madrastra se enfadará contigo. ¡No quiero que te pase nada!
-La otra opción es malísima para las dos. Yo me quedaría en la escuela en calidad de criada de mistress Fontwell. Y no me gusta nada la idea. Y tú te casarías con el marqués. No quiero ser la criada de nadie. Y tú no quieres ser la criada del marqués. Por mucho que me duela, admito que soy ambiciosa. Aspiro a algo más que a fregar suelos de rodillas.
-¿Y si el marqués no te hace feliz? ¿Y si se descubre la verdad?
-Quiero pensar que es un buen hombre. Comprenderá. Y nos ayudará. Puede que llegue a quererme. Es la clase de hombre que busca una esposa casta y pura. Y yo soy todo eso.



                                    Christine era feliz cuando se encontraba a solas con Harry. Nadie sospechaba nada acerca de aquellos encuentros con Harry.
                                    Sentía que sólo era feliz cuando Harry la besaba con pasión en la boca.

jueves, 9 de octubre de 2014

SEGUNDO MICRORRELATO

Hola a todos.
Éste es el segundo microrrelato que escribo.
He querido subirlo a este blog porque lo tengo abandonado desde hace algún tiempo y no es justo.
El primer microrrelato lo escribí para participar en el Certamen de Microrrelatos que organizó el año pasado nuestra buena amiga Anna Soler Segura en su blog "Romance". No gané, pero me gustó mucho escribir algo que se salía de lo que suelo escribir. Un microrrelato contemporáneo...
En esta ocasión, lo que quiero hacer es escribir un microrrelato de época.
Ya intenté escribir algo parecido. Mi idea original con mi blog novela "Una brisa suave" era escribir un conjunto de microrrelatos que, unidos, contaran una historia. No me salió lo de los microrrelatos de época, pero me está gustando cómo está quedando esta historia de amor.
He querido escribir un microrrelato a partir de una historia que conozco y que también se sale un poco de lo que suelo escribir. Mi relato Los besos que nos dimos, el fanfic de Toda una dama. 
Espero que os guste.

LOS BESOS QUE NOS DIMOS

                           Los días pasan sin Pip. 
                           Escribo estas líneas en mi diario. 
                           Me dirijo a Bath. 
                           He aceptado acompañar a mi suegra lady Charlotte y a su madrastra Lizzie a Bath donde piensan que están varios miembros de la familia Ogden, la familia que adoptó a Pip cuando nació. Pero el pasado de Pip no me importa. Sus orígenes no me importan. 
                            Cuando lo conocí en Bath, quedé impresionada por su porte aristocrático y regio. Y fue su sonrisa cautivadora la que me hizo enamorarme de él. Pero el hombre al que amo ya no está. 
                              Recuerdo cómo yacíamos juntos en la misma cama. Los besos tan fogosos que nos dábamos desnudos en el lecho que compartíamos noche tras noche. Recuerdo. Lo recuerdo con total intensidad. 
                              Recuerdo cómo llenaba de besos mi cara. Cómo me besaba en el cuello muchas veces. Cómo cubría con sus besos cada centímetro de mi piel. Cómo me estremecía con su contacto. Cómo le besaba yo en el torso. Cómo me hacía suya con fuerza y con ternura al mismo tiempo. 
                               Cómo me besaba en la mano en los primeros días en los que me cortejaba y nos encontrábamos en Hyde Park. 
                              Recuerdo la ternura que Pip ponía en todos los besos que nos dimos. 



viernes, 12 de septiembre de 2014

APRENDIENDO A AMARTE

Hola a todos.
He podido avanzar un poco más en mi relato Aprendiendo a amarte. 
Y seguimos viendo cómo avanza la relación entre Devin y Clarissa.

ENTRADA ELIMINADA.
POR FAVOR, DISCULPEN LAS MOLESTIAS.
GRACIAS.




jueves, 4 de septiembre de 2014

UNA HISTORIA DE AMOR EN EL ISLOTE DE BENIDORM

Hola a todos.
Hoy, os quiero hablar un poco de una idea que se me ha ocurrido y que tengo que trabajar. Se trata de una novela que es apena un esbozo y que me gustaría desarrollar en cuanto pueda.
La acción transcurre en el islote de Benidorm. Se encuentra frente a la ciudad del mismo nombre, muy famosa por el turismo (y por su precioso castillo).
La buena sociedad de la ciudad la abandona en el año 1834 cuando la epidemia de cólera que asola el país llega hasta allí y también huyendo de la Primera Guerra Carlista.
Y será en este marco, con la epidemia del cólera y la Primera Guerra Carlista causando estragos, y en el islote de Benidorm, donde transcurre esta historia de amor entre dos de las personas que llegan hasta el islote.
¿Qué os parece?

domingo, 31 de agosto de 2014

APRENDIENDO A AMARTE

Hola a todos.
Después de muchísimo tiempo sin poder avanzar en esta historia, he podido darle un pequeño empujón.
En esta ocasión, asistiremos a un encuentro entre Clarissa y Devin.
Más adelante, cuando pueda, os daré más noticias acerca de este relato.
De momento, espero que os guste este fragmento.

ENTRADA ELIMINADA.
POR FAVOR, DISCULPEN LAS MOLESTIAS.
GRACIAS.
                               

lunes, 18 de agosto de 2014

UN CABALLERO PERFECTO

Hola a todos.
Ni me acuerdo del tiempo que hace que no subo ningún fragmento nuevo de esta historia.
Es una de las muchas historias que tengo pendientes. Está sin acabar y no sé cuándo la acabaré porque otros proyectos ocupan mi tiempo.
Pero pienso acabarla en cuanto pueda. ¡Lo prometo!
De momento, he podido escribir dos fragmentos.
El primer fragmento lo pienso subir ahora mismo. El otro fragmento lo subiré, espero, a lo largo de esta semana.
"Una brisa suave" es la blog novela que pienso terminar. Es el proyecto que ocupa todos mis pensamientos y mis energías en estos momentos.
Os ruego que tengáis un poco de paciencia.
De momento, os dejo un fragmento en el que Bárbara acude a merendar a la casa donde vive Charles con su familia.

                                     Bárbara acudió a tomar el té a la casa de Charles al cabo de varios días.
                                     Saludó a Lauren besándola en ambas mejillas.
                                     Fue la propia Lauren quien sirvió el té que había preparado. También había preparado magdalenas para acompañar el té.
-Tienen muy buen aspecto las magdalenas-la alabó Bárbara-¡Seguro que están deliciosas!
                                    La joven cogió una magdalena y le dio un mordisco.
                                   En su opinión, estaba bastante sosa. Le faltaba algo de azúcar.
                                   La casa estaba más limpia. Tanto Phoebe como Lauren estaban decorando la casa a su gusto. Charles ya había reparado los desperfectos que tenía.
-Se ha revelado como un hombre muy trabajador-comentó Lauren-En realidad, siempre ha sido muy trabajador.
-Te noto un poco triste-observó Bárbara.
                                 Lauren suspiró con tristeza. Su habitación le parecía fea y oscura.
                                 En ocasiones, Lauren sentía que odiaba a Anthony. Le culpaba por haberlas arruinado. Debían de depender de Charles para todo. Lauren casi no se atrevía ni a mirarle a la cara después del modo tan abominable con el que lo habían tratado.
-Debería de habernos echado a la calle-se lamentó la joven-Fuimos muy crueles con él.
                                 Le habían culpado de la muerte de Anthony. Lauren tuvo que admitir que Anthony había sido el único responsable de su muerte. Había sido un mal marido para Daphne. Y habría sido un pésimo padre para el hijo que ésta iba a darle.
-¿Dónde está mi cuñada?-inquirió Lauren-Me gustaría mucho verla.
-Se ha quedado en casa-contestó Bárbara-Mi madre quiere enseñarle a bordar bainica. Piensa que Daphne necesita entretenerse con algo.
                                Lauren se inclinó a darle la razón. Phoebe había empezado a coser las cortinas.
                                Las cortinas que había en aquella casa estaban rotas. Antes o después, habría que contratar al personal de servicio.
-¿Y cómo estás tú?-quiso saber.
                               Bárbara estaba algo preocupada. Hacía semanas que no tenía noticias de su prometido. Lo último que sabía de él era que se encontraba en Plockton, en las Tierras Altas de Escocia. Tenía un castillo allí. Pasaba mucho tiempo en el castillo. Bárbara deseaba conocer aquel lugar.
                             Se encogió de hombros.
-Bueno, como ya sabrás, soy una mujer prometida-contestó Bárbara-Pero me temo que no te lo han contado. Mi padre me ha prometido en matrimonio con un excelente partido. Yo estoy muy ilusionada con la boda. Pienso que le podría hacer muy feliz. Y que él podría hacerme muy feliz a mí.
                               Lauren la abrazó.
-¡Me alegro muchísimo por ti!-exclamó.
                              Sus palabras sonaron sinceras. Sin embargo, Bárbara estaba pensativa. Daphne se había casado con Anthony perdidamente enamorada de él y su matrimonio había sido un desastre. Ella no estaba enamorada de su prometido. ¿Significaba eso que iba a ser feliz en su matrimonio? Su futuro marido tampoco la amaba.
                              No se hacía ilusiones.
-Bárbara...-llamó una voz a la joven-¡Qué sorpresa! ¡No esperaba verte por aquí! Me alegro de que le estés haciendo compañía a Laurie.
                             Era Charles.
                             Bárbara se fijó en que estaba sucio. Se pasaba todo el día arreglando cosas.
-No puedo dejar de visitar a una amiga-afirmó.
                             Se puso de pie.
-Además, lo que más necesita Laurie en estos momentos es una amiga-añadió Bárbara.
                             Besó a Charles en las mejillas.
-Eres bienvenida a esta casa-le dijo el joven.
-Te lo agradezco-dijo Bárbara.

jueves, 14 de agosto de 2014

TE ESPERARÉ SIEMPRE

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir en este blog el relato con el que el año pasado participé en la Antología que organizó Dulce, la administradora de "El Club de las Escritoras", al que pertenezco, con la que quiso celebrar el Día de San Valentín.
Y lo logró. Pasión y amor es una Antología compuesta de treinta y dos relatos cargados de romanticismo y de dulzura.
¡Lo recomiendo!
El relato con el que participé se llamaba Te esperaré siempre. 
Es una historia de amor que transcurre en el siglo XIX.
Espero que os guste.

                                       TE ESPERARÉ SIEMPRE

                 Había crecido escuchando la historia de sus antepasados. Natalie Jackson vivía con sus padres en la isla de Ramsey, en el suroeste de Gales. Era la menor de tres hermanas. Corría el año 1701. Su piel era blanca como la leche y suave al tacto. Poseía un largo cabello de color plateado, como un rayo de Luna. Y sus ojos eran de color verde musgo. Su gran belleza, unida a su gran dote, la había convertido en todo un trofeo a conseguir a manos de ciertos caballeros. Natalie tenía fama de ser una joven fría como el hielo. Los caballeros acudían a verla atraídos por su belleza. Pero se veían rechazados por ella. Le escribían versos copiados. Le hacían costosos regalos. Iban a visitarla a su casa en la isla sólo para ser rechazados por Natalie.
            Todo eso cambió cuando conoció al teniente Wulfgar Norton. No era un aristócrata, sino un simple squire (terrateniente inglés) que había hecho carrera en el Ejército. Wulfgar había oído hablar de Natalie y de su ya legendaria frialdad. Se propuso conquistarla a cualquier precio. Wulfgar tenía una merecida fama de libertino y de pendenciero. Había recibido una esmerada educación que le hacía ser bien recibido a las casas más importantes de Gales. Sus ojos eran de color gris como el acero. Su piel estaba tostada por el Sol. Y su cabello era negro como la noche. Creyó que Natalie sería como las otras jovencitas de voz dulce y modales recatados que había conocido.
            No tardó mucho en darse cuenta de su error.
            Fue a visitarla a su casa en la isla de Ramsey y se podría decir que aquel primer encuentro fue un flechazo en toda regla.
            Wulfgar se convirtió en un visitante asiduo de la casa de los Jackson. Se había enamorado de la hermosa Natalie. Una intensa pasión fue creciendo poco a poco entre ellos a medida que Wulfgar visitaba la casa de los Jackson. Pero éstos se enteraron de la mala fama que tenía Wulfgar y le prohibieron que fuera a visitar a su hija.
            Sin embargo, Natalie no estaba dispuesta a renunciar a él. Y Wulfgar tampoco quería dejar de verla.
            Se veían a escondidas entre los brezales cercanos a la casa de los Jackson. Sus miradas se lo decían todos. Las palabras que pronunciaban sonaban vacías. Hablaron de fugarse. Pero no les dio tiempo.
            A Wulfgar le llegó una carta en la que le comunicaban que tenía que partir rumbo a España, que estaba sumida en una profunda Guerra Civil tras la muerte sin herederos del Rey Carlos II. El nieto del Rey de Francia, Felipe de Anjou, y el Archiduque Carlos se disputaban el trono de España. Inglaterra tomó partido por el Archiduque.
            Wulfgar y Natalie se vieron por última vez en los brezales. Y vivieron su primera y única noche de amor el uno en brazos de la otra. Se besaron de manera más apasionada que de costumbre. Desnudo él y ella cubierta por su camisola, cayeron al suelo. Se besaron muchas veces. Se abrazaron con fuerza.  Se prodigaron muchas caricias. Y todo para separarse al día siguiente. Se abrazaron por última vez antes de que Wulfgar partiera. Natalie le juró que le esperaría siempre. Era un 14 de febrero del año 1702 y Natalie, al ver que Wulfgar se alejaba de ella, supo que se había llevado consigo su corazón.
            Un mes después, a Natalie no le había llegado todavía el periodo. Y vomitaba todo cuanto caía en su estómago. Sus padres no tardaron en darse cuenta de que Natalie estaba esperando un hijo. Y que el padre de ese hijo estaba combatiendo en algún lugar de España. Lo peor de todo era que se trataba del rechazado Wulfgar Norton.
            A pesar de las súplicas de Natalie, sus padres apalabraron su matrimonio con lord Arthur Alexander, hermano menor del vizconde de Lawless. Lord Arthur tenía más de sesenta años. Estaba muy enfermo. Conocía a Natalie desde que era una niña. No harían nunca vida conyugal. Pero, aún así, el bebé que esperaba la joven no sería un bastardo. Con el corazón destrozado, Natalie accedió a casarse con lord Arthur.
            Natalie se fue a vivir con él a su residencia situada en Llangefni. Por suerte, su embarazo aún no se notaba. Natalie se obligó así misma a querer a su esposo. Era un buen hombre. Le gustaba hablar largo y tendido con ella sobre cualquier tema. Nunca quiso indagar en el asunto del padre del bebé que estaba esperando.
            Finalmente, le llegó a Natalie la hora de dar a luz. Fue un parto largo y doloroso. El fantasma de Wulfgar no dejaba de acosarla. A la caída del Sol, vino al mundo el hijo que había engendrado con su amado. Fue un hermoso niño.
            Recibió el nombre de Arthur. El hombre lo quería muchísimo, pese a que no lo había engendrado. Poco a poco, se fue apagando. Antes del primer cumpleaños del niño, lord Arthur murió. Natalie lloró con sinceridad la muerte de su esposo.
            Después de eso, Natalie confió en que Wulfgar regresara algún día a buscarla. Le confesaría la verdad. Cuando se separaron, había hecho el voto de que le esperaría siempre. Un voto que se había visto brevemente roto para que el niño que iba a tener no fuera un bastardo. Aún así, no pudo evitar las habladurías con respecto a su inesperado matrimonio con lord Arthur. Los años fueron pasando. Su hijo iba creciendo. Era un niño travieso e inquieto.
            Por desgracia, Wulfgar nunca regresó a buscarla. Un día, le llegó una carta a Natalie. Su amado había muerto durante la batalla de Almansa. En ese mismo instante, Natalie cayó desmayada al suelo. Había perdido toda la ilusión por la vida. Empezó a dejarse morir desde ese mismo instante.
            Al año siguiente, casualmente, otro 14 de febrero, Natalie murió. Fue enterrada al lado de lord Arthur en el cementerio de Llangefni.
            El verdadero origen del joven Arthur Alexander salió a la luz gracias a una carta que le escribió su madre antes de morir y que le fue entregada cuando se hizo mayor.
            Desde entonces, corría en su familia la leyenda de que todo aquel que se enamoraba veía truncado su amor de un modo trágico.
            Hester Blackwood era descendiente directa de Wulfgar Norton y de Natalie Jackson. Vivía en un magnífico bungalow situado en pleno centro de Colombo, la capital de Ceilán junto con sus padres y su prima Erin.
            A sus diecisiete años, Hester se había convertido en una joven hermosa e inteligente. Era alta y rubia. Su piel era blanca como la leche. Seguía los consejos de su institutriz, que le decía que debía de salir a la calle protegiéndose del Sol con una sombrilla.
Hester había nacido y había crecido en Ceilán y había recibido una esmerada educación. Erin se había ido a vivir con sus tíos tras la muerte de su padre. Era natural del un pequeño pueblo de Kansas.
Erin y Hester eran hijas únicas. De modo que Hester consideraba a su prima como su hermana mayor. La muchacha era tan coqueta como lo podía ser las chicas con las que se relacionaba, todas ellas miembros de la colonia británica de la ciudad. El padre de Hester era el hermano menor del barón de Clements y, gracias a su tesón, había llegado a ser el dueño de una importante empresa de exportación e importación.
            Para ser sinceros, Erin se había vuelto una amargada. No había logrado ser feliz. Y creía que nadie tenía derecho a serlo. Muchas noches, se quedaba dormida mientras lloraba amargamente.
            Los que conocieron a Erin en su pueblo en Kansas la definían como una joven de gran temperamento. Tenía un genio muy vivo. Era muy bella y seductora. Pero, al mismo tiempo, pecaba de ingenua. Un próspero y apuesto ranchero se fijó en ella. Erin era, por aquel entonces, rebelde y apasionada. Llevaba de cabeza a su padre, el cual no sabía cómo controlarla. El hombre se había casado con la única hermana de la señora Blackwood. Para su sorpresa, encontró a Erin medio desnuda en el granero en compañía de aquel ranchero. Algo se quebró dentro de Erin cuando su padre le recriminó su comportamiento, ya que su amado era un hombre que estaba a punto de casarse con otra mujer.
            El padre de Erin falleció a los pocos días. La joven decidió irse a vivir con sus tíos a Colombo. Se juró así misma que ningún hombre volvería a hacerle daño.
             Todos los pretendientes que tenía eran rechazados una y otra vez por ella hasta que perdían todo su interés. Erin afirmaba que los hombres sólo querían una cosa de las mujeres y prevenía a Hester contra ellos. La muchacha confiaba ciegamente en los consejos que le daba su prima. Las amigas de Hester, en cambio, se reían de Erin. La veían como una solterona amargada. Le decían a Hester que su prima estaba celosa de ella porque la veía feliz. Hester no quería pensar nada malo de Erin, que tenía ya veintidós años.
            Entonces, Hester se enamoró de un joven cingalés y fue correspondida por él. No le contó nada a Erin. Patrick era un joven que trabajaba como talabartero. Se había convertido al cristianismo años antes. Al morir sus padres, fue acogido por un sacerdote metodista. Lo bautizó. Y le puso el nombre de Patrick.
El joven y Hester se enamoraron nada más cruzarse sus miradas cuando Patrick le entregó al señor Blackwood la silla de montar que le había encargado que hiciera para Erin.
            Tal y como hizo su antepasada, Hester empezó a verse a escondidas con Patrick. Se encontraban a orillas del lago Beira. Hester decía que iba a ver a sus amigas y corría al encuentro con su amado, sabedora de que, de pie junto al lago, la estaría esperando. Patrick era alegre y siempre estaba de buen humor. Él le hacía pequeños regalos a Hester que ella escondía para evitar que Erin los viera. Patrick le regalaba ramitos de flores silvestres. Una vez, le colocó una flor en el pelo que Hester llevó puesta durante días. Sabían que nada escapaba de la mirada crítica de Erin. Si comían a orillas del lago, Hester se obligaba así misma a sentarse a la mesa a la hora de cenar y comer sólo para disimular. Las primeras veces que Hester y Patrick se vieron, los dos se quedaron callados y no sabían de qué hablar. Él le contaba cómo fabricaba las sillas de montar. Y ella le hablaba de las aburridas fiestas a las que iba.
            Patrick estaba cada vez más enamorado de Hester. Su carácter bondadoso y alegre la fue conquistando cada vez más. Cuando estaban juntos, Hester podía ser ella misma y afloraba su verdadera personalidad. En el fondo, era muy apasionada. Y Patrick estaba despertando en su interior sentimientos nunca antes experimentados.  
            Mientras mojaban sus pies desnudos en el lago, Patrick se atrevió a cogerle la mano a Hester. Otro día, sus dedos se atrevieron a tocar el pelo rubio de la muchacha. Una tarde, los labios de Patrick rozaron suavemente por primera vez los labios de Hester.
            Se besaron en muchas ocasiones a partir de ahí. Los besos que se daban empezaron a ser más apasionados. Se juraron amor eterno. Hicieron muchos planes para el futuro. Hester creía que su familia acabaría aceptando a Patrick.
            Por desgracia para ambos no fue así. ¿Cómo un talabartero cingalés podía aspirar a la mano de la hija de un importante hombre de negocios inglés? El muchacho fue expulsado de la casa de los Blackwood. Erin se enfadó muchísimo con Hester. Le prohibió tajantemente que volviera a ver a Patrick y sus tíos la apoyaron. Hester se sintió más sola que nunca.
            Una noche, durante una fiesta, Hester se escabulló. Como siempre, Patrick la estaba esperando a orillas del lago. Hester había pasado las dos últimas noches llorando inconsolablemente. A pesar de todo, la habían dejado ir a la fiesta. Su corazón le gritaba que era una cobarde por no rebelarse. Estaba repitiendo la historia de su antepasada Natalie.
            Sería la última vez que se vieran a orillas del lago porque Hester así se lo juró así misma.
            Patrick insistió en que huyeran juntos muy lejos de Colombo. Hester rompió a llorar amargamente. Patrick sintió que su corazón se rompía. A pesar del amor que se profesaban, Hester estaba asustada.  Aún así, Patrick se juró así mismo que no iba a renunciar a ella.
            Era un 14 de enero del año 1854.
            Con las manos, Patrick secó las lágrimas que rodaban por las mejillas de Hester. Le acarició el pelo rubio muy claro. Le susurró que siempre la amaría.
-¿Por qué la vida se empeña en separarnos?-se lamentó Hester.
-No lo sé-suspiró Patrick-Sólo sé que te amo.
            Abrazó con cariño a Hester. La besó en la frente. La besó en las mejillas. La besó con pasión en los labios. Y fue en aquel momento cuando empezó a llover.
            Había una casita cerca del lago. Estaba abandonada desde hacía muchos años. Patrick la había descubierto algún tiempo atrás.
            Fue una noche llena de amor y de pasión.
            La lluvia era cada vez más fuerte. Todavía era la época del monzón. La oscuridad inundaba la casita y sólo se veía iluminaba con la luz brillante del relámpago. Patrick y Hester se miraron con deseo. El joven luchaba contra la pasión que sentía por ella. Se acercaron lentamente sin darse cuenta de lo que estaban haciendo. Hester estaba temblando cuando Patrick rodeó su cintura con los brazos. Hester supo lo que iba a pasar y, a pesar de sus temores, besó con suavidad los labios de Patrick.
            Él la besó de nuevo. Pero el beso que le dio fue mucho más largo y mucho más apasionado que el anterior.
            Casi sin darse cuenta, las ropas de ambos fue cayendo poco a poco al suelo. Ya desnudos, Patrick alzó en brazos a Hester. La condujo hasta el estrecho jergón. La depositó allí con delicadeza.
            Volvieron a besarse con ansia y empezaron a acariciarse el uno al otro. Patrick estaba muy excitado y deseaba poder fundirse con Hester. Mientras, Hester estaba nerviosa, pero también estaba deseosa de unirse a Patrick. Ser uno.
            Se besaron en muchas ocasiones. Los besos que se dieron fueron apasionados. Pero también fueron besos llenos de amor. Besos cargados de ternura…Patrick y Hester eran vírgenes, pero los dos actuaban movidos por el deseo. Patrick llenó de besos cada centímetro de la piel de la muchacha.
            La boca del joven se deslizó sobre el cuello de Hester. Llenó de besos sus pechos. Recorrió con su lengua el vientre de Hester. Llegó a besar sus piernas. La piel de Hester ardía en contacto con la piel de Patrick. Entonces, el joven se introdujo poco a poco en su interior.
            Esa noche, mientras la lluvia caía fuera, Patrick y Hester tomaron posesión el uno del otro, sabiendo que aquello tenía que pasar porque sentían que habían nacido para estar juntos. Aquella noche, se convirtieron en uno solo ser.
            Fue la primera vez para ambos. Y había sido su primera vez junto con el ser amado. Que siempre amarían.
            Todo terminó. Pero seguía lloviendo. Permanecieron en aquel estrecho jergón acostados. Besándose una y otra vez.
            Al día siguiente, se vistieron mientras recordaban lo ocurrido durante la noche. Hester sintió que se le rompía el corazón al pensar que no volvería a ver a Patrick.
-Tengo que viajar a Madras-le contó Patrick-Pero volveré en un mes.
-¿Qué me quieres decir con eso?-inquirió Hester.
-Te estaré esperando aquí. Junto al lago…Cuando regrese dentro de un mes, vendré al lago. Y te estaré esperando aquí. Si no vienes, entonces me iré.
-¡No me pidas que haga eso! No voy a ir. Tú lo sabes. Mi familia…Mi prima… Ellos no aprueban que estemos juntos. Y yo…¡Soy una cobarde! Nuestro amor es imposible.
-No puede ser imposible cuando tú y yo nos amamos, Hester.
-Patrick…
-En un mes, habré vuelto y te estaré esperando.
            Hester lo besó con pasión y salió corriendo de la casita. Por suerte para ella, ni sus padres ni Erin se habían percatado de su ausencia.
            Nadie supo que Hester había perdido su virginidad la noche de la tormenta. El periodo le vino a la muchacha en su fecha correspondiente. Eso la destrozó. Le habría gustado ser como Natalie. Haber tenido un hijo de su verdadero amor.
            A escondidas, Hester lloraba. Se preguntaba si sería capaz de escaparse de casa. De empezar una nueva vida al lado de Patrick. Vivía atormentada por las dudas. Presenció durante aquellos meses las visitas que Erin recibía de sus pretendientes. Pero ésta seguía rechazándolos a todos. Hester se preguntaba el porqué su prima era tan cruel con aquellos jóvenes. Era obvio que sentían algo por ella. Pero Erin no quería saber nada de ninguno de ellos.
            Estaba convencida de que Hester le había hecho caso y había olvidado ya a aquel joven cingalés.
            El día 13 de febrero, Hester estaba sentada en el salón. Estaba bordando un pañuelo para su ajuar de bodas. Erin estaba leyendo un libro en voz alta. Su madre, sentada a su lado, estaba liando un ovillo de lana.
            Hester no dejaba de pensar en lo mismo. Patrick regresaría al día siguiente. Tenía que tomar una decisión. No prestaba atención a lo que Erin estaba leyendo. Fuera, había empezado a caer una ligera llovizna. Hester no se fijó en cómo estaba bordando. Sabía que Patrick iría a esperarla a orillas del lago Beira. Pero Hester estaba demasiado asustada como para tomar una decisión. Recordaba demasiado bien la noche de amor que habían vivido. Los votos y las promesas de amor eterno que se habían hecho mientras estuvieron juntos en aquella casita. ¿Qué puedo hacer?, se preguntó Hester.
-No me estás prestando atención-le recriminó Erin.
-Discúlpame, prima-se excusó Hester-Estaba pensando en otra cosa.
-Espero que se trate del bordado.
-Te está quedando bien el pañuelo, hijita-la aduló la señora Blackwood.
            Hester no la escuchó. El ceño fruncido de Erin…Los falsos halagos de su madre…Cerró los ojos con fuerza.
            Al día siguiente, Hester se encerró en su habitación. Miró por la ventana en busca de una señal. La ciudad seguía con su ritmo de vida normal. Y Patrick estaba a punto de llegar.
            Era un 14 de febrero. Aquel día, pero muchos años antes, Wulfgar y Natalie se habían separado para siempre.
            Hacía Sol aquel día. Hester se había puesto un vestido de color negro. Había metido algo de ropa en una maleta. Abandonó su casa sin ser vista. Le latía muy deprisa el corazón. Mientras se dirigía al lugar de la cita, Hester había sentido terror. Pero se había obligado así misma a seguir caminando. Paseaba por la orilla del lago Beira. Se sentó en el suelo y se preguntó si Patrick acudiría a la cita. El agua del lago le pareció más cristalina que nunca. Ni una sola nube cubría el cielo. En aquel momento, Hester sintió cómo alguien le tapaba los ojos. Aquel gesto la sobresaltó.
-¿Quién es?-inquirió.
            La mano se apartó de sus ojos y Hester se dio la vuelta para ver quién era. El corazón empezó a brincar muy deprisa dentro de su pecho. ¡Era Patrick! ¡Había cumplido su promesa! El joven sonreía radiante al ver que Hester había acudido a su cita.
-Sabía que vendrías-se emocionó Patrick-Sabía que lucharías por nuestro amor.
            Hester sintió cómo las lágrimas corrían por sus mejillas. No podía articular palabra. Pensaba que todo lo que estaba pasando era producto de su imaginación. De algún modo, al triunfar su amor, también había triunfado el amor entre Wulfgar y Natalie.
            Un gritito de alegría se escapó de la garganta de Hester. Llenó de besos el rostro de Patrick. Sus labios se encontraron y se fundieron en un beso largo y apasionado. Un beso cargado de promesas que se cumplirían. Un beso lleno de esperanza en el futuro que les aguardaba.
            Hester pensó en Natalie. De algún modo, ella y Wulfgar habían vuelto a estar juntos. Ella y Patrick serían felices y, de aquel modo, honrarían a sus antepasados. Nunca más volverían a separarse.


FIN