viernes, 8 de noviembre de 2013

NUNCA TE ENAMORES DE UN HOMBRE LOBO

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir una especie de epílogo de mi relato Nunca te enamores de un hombre lobo. 
Está dividido en dos partes y está contado en primera persona por sus protagonistas: Rose y Lucien.
La primera parte, dejaremos que sea Rose quien hable.

-Éste es mi lugar favorito cuando me transformo-me explica Lucien-Siento, aún siendo una bestia, una extraña paz. Vengo aquí casi sin darme cuenta.
-Es un sitio precioso-comento.
                     Nos encontramos en la conocida como Cueva de la Crucifixión. Está cerca de los acantilados.
-¿Y qué haces aquí?-inquiero.
-Recuerdo vagamente comer animales-contesta Lucien-Y, después, venir aquí. Una bestia que busca la paz.
-No eres una bestia, Lucien.
                   Mi primo me sonríe con tristeza. La Luna empieza hoy con el Cuatro Creciente. No tardará mucho en llegar, de nuevo, la Luna llena. Y eso angustia a Lucien.
-No has debido enamorarte de mí, Rose-me dice-Podría hacerte daño. Tengo pesadillas. ¡Y me veo a mí mismo haciéndote daño!
-Eso nunca pasará-le aseguro.
                       Nos sentamos en el suelo de la cueva. Se cree que aquí hay un dibujo de Jesucristo Crucificado. Pero nadie lo ha encontrado todavía. Lucien vive atormentado por su maldición. No existe cura alguna para él.



-Fueron los vecinos de esta isla los que mataron a mi padre-me cuenta Lucien-Y también mataron al tuyo.
-Mi madre es mucho más fuerte de lo que piensa la gente-afirmo-Hay que ser fuerte para amar a alguien como tú.
-Amas a una bestia. No es bueno, Rose.
                     Niego con la cabeza. No me importa lo que la gente diga de Lucien. Nos amamos. Y yo estaré a su lado en la próxima Luna llena. No me asusta lo que pueda pasar.

                        Por la noche, voy a la habitación de Lucien. Me está esperando desnudo. Me duele mirar su cuerpo cubierto de arañazos. Llevo puesto mi camisón. Me acerco a él y le beso con pasión en los labios. Hay muchas cicatrices en su hermoso cuerpo, producto de heridas sufridas mientras está transformado. Lucho por no echarme a llorar.
                     Me siento en la cama. Mi madre no sospecha nada de lo que ha pasado entre Lucien y yo.
-No entres aquí cuando llegue la Luna llena-me pide-No estaré.
-Pero estaré esperándote-le prometo.
                    Lucien se sienta a mi lado en la cama. Me mira con gesto dolorido. Tiene mucho miedo de hacerme daño. Alza su mano para acariciar mi rostro con la yema de los dedos. De algún modo, intenta transmitirme el terror que siente al pensar que podría hacerme daño. Aún cuando yo sé que eso nunca pasará.
                      Me olvido de todo cuando Lucien me besa apasionadamente mientras me tumba en la cama. Cuando me despoja de mi camisón. Cuando mi pelo se extiende sobre su almohada. Cuando me acaricia con las manos. Cuando me abraza. Cuando cubre de besos cada centímetro de mi piel. Entonces, pienso que no va a pasar nada malo.

4 comentarios:

  1. AAhhh que tierno amor. A esto se le llama amor incondicional.
    Saludes

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    1. El amor tiene que ser así, mi querida Yessy.
      Entrega incondicional el uno al otro.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Uy no conocía está historia tuya pero promete

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    1. Hola Citu.
      Me alegro mucho de que te esté gustando.
      En breve, espero, pienso subir el último trozo que me queda.
      Un fuerte abrazo, amiga.

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