miércoles, 7 de mayo de 2014

LOS BESOS QUE NOS DIMOS

Hola a todos.
Me he decidido a subir hoy el inicio de Los besos que nos dimos, el fanfic que he escrito de Toda una dama. 
Es un inicio bastante triste por los motivos que veréis a continuación.

LONDRES, 1839

                           Esto es una pesadilla, pensó Faith Carsington en el salón de su casa. Cuando me despierto, habrá pasado todo. 
                           Miró a su suegra, lady Charlotte Carsington, quien permanecía sentada en el sofá con expresión vacía. La mujer no había reaccionado desde que vio cómo su hijo Philip expiraba apenas un día antes. 
                           Faith sentía cómo las lágrimas rodaban por sus mejillas. Ella acababa de perder al hombre que amaba. Al hombre con el que se había casado dos años antes. Pero lady Charlotte había vuelto a perder a su hijo.
                        Faith conocía algo la historia porque Philip se la había contado. Lady Charlotte fue seducida y engañada por un oficial calavera cuando sólo tenía quince años. Con la ayuda de su madrastra, Lizzy, segunda esposa de su padre, lady Charlotte ocultó su embarazo. Su padre no supo la verdad hasta años después. Lady Charlotte dio a luz a su hijo, al que se vio obligada a entregar en adopción a los Ogden. Estuvo muy enferma y, hasta donde ella sabía, su hijo también había estado enfermo. Después, el niño fue a parar a un orfanato cuando murió su familia adoptiva. Después de eso, pasó a vivir con un tal Tyler, el hombre que se encargó de hacer reparaciones en la casa de lady Charlotte. Philip tenía por aquel entonces diez años. Lady Charlotte decía que lo había reconocido por sus ojos.
                         Faith miró el ataúd donde yacía el cadáver de su marido. Los ojos de Philip se habían cerrado para siempre.
                        Nunca más volvería a abrirlos. Nunca más volvería a reflejarse en ellos.
-Niña, ¿por qué no subes y te acuestas un rato?-le ofreció Lizzy, la madrastra de lady Charlotte.
-Tengo que quedarme-replicó Faith.
-Pip nos ha regalado veintinueve maravillosos años. El día más desgraciada para su pobre madre fue cuando lo tuvo que entregar en adopción nada más nacer.
-Y sólo lo ha vuelto a tener durante diecinueve años. Lo siento mucho, Excelencia. Debí de haberle dado un hijo a Pip, pero no pude. Al menos, me habría quedado ese pequeño consuelo. Un recuerdo suyo...
-No fue tu culpa, niña. Perdiste a tu hijo cuando apenas estaba empezando a crecer dentro de tu vientre. Esas desgracias suelen ocurrir. No entiendo el porqué Dios no me manda a llamar ya. Soy vieja y estoy cansada.
                           El salón de la casa de los Carsington en Londres estaba a rebosar de gente.
                           Al mismo tiempo que lady Charlotte recuperaba a su hijo, al niño que nunca pudo olvidar, se casaba con lord Darius Carsington. Éste decidió adoptar a Philip como hijo suyo y le dio su apellido.
                          Lord Darius era el menor de cuatro hermanos.
                         Philip pasó de ser un huérfano solitario a recibir las atenciones de la numerosa familia de lord Darius. A los diez años, sabía más o menos el porqué su madre tuvo que abandonarle. Desde entonces, se dedicó a ser un niño feliz. Lo tenía todo. Le compraron las mejores ropas. Llenaron su nueva y enorme habitación de juguetes. A los catorce años, ingresó en Eton. Cuatro años después, le enviaron a Oxford.
                          Cuando cumplió veintisiete años, Philip contrajo matrimonio con Faith. Por aquel entonces, ella tenía veinte años. A la edad de veintidós años, Faith se convertía en viuda. Una viuda sin hijos...
-Faith...-la llamó lord Darius.
-¿Qué desea, Excelencia?-le preguntó la joven.
-No me llames así. Aunque Philip no llevara mi sangre, sí llevaba mi apellido y era mi hijo. Voy a llevar a Charlotte a acostarse. Mi mujer no se encuentra nada bien.
-El golpe ha sido muy duro para ella.
-Debería de verla un médico, Excelencia. Yo estoy bien.
                        Faith se inclinó y besó con suavidad los fríos labios de Philip. Lo besó también en la frente.
-No estás bien-observó lord Darius con preocupación-Has estado cuidando de Pip durante días. No has comido nada desde hace tres días. Tú también puedes enfermar.
                         Faith se fijó en que su suegra emitía unos extraños ruidos.
                         Las lágrimas rodaban sin control por sus mejillas. Lady Charlotte no era capaz de reaccionar ante la tragedia que había ocurrido. Y Faith, en su fuero interno, deseaba estar en su lugar. Encontrarse en un sitio lejano donde no pudiera sentir dolor alguno.
                          Durante dos años llenos de felicidad y de pesar ocasional, había sido la esposa de Philip.
                          Pero él ya no estaba.
                         Un sollozo se escapó de la garganta de Faith. Había luchado por ser fuerte.
                         Una de las tías adoptivas de su marido, lady Mirabel, se acercó a ella. El marido de lady Mirabel, lord Alistair, había fallecido semanas antes de la boda de Faith y Philip. La mujer sabía bien lo que era el sufrimiento. No sólo por la muerte de su marido...También lo sabía porque lord Alistair le había sido infiel en el pasado con muchas mujeres. A pesar de sus juramentos de que iba a cambiar, nunca cambió. Sólo se mantuvo fiel durante los tres primeros años que estuvieron casados.
-Es bueno llorar, Faith-le aseguró-Llorar nos limpia por dentro. Me temo que llevas mucho tiempo conteniendo las lágrimas.
                           La aludida asintió.
                           No quería llorar porque debía de ser fuerte. Creía sinceramente que Philip abriría sus hermosos ojos y la vería llorar.
                             Faith no era fuerte. Se había dado cuenta de ellos cuando murió Philip.
                            ¿Cómo voy a seguir adelante sin él?, se preguntó así misma.




                       

1 comentario: