Hola a todos.
Hoy, continuamos subiendo más trozos de El vampiro.
Veremos a lord Ruthven en acción. ¿O actúa así movido por la atracción que siente hacia Parthenia? ¡Vamos a descubrirlo!
Las reuniones que celebraba el duque de Westland en su casa eran muy concurridas. Solían ser amenizadas por los conciertos caseros de piano que ofrecía su hija Parthenia.
La reunión que celebró aquella tarde no fue ninguna excepción. Parthenia interpretó una pieza de Mozart mientras los asistentes la escuchaban atentos. El duque miraba a su hija con orgullo. Pero frunció el ceño al ver que entre los asistentes se encontraba un invitado inesperado. Parthenia notó susurros de desagrado entre los que estaban allí.
Por el rabillo del ojo, la joven divisó una figura vestida por completo de negro. El corazón le dio un vuelco al reconocer a aquel hombre. Era lord Ruthven. Y no dejaba de mirarla fijamente.
Parthenia fue aplaudida cuando terminó la pieza. Su prometido se acercó a ella para besarla en la frente.
-Lo has hecho muy bien, querida-la felicitó-Estoy muy orgulloso de ti.
Parthenia arqueó una ceja. Lord Draxinger volvió a besarla en la frente.
-La esposa de un aristócrata tiene que ser perfecta en todo-suspiró Parthenia.
Becky se acercó a ella y la llevó a un aparte. Miraba con cierto temor en dirección al rincón donde lord Ruthven parecía estar acechando.
-Deberías de decírselo a tu padre-le exhortó Becky a su amiga-Piers no hará nada, pero tu padre hará algo. ¡Por el amor de Dios, Parthenia! Ese hombre te está molestando.
-Lord Ruthven me agrada, Becky-afirmó Parthenia-¡Cómo se nota que no le conoces! Es un joven agradable y educado. No se parece en nada a Piers.
-Deberías tener cuidado con él. Hay algo maligno en su persona.
Parthenia se echó a reír.
-También se decía que había algo maligno en lord Alec Knight-bromeó.
-No es lo mismo-replicó Becky-Alec es bueno en el fondo. Pero...Ese lord Ruthven...¡Hay algo en él que no me gusta nada!
-De acuerdo...No quiero discutir contigo. Me ayudaste a darme cuenta de la clase de hombre que era Mikhail Kurkov. Nunca lo olvidaré. Supongo que estarás en lo cierto. Pero la otra vez tenías pruebas en contra de Mikhail. No tienes nada en contra de lord Ruthven.
-Se parece demasiado a mi primo.
En aquel momento, lord Ruthven se acercó a las dos jóvenes. Las saludó con una ligera reverencia. Becky empezó a temblar de tal modo que Parthenia pensó que acabaría desmayándose. En aquel momento, una de las cuñadas de Alec, lady Miranda, la esposa de su hermano Damien, la llamó.
-Miranda nos llama-le comentó a Parthenia.
-Ve tú primero-le instó su amiga-Yo iré después.
No podía apartar la vista de lord Ruthven. Becky se vio obligada a desistir de su empeño en apartar a su amiga de aquel hombre. Se fue corriendo al lado de la cuñada de su prometido.
-Quisiera felicitarla-dijo lord Ruthven-Ha estado usted sublime.
-Muchas gracias...-contestó Parthenia-Toco el piano desde que era pequeña. Mi institutriz me decía que una dama debía de saber un poco de todo. Se empeñó en que debía de aprender a tocar el piano. Decía que eso animaba mucho una reunión.
-Las reuniones a las que usted asiste nunca son aburridas, milady.
-Es usted muy amable, milord. Estoy en mi segunda temporada y no tardaré mucho en casarme.
Lord Ruthven miró por el rabillo del ojo a lord Draxinger. Pensó que aquel hombre no se merecía a una joven como Parthenia.
-¿Ha fijado ya la fecha de la boda?-inquirió-Me gustaría hacerle un buen regalo.
-Me temo que no hay aún fecha para la boda-contestó Parthenia casi con alivio-Mi prometido dice que aún es muy pronto. Nos conocimos cuando fui presentada en sociedad, hace ya un año. Se dedicó a perseguirme y yo le rechazaba. Antes de anunciar nuestro compromiso, estuve a punto de prometerme con otro hombre.
-El Príncipe Kurkov...He oído hablar de él. Su prima y usted son muy amigas. La futura lady Rebecca no se parece en nada a su primo. Un asesino...Un conspirador...Pero me temo que yo tampoco le caigo bien a su amiga.
-Becky sufrió mucho a manos de su primo, milord. Se ha vuelto un poco desconfiada desde entonces. Y me temo que su futuro marido tampoco le inspire mucha confianza. Se parece demasiado a Piers. No quiero hablar mal de ninguno de los dos. Le ruego que no me malinterprete. Sólo quiero explicarle cómo son.
Lord Ruthven sintió que se asfixiaba dentro del salón. El pelo suelto de Parthenia caía como un suave manto sobre su espalda. Se sentía tentado a cometer una locura en aquel salón lleno de estúpidos. No veía a Parthenia como una fuente de alimento. La veía a su lado como su compañera. La mujer que debía de acompañarle en su Eternidad.
-Salgamos fuera-le sugirió a la muchacha-Hace demasiado calor.
-Sí...-dijo Parthenia-Usted me inspira confianza, lord Ruthven. Me siento cómoda hablando con usted. Le parecerá una tontería.
-No es ninguna tontería. Desahóguese conmigo si eso le hace bien.
Los dos salieron al jardín. Era noche cerrada. Los ojos de Parthenia brillaban como la más hermosa de las estrellas. Lord Ruthven trató de controlarse. Podía escuchar el sonido de los latidos del corazón de Parthenia. Podía sentir cómo la sangre de la joven corría por sus venas. Era demasiado tentadora.
Parthenia se fijó en un carruaje oscuro que destacaba sobre los demás carruajes que estaban detenidos en la calle. Lo tiraban caballos también de color oscuro.
-¿Es ése su carruaje?-le preguntó a lord Ruthven-Es bastante llamativo.
-Me gusta el color negro-respondió el joven aristócrata-Es el color de la noche. La noche es hermosa. Llena de secretos...De misterios...
Cogió la mano de Parthenia y se la besó con suavidad. Ella le miró a los ojos sintiéndose hipnotizada por él.
-Dígame una cosa-dijo lord Ruthven-¿A usted le gusta la noche, milady?
-Todas las fiestas a las que asisto se celebran de noche-contestó Parthenia-Los bailes...Los banquetes...
-Me refiero a lo que piensa de la noche. ¿Nunca se ha parado a mirar las estrellas? ¿No siente que hay algo atrayente en esta oscuridad que nos rodea? Puede ser que haya alguien acechándonos oculto en las sombras. La noche atrae el peligro.
-Me gusta mirar las estrellas. ¡Son muy bonitas!
-¿Ha pasado alguna noche despierta perdida en la noche?
-¿A qué se refiere?
-A admirar la belleza de la oscuridad. A caminar por las calles de Londres sin saber adónde ir, sólo porque necesita sentir la noche.
Parthenia pareció beber cada una de las palabras que pronunciaba lord Ruthven. Estaba a solas con él en el jardín de su casa. Podía escuchar el sonido de las conversaciones. Sin embargo, se sentía aislada por completo del mundo. Y le gustaba aquella sensación.
-Nunca lo he hecho-se sinceró la joven.
-¿Quiere probarlo?-inquirió lord Ruthven.
Se acercó mucho a ella. Parthenia sintió el olor que desprendía aquel hombre. Y también pudo sentir la frialdad que transmitía su cuerpo. Una frialdad que contrastaba con el fuego que veía encendido en sus ojos.
Entonces, lord Ruthven posó sus labios sobre los de Parthenia. La joven se puso rígida al sentir los fríos labios del joven aristócrata sobre los suyos. Sin embargo, poco a poco, el beso se fue tornando cada vez más apasionado. Sin darse apenas cuenta, Parthenia rodeó con sus brazos el cuello de lord Ruthven. Correspondió a aquel beso. No podía pensar con claridad y tampoco quería pensar con claridad.
-Parthenia...-dijo alguien.
Una voz joven y femenina les hizo separarse. Parthenia se giró y se encontró con Becky.
-Te estaba buscando-le dijo su amiga.
-Me tengo que ir-le dijo Parthenia a lord Ruthven.
-Nos veremos de nuevo, milady.
Parthenia fue al encuentro con Becky. Su amiga estaba escandalizada. ¿Qué estaba haciendo Parthenia con aquel hombre en el jardín? Tembló al pensar en lo que quería hacerle aquel hombre a su amiga. ¿Acaso no se daba cuenta? Vio algo que la dejó helada.
-Tienes sangre en un labio-observó.
Parthenia aceptó el pañuelo que le ofreció Becky. Se limpió los labios.
-¿Qué estabas haciendo con lord Ruthven en el jardín?-la regañó Becky-¿Y cómo es que tienes sangre en los labios? Prefiero no saberlo. ¡Te estaba besando!
-Ha sido un error-dijo Parthenia.
Pero no estaba muy convencida de lo que estaba diciendo. Becky lo advirtió.
-Tu prometido te está buscando-le advirtió-Y tu padre también te está buscando.
-He salido a hablar con lord Ruthven-le explicó Parthenia-Hacía una noche agradable. Me apetecía tomar el fresco.
-No soy quién para darte consejos. Pero ese hombre se estaba tomando libertades contigo.
-Lo sé. Si mi prometido se entera, lo desafiará en un duelo. Y yo tengo que callarme si Piers se acuesta con otras mujeres. No soy tan tonta como aparento, Becky.
-Piers será lo que sea. Pero debes de tener cuidado, Parthenia.
-Hablaré con él. Le diré a lord Ruthven que no debe de volver a pasar. No te preocupes, Becky.
Pero Parthenia aún sentía sobre su boca la boca de lord Ruthven. En el jardín, el joven aristócrata recordaba el sabor de los labios de Parthenia. Pronto, pensó. Muy pronto...
Uy lo dejaste en la mejor parte. Adoro como narras esta historia esta genial y veamos que pasa entre lord Ruthven y Parthenia
ResponderEliminarHola Citu.
EliminarTe invito a que sigas leyendo.
Un fuerte abrazo.
Ah Ha! Ya Lord Ruthven hizo su movimiento. Esto se pone más interesante. Espero que Becky sea su mejor aliada.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Yessy.
EliminarBecky teme por su amiga. Pero, ¿por qué nos atrae tanto los vampiros?
Un fuerte abrazo.