martes, 20 de mayo de 2014

EL VAMPIRO

Hola a todos.
Hacía mucho que no subía un nuevo fragmento de esta historia.
He podido escribir un trocito más y me gustaría compartirlo con vosotros.
En este fragmento de El vampiro, Lizzie va a visitar a Daisy Maning, la joven que fue atacada. La chica le hace una revelación que la dejará muda.

                          Lizzie hizo en el carruaje el trayecto hasta la casa de los Maning.
                         Hacía días que no veía a Devlin. Su marido se había marchado al campo con su cuñada Sarah con la excusa de que la chica necesitaba recuperarse.
                         Lizzie echaba de menos su trabajo en la Academia porque la hacía estar ocupada y no pensar en todo lo que no debía de pensar. Enseñaba a las chicas a caminar erguidas. A comportarse con rectado. Lo que debían de decir. Lo que no debían de decir. Daisy había sido una de sus alumnas más obedientes y todo lo que le había pasado era el fruto de una atroz pesadilla.
                       El carruaje se detuvo ante la mansión.
-Hemos llegado, Excelencia-le indicó el cochero.
                       Fue él el que le abrió la portezuela a Lizzie. La ayudó a descender del carruaje.
                      Se sentía incómoda en su papel de vizcondesa de Strathmore. Mucha gente había criticado a Devlin por haberse casado con una muerta de hambre. La pérdida del bebé que Lizzie esperaba había sido la gota que había colmado el vaso. De pronto, se daba cuenta de que no estaba enamorada de su marido.
-Es usted una tonta-pareció escuchar a Annabelle, una de sus alumnas. Su alumna más rebelde, recordó Lizzie con tristeza-¿Cómo se casa con un hombre sin amarle?
                     El rubio cabello de Daisy estaba recogido en una trenza. Lizzie lo observó cuando entró en el salón donde la chica la estaba esperando. La invitó a tomar asiento a su lado en el sofá. Dieron cuenta cada una de una taza de té.
-¿Es verdad lo que he oído?-interrogó Daisy a Lizzie en cuanto la criada se retiró-A Sorscha...-Seguía llamando a Sarah por el nombre que le puso Ginny, la mujer que la crió-¿También ese ser ha atacado a Sorscha?
-Por desgracia...-contestó Lizzie-También la ha atacado.
-¡Oh, Dios mío! Quint lo sabe y quiere matarle.
-¿Qué has dicho?
                    Los ojos de Daisy reflejaban una tranquilidad que inquietó a Lizzie.
                    En un primer momento, Lizzie pensó que había escuchado mal porque, hasta donde ella recordaba, Quint había muerto. Pero, ¿cómo estaba vivo aquel hijo de perra? Sabía que se había acercado a Daisy con la excusa de que estaba buscando a su cachorro perdido. Pero no le hizo nada a Daisy. ¿Acaso podía ser él el autor de los ataques?
-Quint está muerto-le recordó Lizzie-No puede estar vivo. Yo misma vi cómo moría. Te lo has debido de imaginar.
-Quint está vivo y viene a verme-insistió Daisy-Sobrevivió a la herida que le causó su esposo, Excelencia. Fue una herida superficial. Escapó cuando su marido fue a reunirse con Sorscha.
-¿Me estás diciendo que Devlin dejó escapar con vida a ese malnacido?
-No es malo, Excelencia. Quint me ama.
                     Daisy cogió una de las pastas que había en el platito y le dio un mordisco.
                     Lizzie dio gracias a Dios porque estaba sentada en el sofá. De haber estado de pie, probablemente, habría caído desplomada al suelo. Devlin no le estaba siendo de gran ayuda desde la trágica muerte de su hijo no nato. Su marido pasaba más tiempo fuera de casa que con ella. ¡Y ni siquiera había podido acabar con uno de sus peores enemigos!
-¿Desde cuándo os veis?-quiso saber Lizzie con un hilo de voz.
                    Todo había empezado desde su encuentro en la Academia. A Daisy le parecía mucho más apuesto que el hombre con el que su padre había pensado en casarla.
                      Le contó a Lizzie que Quentin, su prometido, aquel hombre de cuarenta años, la había besado. Y que ella había sentido un asco inmenso cuando lo hizo.
                     Fue Quint quien la enseñó a besar. Él le había dado su primer beso de amor. Y no había sido el primer beso que le había dado.
-¡Daisy, me niego a seguir escuchándote!-protestó Lizzie, con el estómago encogido.
-Usted no ha estado enamorada-le replicó la chica-No ama a su marido y se le nota.



                       Daisy bebió un sorbo de su taza de té.
                       Le contó a Lizzie que todos los besos que le había dado a Quint habían sido dulces y sinceros. Que lo amaba con todo su ser.
-En cuanto esto haya pasado un poco, huiremos juntos a Gretna Green-le confesó a su antigua profesora-Quint no quiere irse sin saber quién me atacó. Puedo asegurarle que él no tiene nada que ver con los ataques. Estaba hablando con su marido cuando fui atacada.
                     Quint había ido a verla cuando se despertó tras el ataque. Había llenado su cara de besos cuando estuvieron juntos y a solas. Y le juró que encontraría al culpable. Lizzie apretó los puños con rabia. Si Quint estaba vivo, ¿cuántos enemigos de la familia Knight podían estar vivos?
-¿Es cierto que a la duquesa la violaron?-inquirió Daisy.
-¿Qué estás diciendo?-se asustó Lizzie.
-Hablo de la duquesa de Hawkscliffe. Quint me contó que vio a un hombre jactándose en una taberna cerca del Támesis. Decía que, a pesar de ser la esposa de un duque, él fue el primero en catar los favores de lady Belinda. Quint dice que ese hombre afirmaba haberla violado. Aunque no lo dijo exactamente.
-No hace falta que digas nada. ¡Dios mío!
                        Lizzie sentía cómo le iba a estallar la cabeza. Daisy llevaba puesto un vestido de color azul claro. Hacía algún tiempo que llevaba vestidos largos. Su rostro estaba sereno. Pero Lizzie creía que estaba viendo a un ser sobrenatural. La tranquilidad con la que le estaba hablando Daisy la estaba asustando.
                       Entonces, le dio el golpe de gracia cuando le confesó que, apenas un día antes, se había entregado a Quint.
-Salí a escondidas ayer por la noche-le confesó a la atónita Lizzie-Nos encontramos en Rotten Row. Nadie me vio salir. Y nadie se dio cuenta de que me había ido porque Quint me acompañó a casa antes del amanecer.
-¿Te has vuelto loca?-gritó Lizzie, histérica.
                      Daisy le contó lo ocurrido la noche antes en Rotten Row. Cómo ella y Quint se habían encontrado. Cómo habían empezado a besarse y se habían dado cuenta de que no podían parar. Cuando se quisieron dar cuenta, la ropa había desaparecido de sus cuerpos. Daisy le devolvía beso por beso. Él no podía parar de besarla. De abrazarla. De recorrer su cuerpo con las manos. De recorrer cada centímetro de su piel con los labios.
-No me arrepiento de lo que hice-afirmó Daisy-Volvería a hacerlo.
                      Lizzie se puso de pie, visiblemente agitada. Deseaba ponerse a romper cosas porque estaba a punto de sufrir un ataque de nervios. ¿Acaso Daisy no había pensado en las consecuencias de sus actos?
-Cuando se enamore de verdad, hable conmigo-le exhortó la joven.
                      Se puso de pie también. Lizzie la miraba casi con miedo porque Daisy siempre había sido la más aplicada de sus alumnas. La más tranquila...Nunca se metía en líos, al contrario que sí hacían su cuñada Sarah y Annabelle.
                       Daisy aún conservaba en sus labios el sabor de los besos que le había dado Quint la noche antes en Rotten Row. La había besado muchas veces cuando la desvirgó porque le hizo daño. El miserable que la atacó no se llevó su virtud. Pero sí había despojado a Daisy de la inocencia que siempre había tenido. La había vuelto más cínica.
                      Le dio un abrazo a la temblorosa Lizzie.
-Hable con alguien de la familia Knight-le aconsejó-Investigue los nombres de sus posibles enemigos. Personas que crean muertas, pero que, en realidad, estén vivas y a la espera de atacar de nuevo.
-No puede ser-murmuró Lizzie-Los ataques...Tu confesión...
-Lo siento mucho, Excelencia.
-No sé qué pensar. ¡Te juro que no sé qué pensar!
                          Lizzie decidió que era la hora de irse. Pero no quería marcharse sin saber una cosa. Buscó sus guantes. Se los puso con las manos temblorosas. Le costaba trabajo mantenerse de pie.
-¿Te dijo ese hombre cómo se llamaba?-interrogó a Daisy-Hablo de Quint. ¿Te dijo cómo se llamaba el hombre que vio en la taberna?
-Creo que alguien le llamó Dolph-contestó la chica-Quint no está muy seguro.

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