Hola a todos.
Hoy, me he animado a subir otro trocito de Los besos que nos dimos.
Los recuerdos siguen presentes en la mente de Faith.
En esta ocasión, recuerda cuando conoció a Philip.
A Faith le gustaba salir a dar un paseo por Hyde Park.
Desde que Philip enfermó, no había vuelto a pasear por aquel parque tan grande como el más inmenso de los bosques. Solía pasear con Philip. Sin embargo, Faith no se sentía capaz de volver a salir a dar un paseo por Hyde Park. Recordaba cuando caminaba orgullosa y cogida del brazo de Philip por la orilla del lago Serpentine. Entonces, era una mujer feliz. Acababa de contraer matrimonio con el hombre más maravilloso del mundo. Se sentía capaz de enfrentarse al mundo por amor.
Fue en Hyde Park donde Philip y Faith se conocieron.
Ella lo recordaba con el más mínimo detalle.
La mujer en cuya casa se hospedaba, su patrocinadora, no la dejaba salir nunca sola.
Le asignó una doncella que la acompañaba a todas partes.
El tener una doncella era algo que incomodaba a Faith. Siempre se había vestido y había cepillado su cabello ella misma.
Pero, cuando vivía en su casa, su padre tampoco la dejaba salir sola a ningún sitio. Entonces, Faith salía acompañada por alguna de sus hermanas menores.
Faith y su doncella estaban paseando por Rotten Row. Su doncella no paraba de parlotear. Faith trataba de no bostezar para disimular su aburrimiento. De haber ido sola, se habría sentado a orillas del Lago Serpentine. Se habría quitado los zapatos. Habría podido meter los pies en el agua.
No se dio cuenta de que un caballo venía en dirección hacia ella y su doncella.
De pronto, notó cómo su doncella tiraba de su brazo. Faith fue apartada del lugar por donde estaba caminando. Un caballo de color castaño se alzó sobre sus patas traseras. Era un alazán, pero Faith no podía admirar su raza. Tenía el corazón en la garganta.
El jinete logró dominar al caballo. Desmontó de un ágil salto.
Se acercó a Faith y a su doncella.
-¿Se encuentra bien, señorita?-preguntó, dirigiéndose a Faith.
-Sí...-respondió la joven.
El jinete se disculpó con ella.
-Le ruego que me perdone-se excusó.
-No ha sido culpa suya-le aseguró Faith-Iba distraída y no me he dado cuenta.
El jinete era un hombre realmente atractivo. Era imposible no apartar la vista de él.
Cogió la mano de Faith y se la besó con respeto.
También él había quedado impresionado con ella.
La había visto a lo lejos. Quiso acercarse para conocerla mejor y no era su intención hacerle daño.
De cerca, era todavía más hermosa. Aquel cabello de color rubio dorado y ondulado que llevaba escondido debajo de un sombrero algo pasado de moda. Cuyos mechones se escapaban del sombrero.
Aquellos ojos de color azul...Su piel blanca como la leche...
-Permítame que me presente-dijo-Mi nombre es Philip Carsington.
Faith se presentó también. Aquel hombre tenía los ojos más bellos que jamás había visto. Además, era un hombre increíblemente alto. A su lado, Faith se sentía como una enana.
Sus facciones eran atractivas. Era un hombre joven y robusto. Pero también era un hombre galante. Un caballero de verdad, pensó Faith con admiración. Sin embargo, aquel encuentro duró relativamente poco tiempo. El jinete tenía algo de prisa. Uno de sus primos, un tal Peregrine, le estaba esperando. Más que su primo carnal era el marido de su prima, lady Olivia. Irían juntos al Pall Mall, el Club de Caballeros del que ambos eran socios.
-¿Le gusta pasear por Hyde Park?-le preguntó a Faith.
-Suelo venir aquí muchas tardes-respondió la joven.
-Entonces, no me cabe la menor duda de que volveremos a vernos.
Volvió a montar en su caballo. Pero, antes de hacerlo, volvió a besar a Faith en la mano.
Ella le vio alejarse poco a poco. Tuvo la sensación de que, efectivamente, volvería a verle.
-¿Ha dicho que se apellida Carsington?-se interesó la doncella-Es que ese apellido es muy famoso en todo Londres.
-Yo he oído hablar de los DeLacey-contestó Faith-Son una pandilla de rufianes, según mi patrocinadora. Pero yo creo que son, más bien, unos supervivientes natos.
-En los Carsington hay quienes no son Carsington. No sé si me explico. La hija de lord Benedict, en realidad, no es hija suya. Ella tenía diez años cuando su madre se casó con él. Lady Bathseba era viuda. Lady Olivia es la hija de su primer marido. Lo que hizo lord Benedict fue adoptarla cuando se casó con lady Bathseba. No tuvieron hijos.
-Eso no es nada malo. Muchas mujeres viudas rehacen sus vidas. Vuelven a casarse.
-Pero ella es una DeLacey. ¡Por Dios! La sangre de esa familia está contaminada. Y eso no fue lo peor.
-No fue lo peor. No sé si volveré a ver a lord Philip. Me gustaría conocerle mejor. Me ha agradado. ¡Es muy apuesto!
Su doncella arqueó una ceja con gesto interrogante.
-Cometerá un error si se decide a involucrarse con ese hombre, señorita-le advirtió.
-Lo que sí que será un error será el no volver a verle-replicó Faith.
Su doncella pensó que se había vuelto loca.
Faith recordaba todo esto acostada en su cama.
No podía conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en que Philip ya no estaba con ella. Y nunca más volvería a estar con ella.
Uy pobre Faith, te mando un abrazo
ResponderEliminarYa he avisado de que esta historia es bastante triste.
EliminarMe ha costado trabajo decidirme a subirla. Pero, ya puesto, he de seguir hasta que termine.
Un fuerte abrazo, Citu.