Me he animado, después de algún tiempo sin hacer entradas en ninguno de mis blogs, a subir aquí la versión extendida de uno de mis relatos.
Se trata de El vampiro enamorado.
Con este relato participé el año pasado en la Antología de Relatos que se puede descargar gratis y que organizó el blog "Acompáñame".
Espero que os guste.
Hay mucho misterio en él.
Esta historia ocurrió en la isla escocesa de Inchtavannach, en el año 1804.
Grace Camdan era una joven que acababa de cumplir diecinueve años. Era
una joven rubia. Tenía los ojos azules y poseía una figura esbelta. Vivía con
sus padres y con su hermana mayor, quien estaba a punto de casarse.
Aquella noche, Grace salió. Era una noche clara y serena. Grace agradeció
estar sola allí. Vio la Luna reflejada en el lago.
De pronto, oyó unos pasos. Grace pensó que era Hebe, quien la estaría
buscando. Se dio la vuelta para hablar con ella. Sin embargo, no pudo decir
nada.
No le había visto nunca antes. Era un hombre. Grace sintió un escalofrío
recorriendo su columna vertebral. No se oía nada y Grace tembló. Se trataba de
un joven alto y pálido, de mirada penetrante.
Grace se preguntó quién era.
-Hola, Grace-la saludó.
Tenía una voz ronca y profunda. Aquel joven parecía conocerla.
-¿Quién eres?-le preguntó.
El joven le sonrió de un modo extraño.
La marca de mordisco que tenía Grace en el cuello, lejos de
mejorar, había ido creciendo. Se acercó a ella y la besó en los labios.
De pronto, Grace sintió que lo conocía. Los labios de aquel hombre
estaban muy fríos. Son los labios de un muerto, pensó. Tuvo ganas de empezar a
chillar. ¿Qué quería aquel desconocido de ella? Sin embargo, no era ningún
desconocido.
-¿Cómo sabes mi nombre?-le preguntó.
-Porque eres mi compañera-respondió él.
-¿Soy tu compañera?
El joven le tendió la mano y Grace se la cogió. Tuvo la sensación
de estar tocándole la mano a un muerto, estaba muy fría.
-Me llamo Frederick-se presentó él-Llevo esperándote toda
una Eternidad. Cinco siglos...Te he encontrado.
Grace empezó a temblar con violencia. Aún así, caminó al
lado de aquel joven.
-Frederick...-susurró-No te he visto antes.
-Estoy muerto, mi querida Grace. Pero te estaba esperando.
Ven.
-¡No!
El corazón de Grace empezó a latir muy deprisa. Le parecía
que estaba siendo víctima de una broma. Un muerto...Y la reclamaba como su
compañera. Ella...
Los árboles le parecieron que estaban vivos. Una nube oscura tapó
la Luna.
Oscuridad...
Los árboles estaban secos. Grace tuvo la sensación de que
agitaban sus ramas amenazándola. Los troncos eran muecas crueles. No veía por
donde caminaba. No sabía lo que iba a pasar. Pensó en salir corriendo. ¿Por qué
no salía corriendo? Parecía que su voluntad la había abandonado. Un hombre que
la reclamaba como su compañera. Un muerto que la reclamaba. Y ella le seguía
dócilmente.
-¿Qué quieres de mí?-le preguntó.
-Sólo quiero tu amor, Grace-respondió Frederick-No te pido
nada más.
-¡Déjame! No puedo darte nada.
-No te haré daño, Grace. Amáme.
Las lágrimas rodaron por las mejillas de la joven.
Tuvo la sensación de que iba a morir.
La niebla se cernió sobre la pequeña isla.
Grace ahogó un grito. Sintió cómo su corazón se le paraba.
Dios mío, pensó. De pronto, Frederick y ella se detuvieron. Frederick se
colocó delante de ella. Grace se sintió cada vez más débil. Frederick la
recostó sobre el suelo.
-Te haré como yo-le dijo.
-¿Y cómo eres tú?-le preguntó Grace.
-Vivo eternamente. La sangre me hace vivir eternamente.
-Sangre...
-Tu sangre...
-¡No!
Los besos que le dio Frederick fueron mucho
más elocuentes que las palabras.
La ropa de Frederick desapareció. El vestido
que llevaba puesto Grace desapareció. Las manos de aquel joven acariciaron su
cuerpo. Sus labios también acariciaron su cuerpo. La frialdad se apoderó de
Grace. El cuerpo de Frederick estaba helado. Grace pensó en gritar. Pero no
sabía si quería huir de allí.
Cada beso que Frederick le daba, Grace también le
besaba. Le besaba.
Se sentía débil y cansada entre sus brazos.
Y fue entonces cuando los dientes de Frederick se
clavaron sobre el cuello de Grace. Al mismo tiempo, él se introducía en el
cuerpo de ella. Bebió la sangre de la joven. Grace sintió cómo la oscuridad se
apoderaba de ella. Una languidez extraña la dominó.
La encontraron al día siguiente. No se sabía si estaba
viva o si estaba muerta. Tenía los ojos muy abiertos.
Su prima Hebe estaba pasando una
temporada con ellos.
Fue Hebe la primera en darse cuenta de una cosa. Grace tenía una extraña
marca en el cuello. Se fijó en aquella marca una tarde, mientras daban un paseo.
-He pasado mala noche-le contó Grace-No he podido dormir.
-¿Qué te ha pasado?-quiso saber Hebe.
-Había alguien en mi habitación. No sé quién era.
-¿Se ha colado un desconocido en tu cuarto?
Grace recordaba haber sentido cómo unos labios se posaban
sobre su cuello. Y, luego, alguien, un hombre, la besaba en la boca.
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r s � �A+ ormal; line-height: normal; orphans: auto; text-align: start; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: auto; word-spacing: 0px; -webkit-text-stroke-width: 0px;">-Tu sangre...
-¡No!
Los besos que le dio Frederick fueron mucho más elocuentes que las palabras.
La ropa de Frederick desapareció. El vestido que llevaba puesto Grace desapareció. Las manos de aquel joven acariciaron su cuerpo. Sus labios también acariciaron su cuerpo. La frialdad se apoderó de Grace. El cuerpo de Frederick estaba helado. Grace pensó en gritar. Pero no sabía si quería huir de allí.
Cada beso que Frederick le daba, Grace también le besaba. Le besaba.
Se sentía débil y cansada entre sus brazos.
Y fue entonces cuando los dientes de Frederick se clavaron sobre el cuello de Grace. Al mismo tiempo, él se introducía en el cuerpo de ella. Bebió la sangre de la joven. Grace sintió cómo la oscuridad se apoderaba de ella. Una languidez extraña la dominó.
La encontraron al día siguiente. No se sabía si estaba viva o si estaba muerta. Tenía los ojos muy abiertos.
Su prima Hebe estaba pasando una temporada con ellos.
Fue Hebe la primera en darse cuenta de una cosa. Grace tenía una extraña marca en el cuello. Se fijó en aquella marca una tarde, mientras daban un paseo.
-He pasado mala noche-le contó Grace-No he podido dormir.
-¿Qué te ha pasado?-quiso saber Hebe.
-Había alguien en mi habitación. No sé quién era.
-¿Se ha colado un desconocido en tu cuarto?
Grace recordaba haber sentido cómo unos labios se posaban sobre su cuello. Y, luego, alguien, un hombre, la besaba en la boca.
Uy si me acuerdo de esta historia. Me alegro que la hayas ampliado. Te mando un beso y te me cuidas
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