Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Un caballero perfecto.
Charles acaba enterándose de la verdad acerca de su origen.
¡Vamos a ver lo que pasa!
En el fondo, Charles siempre tuvo la sensación de que él era un extraño en su propia familia.
Ver a Bennet, aquel extraño hombre al que había visto en ocasiones en la isla, en el salón de su casa, que estaba cada vez más arreglada, no le llamó mucho la atención. Debía de ser sincero consigo mismo.
Cuando Charles entró en el salón, vio a Bennet discutiendo con mistress Woolf. Bennet estaba cansado de todo. Estaba cansado de fingir que no sabía que Charles era su hijo cuando hacía años que lo sabía. Desde que le vio siendo niño una vez y se percató de lo mucho que se le parecía. Llevaba semanas peleando consigo mismo sobre cómo acercarse a su hijo. Cómo contarle la verdad que llevaba años callando y que estaba matándole de pena.
-¡Vete!-le ordenó mistress Woolf a Bennet con gesto nervioso-¡Dime una cantidad y yo te la pagaré con gusto! Pero, ahora, ¡márchate!
-¡Métase su dinero donde le quepa, señora!-le escupió Bennet a mistress Woolf.
-¿Por qué dice eso?-intervino Charles.
-Hijo...
Los ojos de Bennet se llenaron de lágrimas al recordar las veces que había estado con Julianna.
Cómo la había estrechado entre sus brazos sintiéndose muy dichoso. Cómo su lengua había recorrido cada centímetro de su piel.
Había obrado movido por un impulso y no pensaba detenerse ahora. Empezó a hablar sin darse cuenta de las palabras que salían de su garganta. Intentaba no llorar mientras hablaba, pero las lágrimas rodaban sin control por sus mejillas. Él nunca terminó de creerse aquella historia de que su hijo había nacido muerto.
-¡Me arrebataron a mi Julianna!-afirmó Bennet con desesperación-¡No dejaré que vuelvan a separarme de ti!
-¿Es verdad lo que está diciendo, madre?-le preguntó Charles a mistress Woolf.
La discusión atrajo la atención de Lauren y de Phoebe.
Las dos jóvenes entraron en el salón. Se quedaron de piedra al encontrar a Bennet allí.
Mistress Woolf se había puesto muy pálida. Le resultaba imposible seguir negando la verdad que llevaba mucho tiempo callando. Por una ironía de la vida, por culpa de su querido Anthony, su idolatrado primogénito, tanto ella como sus hijas se encontraban dependiendo del hijo bastardo de Julianna y de aquel mozo de cuadras.
Mistress Woolf asintió de un modo casi imperceptible. Charles sentía cómo muchas piezas empezaban a encajar en su cabeza. Siempre se le había hecho de menos en su propia familia. Ahora, entendía el porqué. No era realmente un Woolf.
-Charles...-le llamó Bennet.
El joven no le escuchó. Salió a la calle. En aquel momento, necesitaba alejarse de todo el mundo.
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