domingo, 24 de noviembre de 2013

LA BALADA DEL CONDE ORLAK

Hola a todos.
No sabría cómo definir esto que se me ha ocurrido.
No se me da bien escribir poemas. Lo he intentado en un par de ocasiones a lo largo de mi vida, pero nunca he conseguido hacer buenas rimas. Me gusta la poesía y disfruto leyendo poemas, pero no me atrevía a escribir un poema.
Hoy, he decidido intentar hacer algo, aunque no creo que me haya salido bien.
No se trata de un poema, porque ninguna frase rima. No se trata tampoco de ninguna historia corta. No sé bien lo que me ha salido.
Vamos allá.

LA BALADA DEL CONDE ORLAK

     

                       Ya es noche cerrada en el pueblo. La Luna llena estaba tapada por una nube. Alguien camina por el pueblo, ya desierto. Ya sumido en la oscuridad...
                             El conde Orlak sube por la escalera. Su sombra se proyecta sobre la pared. Tiene sed. 
                             No se trata sólo de sed. Se trata de un anhelo. De un sentimiento que creía haber olvidado hace tanto tiempo. 
                              Algo que le hacía sentirse vivo. 
                             Helen espera nerviosa. Le dedica todos sus pensamientos a su marido ausente y enfermo. Piensa en el pueblo que está muriendo. Y ella se retuerce las manos. Se pasea de un lado a otro de la habitación. Nota cómo los latidos de su corazón comenzaban a ser cada vez más rápidos. El Diablo está aquí, piensa. Y he de acabar con él. 
                           La puerta de su habitación se abre. Helen nota cómo la sangre se hiela en el interior de sus venas. Desea gritar. No puede gritar. Debe de fingir que se alegra de verle. Que la tiene subyugada. 
                          Orlak la contempla y siente que ha encontrado a la mujer que debe de acompañarle en su Eternidad. La Eternidad, cuando uno está solo, se hace pesada. Se hace triste. Y Orlak lleva mucho tiempo solo. 
                            Se acuesta en la cama. Mira por la ventana y se pregunta cuándo amanecerá para poder alcanzar su victoria. 
                            Tiene los ojos muy abiertos mientras se fija en Orlak. El conde se acerca a ella. Siente su rostro cada vez más cerca de su rostro y sus ojos espantosos se clavan en los suyos. No me mires, piensa Helen. Siente los labios de Orlak en su frente. 
                            Los ojos de Helen están secos. El pensar en su amado esposo le transmitía valor. El saber que él viviría gracias a su sacrificio le hizo sonreír. 
                           Orlak amaba a Helen desde la primera vez que la vio. Tuvo la sensación de que estaba viendo a un ángel. Helen se había metido en su ser y le hacía sentir que tenía de nuevo un alma. Un corazón...Los ojos de Helen, de color dorado, le perseguían hasta en sueños. Aquella mujer le tenía esclavizado. Y Helen, voluntariamente, quería darse a él. 
-Me amas-parece susurrar. 
-Thomas...-piensa Helen. 
                          Lucha por no echarse a llorar. Thomas se pondría bien. 
                          Los labios del conde Orlak se posan sobre los de Helen. 
                          ¿Cuándo amanecería?, se pregunta ella. Nota cómo su corazón se va parando poco a poco. Entonces, los labios del conde se posan en su cuello. 
                           Siente el dolor. Los dientes de aquel ser se clavan sobre su cuello. Helen no es capaz de pensar en nada. Su mente sólo susurra frases de despedida. 
-Adiós...-piensa. 
                             Orlak muerde y chupa. 
                            Se aparta de ella y contempla su cuerpo tumbado en la cama. Debe terminar de convertirla cuanto antes. Se inclina de nuevo sobre ella y la besa en los labios. 
                             De pronto, siente dolor. 
                             Se aparta de Helen. Está empezando a amanecer. Los rayos de Sol dan de lleno sobre el conde. No puede apartarse de la ventana. Siente que su final ha llegado. Se limita a sentir cómo los rayos de Sol acaban con su vida inmortal. Mira a Helen. Helen...Su Helen...Ella había acabado con él. Aún así, de algún modo retorcido, mientras su cuerpo se desintegra, Orlak no puede sentir odio hacia ella. La ama. La ama aún más. 

 

sábado, 23 de noviembre de 2013

ANUNCIO ACERCA DE "EL VAMPIRO"

Hola a todos.
Hoy, me gustaría hacer un anuncio acerca de mi relato El vampiro. 
Lo que quiero deciros es que, a partir de la semana que viene, todos los sábados, subiré un fragmento de El vampiro. 
Todos los sábados veremos cómo avanza la relación entre Parthenia y lord Ruthven.
¿Puede acaso un vampiro enamorarse de una humana?
Si os gustan las historias clásicas de vampiros atormentados por su sed de sangre, con algo de picante, espero que os guste El vampiro. 


viernes, 22 de noviembre de 2013

EL VAMPIRO

Hola a todos.
Hoy, vamos a ver un nuevo fragmento de El vampiro. 
Esta vez, nos vamos a centrar en la investigación acerca de lo ocurrido a Daisy Maning, la joven que apareció en Green Park con un mordisco en el cuello.
¿Guardará lord Ruthven una relación con lo ocurrido?

                         La última vez que Alec vio a Lizzie, le comentaron que estaba esperando un hijo. No se le notaba mucho su embarazo. Cuando volvió a verla, en Regent Street, la joven vizcondesa se dirigía a la casa de Daisy Maning para visitarla. Daisy vivía en la misma calle y Alec se encontraba allí perdiendo el tiempo. Robert le había devuelto la asignación que le  había quitado dos años antes. De modo que estaba recuperando poco a poco su viejo estilo de vida. Tenía la sensación de que todo lo que había vivido al lado de Becky era producto de un extraño sueño. Lizzie estuvo a punto de tropezar con él al doblar la esquina. Hizo ademán de seguir su camino, pero Alec se interpuso.
                       Hacía semanas que Lizzie se negaba a salir a la calle.
                      Pero lo que le había ocurrido a su antigua alumna la había forzado a salir del encierro en el que vivía desde que perdió el bebé que esperaba. Su marido, de algún modo, la culpaba de lo ocurrido.
-Buenos días, lord Alec-le saludó con frialdad.
                      Le dolía pensar que hubo un tiempo en el que amó a aquel hombre.
-¿Por qué me llamas así?-le preguntó Alec-Creía que éramos amigos.
-Le ruego que no me moleste-respondió Lizzie, nerviosa.
                      Alec clavó la mirada en el vientre plano de la joven vizcondesa. Según sus cálculos, Lizzie debía de estar en el séptimo mes de gestación.
-¿Y tu vientre, Lizzie?-le preguntó a bocajarro-Jacinda me contó que estabas embarazada. No se te nota nada.
-Perdí el bebé-respondió la joven-Déjeme ir.
-¿Qué ocurrió?
-Fue un accidente.
-Cuéntamelo.
-No puedo. Voy a visitar a Daisy Maning. Fue mi alumna durante bastante tiempo. Estoy muy preocupada por ella.
-Jacinda te envía recuerdos. Dice que hace tiempo que no vas a verla. Te acompaño. Así, podremos hablar. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.
                      El trayecto hasta la casa de los Maning se le hizo eterno a Lizzie. Había creído que Devlin la había hecho olvidar a Alec. Quizás, había perdido la virginidad con él. Pero el recuerdo de Alec seguía demasiado presente en su vida.
                     No cruzaron apenas palabra durante el trayecto, que duró, por suerte, apenas unos minutos. Lizzie lo agradeció.



                          El mayordomo de los Maning les abrió la puerta.
                          El ambiente en el interior de la casa era casi de funeral. Los padres de Daisy no paraban de llorar. Por suerte, su hija se estaba recuperando.
-¡Dirán que es una perdida!-sollozó mistress Maning.
                        Alec y Lizzie entendían por lo que estaban pasando. Daisy había sido encontrada herida en Green Park. Pero había accedido a salir con un caballero a solas. Su virtud, por suerte, estaba intacta. Pero la gente ya estaba hablando de ella. Estaba hablando mal de ella.
-Me gustaría hablar con ella-dijo Lizzie.
                      La cercanía de Alec la incomodaba de sobremanera.
-Daisy no quiere hablar-le explicó mister Maning-Tiene pesadillas. Le asusta recordar todo lo que ha vivido.
                       Aún así, accedió a que Lizzie hablara con su hija. Pensó que la joven se sentiría mejor si hablaba con alguien de confianza. Y ella confiaba en la mujer que había sido su maestra. El mayordomo la condujo a ella y a Alec hasta la habitación de Lizzie. El tener a Alec tan cerca la asustaba. Casi podía sentirle. Debo de gustarle ahora porque estoy casada con otro, pensó con ironía.
                      Daisy permanecía acostada en su cama. La herida que tenía en el cuello era demasiado visible. No dio muestras de alegrarse cuando vio entrar en su habitación a su antigua profesora. Tenía la mirada perdida. Lizzie la saludó dándole un beso en la mejilla.
-¿Cómo estás, querida?-le preguntó-He venido a verte.
                   Daisy no le devolvió el saludo.
                  Alec permaneció en un aparte mirando a la joven. Deseó saber qué estaba pasando por su mente en aquellos momentos.
-Fui porque quería ir-dijo Daisy de pronto-Nadie me obligó. Vio que yo quería ir con él a cualquier sitio. Estaba como hipnotizada.
-Querida, he venido porque quiero ayudarte-le explicó Lizzie-Tienes que ayudarme a averiguar quién te hizo eso.
-Hay otras. Tiene sed.
                      Alec frunció el ceño al oír hablar a Daisy. No entendía nada de lo que quería decirle a Lizzie.
-¿Qué significa eso de que tiene sed, señorita Maning?-intervino.
-Bebió de mi sangre porque tenía sed-contestó Daisy. Su mirada pareció tornarse como enloquecida-Yo le oí beber de mí. No tenía ni fuerzas para luchar contra él. ¡No quería luchar! Estaba a su merced.



                      Lizzie sintió cómo se le paraba el corazón al oír hablar a Daisy.
-No puede decir nada-le susurró Alec-Está aún conmocionada por lo ocurrido. Vendremos a verla dentro de unos días.
-Daisy, querida, descansa-le exhortó Lizzie-Tienes que recobrar las fuerzas.
-Está buscando a otra víctima. ¡Tiene que detenerlo!
                    Aferró con fuerza el brazo de Lizzie mientras hablaba.

                   Se sintió mejor cuando abandonó la casa de los Maning. Se detuvo de pronto para apoyarse en una pared. Tenía la sensación de que se iba a desmayar.
-¿Te encuentras bien?-le preguntó Alec.
-Sí...-respondió Lizzie-Estoy sólo un poco acalorada. Nada más...
-Lizzie, quiero ayudarte. Es obvio que el hombre que atacó a Daisy volverá a hacerlo.
-Daisy no quiere hablar.
-Creo que ella es la primera interesada en enviarle a Newgate. Pero está demasiado traumatizada como para hablar. Hay que darle tiempo.
                    ¿Y quién me da tiempo a mí?, se preguntó Lizzie.
-¿Vas a contarme lo que te ha pasado?-inquirió Alec.
-Sufrí un aborto-contestó Lizzie-Tendré más hijo.
                   Pero su contestación no dejó tranquilo a Alec.
-¿Y qué dice Devlin?-quiso saber.
                   Lizzie no quería hablar con Alec acerca de su matrimonio. Hasta la vizcondesa viuda de Strathmore se daba cuenta de que ya no eran pareja. Devlin pasaba más tiempo fuera de casa que a su lado.
                     Su cuñada Sarah había intentado hablar con él en numerosas ocasiones. Sin embargo, Devlin no quería hacer nada por salvar su matrimonio.
-Él está bien-contestó Lizzie.
                    Le dolía demasiado hablar de Devlin. Buscó un carruaje libre para subirse en él y alejarse de Alec. Pero no veía ninguno. Alec pensó en cómo habría sido su vida de haberse casado con Lizzie. La conocía desde hacía muchísimo tiempo. Había llegado a creer que terminaría casado con ella.
-La vida es un poco curiosa-comentó Alec-Tú estás casada con Devlin. Y yo voy a casarme con Becky.
-Le ruego que no me moleste-le pidió Lizzie-Como ya ha dicho, yo estoy casada. Y usted va a casarse.
-Entonces, no quieres que seamos amigos. Pensé que me habías perdonado.
-Sí...No...
                       Por suerte, un carruaje se detuvo cerca de donde estaban ellos. Lizzie se acercó con paso apresurado hasta él. Pero Alec la seguía. La detuvo.
-Manténme informado-le pidió-Quiero atrapar a ese canalla.
-Así lo haré-aceptó Lizzie-Pero...Déjeme ir. Mi cuñada Sarah me está esperando.
                    Alec le dio un beso en la mejilla a modo de despedida.
                    Lizzie se subió al carruaje y cerró la portezuela. Rompió a llorar cuando se quedó sola. Tenía la sensación de que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Devlin y su matrimonio fracasado...La pérdida de su bebé...El ataque que había sufrido Daisy. El ver de nuevo a Alec. Tenía la sensación de estar atrapada en mitad de una pesadilla. Y no sabía qué hacer para despertar.

jueves, 21 de noviembre de 2013

EL VAMPIRO

Hola a todos.
Hoy, veremos el encuentro entre Parthenia y lord Ruthven. ¿Qué pasará?
¡Vamos a descubrirlo!

                         Era cerca de la medianoche. Parthenia esperaba a lord Ruthven a orillas del lago Serpentine, en Hyde Park. Se había puesto encima de su vestido una capa de color oscuro. Tenía la sensación de que podía fundirse con la noche.
                      No se percató de que lord Ruthven había hecho acto de presencia hasta que lo tuvo delante suyo.
-Me ha asustado-dijo.
-He recibido su nota-dijo lord Ruthven.
-Tenemos que hablar.
                    Lord Ruthven cogió la mano de Parthenia y se la besó con suavidad. Los labios del joven caballero estaban muy fríos. Pero, al mismo tiempo, transmitían una calidez que traspasaban el alma de Parthenia. Como pudo, se apartó de él.
-Lo que ocurrió la otra noche fue un error-empezó a hablar-No debió de haber pasado. Usted me agrada. Y disfruto mucho de su compañía.
                   Lord Ruthven se envaró al escuchar a Parthenia. Podía percibir en ella cierta lucha entre lo que sentía y entre lo que esperaban los demás de ella. Mechones de pelo rubio se escapaban de la capa. Sus ojos grises brillaban al posarse sobre él.
-Voy a casarme con lord Piers Draxinger-prosiguió Parthenia.
-¿Piensa casarse con un hombre que no la ama?-inquirió lord Ruthven.
                  Se acercó aún más a Parthenia y le acarició la mejilla con la mano.
-No quiero protagonizar un escándalo-contestó la joven.
                  La mano de lord Ruthven estaba muy fría. Sin embargo, aquella mano parecía querer decir más que cualquier palabra bonita que le había dicho lord Draxinger. Aquel pensamiento turbó a Parthenia. ¿Por qué este hombre despierta esta clase de sentimientos en mí?, se preguntó.
                  Lord Ruthven se acercó todavía más a ella.
-¿Tiene miedo de mí?-indagó.
-Becky dice que usted es peligroso-contestó Parthenia-Pero no le tengo miedo. Es bueno.
                  Lord Ruthven depositó un beso sobre la mejilla de Parthenia, muy cerca de su boca.



                    Bueno, pensó.
                   Parthenia le había dicho que era bueno. Aquella muchacha confiaba ciegamente en él.
                    Llevaba mucho tiempo buscando a la mujer que debía de ser su compañera en su Eternidad. Y, finalmente, la había encontrado en la figura de la hija del duque de Westland.
-¿Quiere dejar de verme, milady?-quiso saber.
-Becky me aconseja que me aleje de usted-contestó Parthenia.
-No piense en su amiga. No es quién para darle consejos cuando va a casarse con el querido de Eva Campion. Piense en usted. ¿Qué es lo que desea?
                 Parthenia guardó silencio.
                 Recordó todo lo que había hecho a lo largo de su vida. Había sido la hija perfecta del duque de Westland. Se había convertido en la perfecta prometida de lord Draxinger. Había hecho lo que los demás esperaban de ella.
-Quiero estar con usted-se sinceró-Quiero ser su amiga. Le veo muy solo.
                   Lord Ruthven apretó los puños. La dulzura de Parthenia le desarmaba. Aquella muchacha no hacía para nada honor al sobrenombre que le habían impuesto los amigos del sinvergüenza de su prometido. La Reina de Hielo...
-Le ruego que no piense tanto en los demás-la aconsejó-Y le ruego que no piense tanto en mí.
-¿Rechaza ahora mi compañía?-se extrañó Parthenia.
-Hay cosas que no entiende.
-Puede explicármelas.
                     ¿Cómo le explico que siento sed de ella? ¿Cómo le explico que ha nacido para ser mi compañera? ¿Cómo le explico que verla supone para mí una dolorosa y dulce tortura? ¿Cómo le explico esta sed que me consume y me atormenta? Una sed maldita de sangre...Parthenia nunca lo entendería.
Tan frágil...Tan etérea...
-Parthenia...-susurró.
                  Los labios de ambos se encontraron. Parthenia rodeó con sus brazos el cuello de lord Ruthven. Cerró los ojos y se dejó llevar por aquel beso largo y denso.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL VAMPIRO

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de El vampiro. 
Un suceso conmociona a todo Londres. Becky compartirá sus sospechas acerca de quién puede estar detrás con Parthenia.

                     Una de las antiguas alumnas de Elizabeth Carlisle, Daisy Maning, apareció desmayada en Green Park. Un vagabundo la encontró sin sentido y con una herida en el cuello hacia el amanecer. Daisy no recordaba a ciencia cierta lo ocurrido la noche anterior. Su antigua profesora, que era desde hacía algún tiempo la nueva vizcondesa de Strathmore, fue a visitarla. Daisy habló a solas con ella. Le contó que había ido a un baile que se celebraba en casa de los Swanson. Un caballero la sacó a bailar y notó una extraña sensación cuando la tomó entre sus brazos para una contradanza. El caballero se ofreció a llevarla a su casa sin decirle nada a sus padres y Daisy cometió el error de aceptar. En lugar de llevarla a su casa, el caballero la llevó a Green Park. Aquel hombre la besó de un modo tan apasionado que dejó sin habla a Daisy. Pero aquel hombre no se contentó sólo con eso, sino que, de pronto, le dio un mordisco en el cuello. Daisy sintió cómo se le escapaba la vida, pero no hizo nada por huir. Tenía la sensación de estar como drogada.
                    Becky había ido a la mansión de los Westland a tomar el té.
-Supongo que habrás leído The Times-le contó a Parthenia-Ya sabrás lo que le ha pasado a la pobre Daisy Maning.
-El mundo está lleno de desaprensivos-opinó su amiga-Me temo que lady Strathmore ha sido una maestra bastante lamentable.
-¡Estoy segura de que lord Ruthven está detrás de ese ataque! Ese hombre...
                   Parthenia le tendió una taza llena de té a Becky.
                   Arqueó una ceja al escuchar cómo su amiga acusaba a lord Ruthven del ataque que había sufrido la pobre Daisy.



                 Parthenia bebió un sorbo de su taza de té.
-¿Cómo puedes estar tan segura de lo que dices?-interrogó a Becky-Lord Ruthven puede ser un hombre raro. Pero estoy segura de que es todo un caballero.
-No se relaciona con casi nadie-le explicó su amiga-No va a los Clubs. No tiene amigos.
-Pero eso no significa nada. No todos los hombres se dedican a perder su tiempo en los Clubs. Yo valoro mucho eso. En serio, Becky. No puedes decir que ha sido él quién ha atacado a Daisy Maning. ¿Qué dice ella?
-Dice que apenas recuerda el rostro de aquel hombre. Sólo puede recordar que tenía los ojos de un color rojo muy intenso.
                    Becky cogió una pasta y le dio un mordisco.
                   Parthenia había conocido a lord Ruthven casi al mismo tiempo que conocía a lord Draxinger. Lord Ruthven llamó la atención de Parthenia desde la primera vez que lo vio. Pero se vio acosada por lord Draxinger. En un primer momento, la joven se sintió atraída por aquel apuesto caballero que tanto interés mostraba en ella. Luego, la relación se enfrió debido a la mala fama que tenía lord Draxinger. Entonces, apareció en su vida el Príncipe Mikhail Kurkov. Un hombre que parecía estar interesado en ella, aunque sus planes eran más bien oscuros. Parthenia, aún siendo cortejada por Mikhail, seguía pensando en lord Draxinger. Finalmente, pensó que su sueño se hizo realidad cuando su amado le declaró su amor. Pero Parthenia no tardó mucho tiempo en despertar de aquel sueño.
                   Estaba al tanto de la mala situación económica por la que estaba atravesando su prometido.
-Lord Ruthven no tiene los ojos de color rojo-afirmó Parthenia-No puede ser él.
-Aún así, no me fío nada de ese hombre-insistió Becky.
-Te fiaste de Alec cuando lo conociste, a pesar de la mala fama que tiene. Y preferiría no tener que recordarte que tiene que casarse contigo.
-Es distinto. Alec y yo nos amamos.
-¿Tú confías en él, Becky? Dime la verdad.
-Si te soy sincera, no. No confío nada en él. Ha ido a visitar a lady Strathmore tras enterarse de lo que le ha pasado a Daisy Maning. Se ha ofrecido a ayudarla. Lo hace por lady Strathmore. No por Daisy...Sé que la amó en el pasado. O creyó amarla. Pero mi caso es distinto. Eres tú quien está en peligro.
-Voy a hablar con lord Ruthven. Aclararé que valoro mucho su amistad. Pero que no puede haber nada entre nosotros. Te diré una cosa. Le tengo mucho cariño a lord Ruthven. Siento que está muy solo.
-Puede que tu prometido sea un mal bicho, Parthenia. Pero no deberías de acercarte tanto a lord Ruthven. Ni siquiera como amiga...Hay algo en él que me asusta.
-Hablaré con él.
-¡Ni se te ocurra hablar con él!
-Tengo que aclarar las cosas con lord Ruthven. Después de eso, no volverá a verle nunca más. No quiero que piense mal de mí.



                        Becky bufó con gesto de fastidio.
-Iré contigo-se ofreció-Sé defenderme. Tu prometido te puede dar buena fe de ello.
                       Parthenia se echó a reír. Pero rechazó el ofrecimiento de Becky.
-Prefiero hablar a solas con él-le aseguró-Le enviaré una nota.
                      Becky la miró con preocupación. Parthenia se daba perfecta cuenta de que había cometido un error al mostrarse tan receptiva con lord Ruthven.
-Pero echaré de menos su compañía-se sinceró-Me siento cómoda cuando estoy con él. Siento que le puedo contar todo lo que pasa por mi cabeza. Y que él me escucha. Que me presta atención. Siento que soy la única mujer que existe para él.
-No digas eso cuando vayas a verle-le sugirió Becky.
-Pero es así como me siento.
                   Parthenia no soportaba los escándalos. Dejaría de ver a lord Ruthven porque no quería dar de qué hablar a las matronas cotillas de la ciudad. A pesar de que estaba en boca de todos debido a los numerosos escándalos que protagonizaba lord Draxinger. Pero le dolía pensar que no iba a verle. Sentía un pinchazo en su corazón.
-Tendré cuidado-le prometió a Becky.

martes, 19 de noviembre de 2013

EL VAMPIRO

Hola a todos.
Hoy, continuamos subiendo más trozos de El vampiro. 
Veremos a lord Ruthven en acción. ¿O actúa así movido por la atracción que siente hacia Parthenia? ¡Vamos a descubrirlo!

                           Las reuniones que celebraba el duque de Westland en su casa eran muy concurridas. Solían ser amenizadas por los conciertos caseros de piano que ofrecía su hija Parthenia.
                           La reunión que celebró aquella tarde no fue ninguna excepción. Parthenia interpretó una pieza de Mozart mientras los asistentes la escuchaban atentos. El duque miraba a su hija con orgullo. Pero frunció el ceño al ver que entre los asistentes se encontraba un invitado inesperado. Parthenia notó susurros de desagrado entre los que estaban allí.
                       Por el rabillo del ojo, la joven divisó una figura vestida por completo de negro. El corazón le dio un vuelco al reconocer a aquel hombre. Era lord Ruthven. Y no dejaba de mirarla fijamente.
                      Parthenia fue aplaudida cuando terminó la pieza. Su prometido se acercó a ella para besarla en la frente.
-Lo has hecho muy bien, querida-la felicitó-Estoy muy orgulloso de ti.
                      Parthenia arqueó una ceja. Lord Draxinger volvió a besarla en la frente.
-La esposa de un aristócrata tiene que ser perfecta en todo-suspiró Parthenia.
                     Becky se acercó a ella y la llevó a un aparte. Miraba con cierto temor en dirección al rincón donde lord Ruthven parecía estar acechando.
-Deberías de decírselo a tu padre-le exhortó Becky a su amiga-Piers no hará nada, pero tu padre hará algo. ¡Por el amor de Dios, Parthenia! Ese hombre te está molestando.
-Lord Ruthven me agrada, Becky-afirmó Parthenia-¡Cómo se nota que no le conoces! Es un joven agradable y educado. No se parece en nada a Piers.
-Deberías tener cuidado con él. Hay algo maligno en su persona.
                 Parthenia se echó a reír.
-También se decía que había algo maligno en lord Alec Knight-bromeó.
-No es lo mismo-replicó Becky-Alec es bueno en el fondo. Pero...Ese lord Ruthven...¡Hay algo en él que no me gusta nada!
-De acuerdo...No quiero discutir contigo. Me ayudaste a darme cuenta de la clase de hombre que era Mikhail Kurkov. Nunca lo olvidaré. Supongo que estarás en lo cierto. Pero la otra vez tenías pruebas en contra de Mikhail. No tienes nada en contra de lord Ruthven.
-Se parece demasiado a mi primo.
                      En aquel momento, lord Ruthven se acercó a las dos jóvenes. Las saludó con una ligera reverencia. Becky empezó a temblar de tal modo que Parthenia pensó que acabaría desmayándose. En aquel momento, una de las cuñadas de Alec, lady Miranda, la esposa de su hermano Damien, la llamó.
-Miranda nos llama-le comentó a Parthenia.
-Ve tú primero-le instó su amiga-Yo iré después.
                   No podía apartar la vista de lord Ruthven. Becky se vio obligada a desistir de su empeño en apartar a su amiga de aquel hombre. Se fue corriendo al lado de la cuñada de su prometido.



-Quisiera felicitarla-dijo lord Ruthven-Ha estado usted sublime.
-Muchas gracias...-contestó Parthenia-Toco el piano desde que era pequeña. Mi institutriz me decía que una dama debía de saber un poco de todo. Se empeñó en que debía de aprender a tocar el piano. Decía que eso animaba mucho una reunión.
-Las reuniones a las que usted asiste nunca son aburridas, milady.
-Es usted muy amable, milord. Estoy en mi segunda temporada y no tardaré mucho en casarme.
                     Lord Ruthven miró por el rabillo del ojo a lord Draxinger. Pensó que aquel hombre no se merecía a una joven como Parthenia.
-¿Ha fijado ya la fecha de la boda?-inquirió-Me gustaría hacerle un buen regalo.
-Me temo que no hay aún fecha para la boda-contestó Parthenia casi con alivio-Mi prometido dice que aún es muy pronto. Nos conocimos cuando fui presentada en sociedad, hace ya un año. Se dedicó a perseguirme y yo le rechazaba. Antes de anunciar nuestro compromiso, estuve a punto de prometerme con otro hombre.
-El Príncipe Kurkov...He oído hablar de él. Su prima y usted son muy amigas. La futura lady Rebecca no se parece en nada a su primo. Un asesino...Un conspirador...Pero me temo que yo tampoco le caigo bien a su amiga.
-Becky sufrió mucho a manos de su primo, milord. Se ha vuelto un poco desconfiada desde entonces. Y me temo que su futuro marido tampoco le inspire mucha confianza. Se parece demasiado a Piers. No quiero hablar mal de ninguno de los dos. Le ruego que no me malinterprete. Sólo quiero explicarle cómo son.
                  Lord Ruthven sintió que se asfixiaba dentro del salón. El pelo suelto de Parthenia caía como un suave manto sobre su espalda. Se sentía tentado a cometer una locura en aquel salón lleno de estúpidos. No veía a Parthenia como una fuente de alimento. La veía a su lado como su compañera. La mujer que debía de acompañarle en su Eternidad.
-Salgamos fuera-le sugirió a la muchacha-Hace demasiado calor.
-Sí...-dijo Parthenia-Usted me inspira confianza, lord Ruthven. Me siento cómoda hablando con usted. Le parecerá una tontería.
-No es ninguna tontería. Desahóguese conmigo si eso le hace bien.
                   Los dos salieron al jardín. Era noche cerrada. Los ojos de Parthenia brillaban como la más hermosa de las estrellas. Lord Ruthven trató de controlarse. Podía escuchar el sonido de los latidos del corazón de Parthenia. Podía sentir cómo la sangre de la joven corría por sus venas. Era demasiado tentadora.
                   Parthenia se fijó en un carruaje oscuro que destacaba sobre los demás carruajes que estaban detenidos en la calle. Lo tiraban caballos también de color oscuro.
-¿Es ése su carruaje?-le preguntó a lord Ruthven-Es bastante llamativo.
-Me gusta el color negro-respondió el joven aristócrata-Es el color de la noche. La noche es hermosa. Llena de secretos...De misterios...
                   Cogió la mano de Parthenia y se la besó con suavidad. Ella le miró a los ojos sintiéndose hipnotizada por él.
-Dígame una cosa-dijo lord Ruthven-¿A usted le gusta la noche, milady?
-Todas las fiestas a las que asisto se celebran de noche-contestó Parthenia-Los bailes...Los banquetes...
-Me refiero a lo que piensa de la noche. ¿Nunca se ha parado a mirar las estrellas? ¿No siente que hay algo atrayente en esta oscuridad que nos rodea? Puede ser que haya alguien acechándonos oculto en las sombras. La noche atrae el peligro.
-Me gusta mirar las estrellas. ¡Son muy bonitas!
-¿Ha pasado alguna noche despierta perdida en la noche?
-¿A qué se refiere?
-A admirar la belleza de la oscuridad. A caminar por las calles de Londres sin saber adónde ir, sólo porque necesita sentir la noche.
                  Parthenia pareció beber cada una de las palabras que pronunciaba lord Ruthven. Estaba a solas con él en el jardín de su casa. Podía escuchar el sonido de las conversaciones. Sin embargo, se sentía aislada por completo del mundo. Y le gustaba aquella sensación.
-Nunca lo he hecho-se sinceró la joven.
-¿Quiere probarlo?-inquirió lord Ruthven.
                  Se acercó mucho a ella. Parthenia sintió el olor que desprendía aquel hombre. Y también pudo sentir la frialdad que transmitía su cuerpo. Una frialdad que contrastaba con el fuego que veía encendido en sus ojos.
                   Entonces, lord Ruthven posó sus labios sobre los de Parthenia. La joven se puso rígida al sentir los fríos labios del joven aristócrata sobre los suyos. Sin embargo, poco a poco, el beso se fue tornando cada vez más apasionado. Sin darse apenas cuenta, Parthenia rodeó con sus brazos el cuello de lord Ruthven. Correspondió a aquel beso. No podía pensar con claridad y tampoco quería pensar con claridad.



-Parthenia...-dijo alguien.
                     Una voz joven y femenina les hizo separarse. Parthenia se giró y se encontró con Becky.
-Te estaba buscando-le dijo su amiga.
-Me tengo que ir-le dijo Parthenia a lord Ruthven.
-Nos veremos de nuevo, milady.
                  Parthenia fue al encuentro con Becky. Su amiga estaba escandalizada. ¿Qué estaba haciendo Parthenia con aquel hombre en el jardín? Tembló al pensar en lo que quería hacerle aquel hombre a su amiga. ¿Acaso no se daba cuenta? Vio algo que la dejó helada.
-Tienes sangre en un labio-observó.
                  Parthenia aceptó el pañuelo que le ofreció Becky. Se limpió los labios.
-¿Qué estabas haciendo con lord Ruthven en el jardín?-la regañó Becky-¿Y cómo es que tienes sangre en los labios? Prefiero no saberlo. ¡Te estaba besando!
-Ha sido un error-dijo Parthenia.
                     Pero no estaba muy convencida de lo que estaba diciendo. Becky lo advirtió.
-Tu prometido te está buscando-le advirtió-Y tu padre también te está buscando.
-He salido a hablar con lord Ruthven-le explicó Parthenia-Hacía una noche agradable. Me apetecía tomar el fresco.
-No soy quién para darte consejos. Pero ese hombre se estaba tomando libertades contigo.
-Lo sé. Si mi prometido se entera, lo desafiará en un duelo. Y yo tengo que callarme si Piers se acuesta con otras mujeres. No soy tan tonta como aparento, Becky.
-Piers será lo que sea. Pero debes de tener cuidado, Parthenia.
-Hablaré con él. Le diré a lord Ruthven que no debe de volver a pasar. No te preocupes, Becky.
                   Pero Parthenia aún sentía sobre su boca la boca de lord Ruthven. En el jardín, el joven aristócrata recordaba el sabor de los labios de Parthenia. Pronto, pensó. Muy pronto...

lunes, 18 de noviembre de 2013

EL VAMPIRO

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros un fanfic que escribí no hace mucho. Es bastante corto. Se trata de un relato corto en el que mezclo la novela de Polidori El vampiro con uno de los libros de la saga Knigh de Galeen Foley, Pecados inconfesables. 
Lord Ruthven, el vampiro creado por Polidori, se siente atraído por la hermosa lady Parthenia Westland. Este personaje es un secundario de Pecados inconfesables. La novela en sí no me gustó nada, pero el personaje de lady Parthenia sí me llamó poderosamente la atención porque tiene bastante potencial para protagonizar su propia historia. Lástima que la autora no le diera una oportunidad.
Lo he dividido en tres partes.
¿Qué podría pasar entre esta refinada aristócrata y un sanguinario vampiro?

EL VAMPIRO

LONDRES, 1818

                    Lady Parthenia Westland era una joven esbelta. Sus facciones estaban muy bien definidas. Sus ojos eran de un bonito color gris. Llevaba su cabello rubio plateado recogido en un moño a la moda. Se sentía un tanto incómoda en el concurrido salón de baile de Almacks. Buscaba con la mirada a su prometido, lord Draxinger. Sin embargo, parecía que su futuro marido se había escondido. Frunció el ceño al imaginar la vida que le esperaba a su lado. Ya no sabía si lo amaba o si sólo se había tratado de un capricho pasajero. 
                    A su lado, se encontraba Rebecca Ward, con quien lord Alexander Knight, hermano menor de uno de los aristócratas más influyentes del país, iba a casarse en breve. Toda la ciudad hablaba acerca de que lord Alec iba a contraer matrimonio con ella porque estaba deshonrada. Becky, como la llamaba todo el mundo, se decía así misma que su futuro marido la amaba. ¿No se lo había demostrado físicamente muchas veces? Si bien era cierto que la pasión entre ambos se había esfumado tras el anuncio del compromiso. 
                 También parecía que su futuro marido se había escaqueado de la fiesta. Lady Parthenia reprimió un bostezo. 
-Veo que tú también te aburres-observó Becky. 
-Me están entrando ganas de irme-admitió Parthenia. 
-No puedes irte. Tu prometido pensará que le has dejado plantado. 
-Mi prometido debe de estar en alguna habitación con alguna dama casada aburrida. Conozco bien la reputación de Piers, Becky. Nunca cambiará. 
-Alec ha cambiado mucho desde que me conoce. 
-¿Lo crees en serio? 
                 En aquel momento, hizo acto de presencia en el salón lord Ruthven. 
                 Tanto lady Parthenia como Becky le conocían de vista. Lord Ruthven era realmente un hombre atractivo. Había algo en él que llamaba poderosamente la atención de lady Parthenia. No sabía lo que era, pero se sentía atraída por él. 
-Voy a saludarle-le comentó a Becky. 
                  La joven contempló con temor al recién llegado. No terminaba de gustarle. 
                  Lord Ruthven le dedicó una sonrisa a Parthenia cuando se acercó a ella. 
-Buenas noches, milady-la saludó. 
                  Cogió su mano y se la besó cortésmente. Pero, al sentir los labios de lord Ruthven sobre su mano, un escalofrío recorrió la columna vertebral de Parthenia. 
-Es un placer verle por aquí, milord-comentó la joven-No suele dejarse ver por estos lugares. 
-Almacks me aburre soberanamente-admitió lord Ruthven-Pero sabía que la vería aquí. Siempre es un placer hablar con usted, milady. 
                  Parthenia esbozó una sonrisa. 


                    El hechizo se rompió con la aparición de lord Draxinger. Parthenia observó que su prometido llegaba arreglándose la ropa. Frunció el ceño cuando lo vio acercarse a ella. Le dedicó un frío saludo a lord Ruthven. 
-Creo que ha llegado el momento de que pase un rato con mi prometida-afirmó con petulancia. 
                  Lord Ruthven clavó su gélida mirada en lord Draxinger. Aquel hombre no era digno de una muchacha como lady Parthenia, pensó. Cada vez que la veía, aumentaba su deseo de saciarse en ella. 
                  Era su dulce tortura. 
-Discúlpenos-se excusó Parthenia-Pero mi prometido me reclama una pieza. 
-No faltaba más-dijo lord Ruthven-La dejo libre. 
                  Parthenia siguió a lord Draxinger hasta la pista de baile. 
-¿Dónde te habías metido?-le preguntó-Te estaba buscando por todas partes. 
-No te he visto muy preocupada por mí-respondió el hombre con indignación-Después de todo, te he encontrado hablando con lord Ruthven. Ese hombre no me gusta nada, querida. Tiene muy mala reputación. 
                 Parthenia se rió con sarcasmo. 
-¿Tiene peor reputación que tú?-ironizó. 
                  A medida que iban pasando los días, sentía cada vez más dudas acerca de si estaba haciendo bien o no en casarse con lord Draxinger. Bailó aquella pieza, un vals, con él. 
-He oído toda clase de rumores acerca de él-insistió su prometido-Rumores acerca de sus gustos. 
-¿Le gustan los hombres?-inquirió Parthenia. 
-No esa clase de gustos. Es...No lo entenderías. 
-Instrúyeme. 
                  El enfado de Parthenia iba en aumento. Lord Draxinger veía que su prometida estaba cada vez más alejada de él. Era cierto que se sentía atraído por ella. Pero también necesitaba la dote de Parthenia para poder pagar a sus numerosos acreedores. No quería terminar como había terminado Alec. Convertido en el querido pagado de una dama como Eva Campion. 
-No quiero discutir contigo en este momento-dijo lord Draxinger-Nos está viendo todo el mundo. 
-Te ha visto todo el mundo irte-le recordó Parthenia-Haré honor a mi apodo, Piers. Vas a casarte con La Reina del Hielo. Yo tampoco quiero discutir contigo. Pero me duele que me estés engañando aún antes de casarnos. 
                   De manera discreta, lord Draxinger llevó a su prometida hasta el balcón. 
                  Parthenia no era ninguna boba. Tenía que convencerla de que nunca la engañaría. Pero eso era muy difícil de conseguir. 
                  No pudo lograr su objetivo. Lord Ruthven apareció en aquel momento. La pieza ya había terminado. 
-¿Me concede este baile, milady?-le preguntó a Parthenia. 
                  La joven se sintió visiblemente aliviada de poder alejarse de lord Draxinger. 
-Por supuesto...-respondió. 
                   Había algo en los ojos de lord Ruthven que la atraía. No sabía a ciencia cierta lo que era. 
-La noto un poco incómoda-observó el joven aristócrata-Espero que ese hombre no la haya estado importunando. 
-Es mi prometido-le recordó Parthenia. 
-No parece muy contenta con él. 


                Lo último que quería era hablar de sus problemas de pareja con lord Ruthven. Sin embargo, tenía que admitir que su compromiso con Piers Draxinger era un error. Y tenía que solucionarlo lo antes posible. De lo contrario, acabaría casada con él. 
                 Está muy frío, pensó Parthenia al sentir la helada mano de lord Ruthven rodeando su cintura. No es normal que un hombre esté tan frío. 
-Ahora, la veo incómoda conmigo-sonrió lord Ruthven. 
                 El corazón de Parthenia comenzó a latir muy deprisa. 
-Tengo la sensación de que lo sabe todo sobre mí-se sinceró-Pero yo no sé nada acerca de usted. 
-Sólo quiero que sepa una cosa-dijo lord Ruthven-La admiro sinceramente. 
                 Al terminar el vals, lord Ruthven besó la mano de Parthenia. Podía sentir cómo la sangre de la joven corría por sus venas. Hizo un gran esfuerzo por no saltar sobre ella delante de aquellos estúpidos. Parthenia no era como ellos. 
                    Becky se acercó a su amiga y la miró con preocupación. 
-Normalmente, no estoy de acuerdo con Piers-comentó-Pero no deberías de relacionarte con lord Ruthven. No me gusta nada ese hombre. 
-Es sincero-afirmó Parthenia-Es raro. Pero es honesto. 

Mañana, la segunda parte. 
¡Hasta mañana! 

domingo, 17 de noviembre de 2013

CARTA DE UN JOVEN DE LA REGENCIA A SU AMADA

Hola a todos.
Como algunos de vosotros os habéis quedado con las ganas de saber la respuesta de Sean a la carta que le escribió Tina, aquí tenéis su contestación.

En Londres, a 17 de septiembre de 1811

                            Mi amada Tina:

                           Leo y releo la carta que me escribiste. Mi corazón parece dar brincos de alegría. ¡Mis sentimientos son correspondidos! 
                           Tengo la sensación de que he pasado toda mi vida buscándote. 
                           Y, al final, te he encontrado. Cuando mi hermana Ellie nos presentó, sentí cómo mi corazón me daba un vuelco. ¿Lo notaste, Tina? Algo dentro de mí me decía que mi espera había terminado. Que no debía de seguir buscando, pues te había encontrado. 
                          Cada vez que iba a verte, lo hacía deseando ganarme tu corazón. Lucho cada día que pasa por ser digno de ti. Por sentir que tú también me amas. El amor, cuando es correspondido, es más hermoso. Tina...Sólo puedo pensar en ti. 
                           En pasar cada segundo de mi vida a tu lado. Soy feliz cuando bailo contigo en Almacks. Sólo tengo ojos para ti. Mis labios, hasta que no apareciste, no habían besado a nadie más. Sólo te he besado a ti. Te reirás al leer estas líneas. Pero es verdad. 
                       Te escribo estas líneas mientras te contemplo dormir. Has venido a mi casa con la intención de entregarme tu carta. Tuve la sensación de que nuestras almas se fusionaban. Nos hemos convertido en un solo ser, Tina. 
                      ¿Me crees? ¿Piensas que soy sincero? Sí...
                     Te miro mientras duermes y me siento el hombre más feliz del mundo. Tu respiración es acompasada. Cuando caminamos por Hyde Park, nos cogemos de la mano. Miro tus dedos que encajan a la perfección entre mis dedos. Cuando nos sentamos sobre la hierba, seguimos cogidos de la mano. Cuando nos separamos, siento el vacío que dejan tus dedos entre mis dedos. Y duele ese vacío. ¿Te pasa a ti lo mismo que a mí, Tina? 
                     Estás muy guapa cuando duermes. La noche va desapareciendo. Te mueves en la cama y siento tu respiración. Te arropo con las mantas de mi cama. Ya no estamos solos. Nos hemos encontrado y no volveremos a separarnos nunca más. Veo tu cara de ángel que rebosa serenidad. 
                      Cuando cierro los ojos, veo tu imagen, Tina. Escucho el sonido de tu voz. Tu sonrisa me ha llegado al corazón. Te abrazo con fuerza. Quiero hacerte reír. Y quiero que te apoyes en mí cuando estés triste. Que puedas confiar en mí. En lo mucho que te amo. 
                    Te beso en una mejilla. Te abrazo y te beso en la boca. 
                    Esta noche, he probado el sabor de cada centímetro de tu piel con mis labios.  
                   Tus dedos acariciaron mi cuerpo. Yo llené de besos cada centímetro de tu piel. Te chupaba. Te mordía. Te lamía. Te llené de besos. Te abracé con fuerza queriendo fundirme contigo. Te besé de manera larga y cálida en la boca. Y nos poseímos mutuamente. Eres mía. Yo soy tuyo. 
                  Vuelvo a besarte. Torno a abrazarte. Te beso en una mejilla. Lo único que pienso en estos momentos es en una cosa. Mañana, iré a ver a tu padre. Le contaré que quiero casarme contigo. Ellie se pondrá contenta cuando se entere. Entonces, estaremos siempre juntos. Te beso en la frente. Descansa, mi amor, porque vamos a estar siempre juntos. 
                      Nuestras vidas empezaron el mismo día en que nos conocimos. Estábamos destinados a encontrarnos. Y así ha sido, mi amada Tina. 
                      Te amaré hasta el último día de mi vida. 
                      Sean. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

EL NO MUERTO

Hola a todos.
Hoy, os traigo un relato corto que se me ha ocurrido.
Lo iré subiendo poco a poco.
Es de época y tiene algunos toques de misterio y, por supuesto, de romanticismo. Transcurre en una pequeña isla de la ría de Vivero, en Lugo, a finales del siglo XIX.
¿Creéis que es posible resucitar al vampiro original? ¿Existen los vampiros? ¿O es el fruto del desconocimiento?
Os dejo con el prólogo.

ENTRADA ELIMINADA.
POR FAVOR, DISCULPEN LAS MOLESTIAS.
GRACIAS.




viernes, 15 de noviembre de 2013

CARTA DE UNA JOVEN DE LA REGENCIA A SU AMADO

Hola a todos.
Hoy, os dejo con un relato bastante cortito.
Nuestra protagonista es una chica de buena familia que le escribe una carta de amor al joven del que está enamorada.
Nos trasladamos a La Regencia, fecha en la que se escribe esta carta.

Londres, a 1 de septiembre de 1811
                       
                         Mi amado:

                          Aún puedo escuchar tu voz en el momento en el que me confesaste que me amabas. Te quedaste mirándome, esperando que yo te dijera algo. Pero las palabras no pudieron salir de mi boca en aquel momento. No fue porque no te ame. ¡Nunca pienses eso! Pero, por desgracia, lo piensas. Incluso, noto que lo sientes. Sean, amor mío, ¡jamás te abandonaría!
                        Te escribo esta carta para abrirte mi corazón. Tú vives en mi corazón. ¿No lo sabías? ¿No te has dado cuenta? Algunas veces, me pregunto el porqué eres tan obstinado. Y, entonces, comprendo una cosa. Soy tan obstinada como tú. Busco la manera de salirme con la mía. De algún modo, Sean, siento que tú y yo estamos hechos el uno para el otro.
                       Recuerdo nuestro primer encuentro, en Almacks. Nuestras miradas se cruzaron hace unos meses en aquel concurrido salón de baile. Recuerdo cómo mi corazón latía a un ritmo alocado. No dejabas de mirarme. Vi reflejado en tu rostro una admiración que jamás había visto en ninguno de mis pretendientes. Te acercaste a mí con la intención de invitarme a bailar. Aquella noche, bailando el vals contigo, sentí que llegaba al Cielo. ¿Te parece cursi lo que te estoy contando? ¡Pues es la verdad! Desde ese instante mágico, te he amado. ¿Te ha pasado a ti lo mismo? Le pido a Dios que sea así.
                     Empezaste a venir a mi casa con la intención de cortejarme. Para mis padres, eras uno de los muchos pretendientes que yo tenía. Acababa de hacer mi entrada en la alta sociedad. No puedo decir que esté teniendo éxito. Soy muy solicitada en las fiestas para bailar. Y tengo muchos admiradores. Para mis padres, eras sólo uno de ellos.
                     Pronto, empezamos a escribirnos cartas de amor a escondidas. Guardo en un cajón de mi mesilla de noche todas las cartas que me has escrito. Las leo y las releo una y otra vez. Y siento que estás a mi lado. Pienso que nunca te alejarás de mí, aunque tengo miedo de que sea así, Sean.
                      Ya han pasado algunos meses desde aquella noche en Almacks. Y siento que soy toda tuya. Has sido el primer hombre que me ha besado. Cuando me ves triste, me arrancas una sonrisa. Cuando me ves alterada, me consuelas. He encontrado en ti a mi principal aliado y a mi mejor amigo. Y tú has sido el que me ha enseñado a besar. ¿Cómo quieres que lo olvide?
                  Puedo contarte todo lo que pasa por mi cabeza. Nos vemos en Hyde Park. Y es allí donde te cuento todo lo que pienso. Todo lo que siento. Todo aquello con lo que sueño.
                   Sean...Siento que lo eres todo para mí. Te has convertido en mi mejor amigo. Te has convertido en mi confidente. Eres el hombre al que amo. Con quien quiero pasar el resto de mi vida. Y ya eres mi amante. Amante...
                 Cuando vienes a verme a mi casa, mi corazón empieza a dar brincos de alegría. ¡Está aquí!, pienso. Ha venido. Me acerco corriendo a ti y trato de disimular todas las emociones que se agolpan dentro de mí. Me besas en la mano. Pero tus ojos me miran y veo deseo en ellos. Yo sonrío al pensar en los besos que nos hemos dados en Hyde Park. En nuestros abrazos clandestinos...Escondidos entre los árboles...
                   Cuando nos separamos, siento que voy a morir. Me dan ganas de llorar. ¡Te añoro tanto! Y veo dolor en tus ojos cuando nos tenemos que separar. No queremos que el beso que nos damos a la hora de despedirnos sea el último. Pero somos felices mientras paseamos por la orilla del lago Serpentine. Hacemos mil planes de futuro. Son los instantes más felices de toda mi vida.
                   Cuando cierro los ojos, imagino mi futuro. Y te veo a ti en ese futuro. Sean, no te pareces en nada a todos los admiradores que he tenido. De momento, esto es un secreto entre tú y yo. No olvido que, además, eres el hermano mayor de una de mis mejores amigas. No me he atrevido a contarle nada. No he sido capaz de contarle lo mucho que te amo. Que lo eres todo para mí. Que es contigo con quien quiero pasar el resto de mi vida.
                 ¿Cómo decirte con palabras que mi corazón solo late por ti? ¿Cómo puedo decírtelo con palabras y que tú me entiendas? Sean, cuando dos personas se aman, en ocasiones, las palabras sobran. Pero tienes que saberlo. ¡Te amo!
                   Y tú también me amas.
                    Anoche...¿Te acuerdas?
                   Anoche, supe que eras el elegido. Es contigo con quien me quiero casar. Es contigo con quien quiero envejecer. Es contigo con quien quiero formar una familia. Cuando leas esta carta, te ruego que no te rías de mí. Es mi corazón el que está hablando.
                   Anoche, te colaste en mi habitación. Yo te estaba esperando sentada en la cama y con la ventana abierta. Entonces, te vi meterte en mi cuarto y mi corazón empezó a dar saltos de alegría. No sentí miedo. No puedo sentir miedo cuando eres tú. Tú...
                    Entonces...
                    Te vi quitarte la ropa hasta que te quedaste desnudo ante mí. Me recostaste sobre la cama. Yo llevaba puesto mi camisón. Desapareció mientras me besabas.
                      Te devolví todos los besos que me diste. Me juraste que me amabas. Y yo no fui capaz de responderte. Te sentí temblar mientras me abrazabas y me entregué sin ningún miedo a ti porque era lo que más deseaba en el mundo. Ser tuya. Y que tú fueras mío. Mi sueño, anoche, se hizo realidad.
                      Tus ojos se clavaron en mí y vi tu corazón en ellos. La sinceridad que emanaba de ti. Un nudo se formó en mi garganta. No pude articular palabra. Me maldije a mí misma por mi torpeza. Nunca antes había estado enamorada. Lo único que podía hacer era besarte y demostrarte con gestos lo mucho que te amo. ¿Lo sentiste, Sean? ¿Lo notaste?
                    Me hiciste tuya. Y yo me entregué a ti enamorada. Me refugié en tu cuerpo. Busqué esos brazos que me rodearon protectores.  Tus labios los encontré. Perdí por completo la vergüenza. Yo no podía dejar de besarte. Y sentí cómo tus labios recorrían cada centímetro de mi cuerpo. Deseando conocerme por completo.
                  Me besaste en el cuello. Llenaste de besos mis hombros. Noté cómo me chupabas los pezones. Cómo los lamías sin cansarte. Y continuaste más abajo.
                   Me sentí amada. Me sentí deseada. ¡Todo eso fue lo que me hiciste sentir! Pude ver lo mucho que me necesitabas. ¿Qué más puedo pedir, Sean? ¿Qué más puedo decirte? ¡Si lo sabes todo! Pero guardé silencio. Me callé por miedo a no saber responder bien. Porque fui torpe. Después de haberme entregado a ti. Después de haber yacido entre tus brazos.
                    Después de haber lamido cada centímetro de mi piel. Después de haberme acariciado. Después de haberme tocado.
                     ¿Cómo he podido ser tan tonta? Sean...
                    Al escribirte esta carta, te lo cuento todo. Te abro mi corazón. Y te ruego que no seas cruel conmigo. No me abandones nunca. Lo único que quiero es estar contigo. Ya nos hemos encontrado. Y nunca más volveremos a separarnos. Nunca dejaremos de amarnos. Porque hemos nacido para estar juntos. Mi corazón siempre estará ligado al tuyo. Mi alma y la tuya están enlazadas. Ya somos un solo ser, Sean.
                   Nunca olvides lo mucho que te amo.

                    Tina.



martes, 12 de noviembre de 2013

NUNCA TE ENAMORES DE UN HOMBRE LOBO

Hola a todos.
Y, por fin, llegamos al final de Nunca te enamores de un hombre lobo. 
Si os gustan las historias de terror clásicas, espero que os haya gustado esta historia. No es muy buena, lo admito. Pero la he escrito con mucho cariño.
Vamos a descubrir el final de la mano de nuestro hombre lobo protagonista: Lucien.
Aquí os dejo con la segunda y última parte del epílogo de este relato.

                           A la hora del té, me reúno en el comedor con mi prima Rose y con su institutriz, miss Muir.
                          Miss Muir remueve su taza de té con la cucharilla y bebe un sorbo.
-Debo decir que estás prosperando mucho, Rose-felicita a mi prima-Por lo menos, ya sabes caminar erguida. Sólo me falta que aprendas a tocar el piano.
-Todavía no entiendo para qué quiere que aprenda a tocar el piano-comenta mi prima-No vive mucha gente en esta isla.
-¡Pero querrá ir a Edimburgo! Toda joven sueña con su puesta de largo.
-Y yo sueño con mi puesta de largo. Pero no sé todavía lo que quiero hacer. No quiero irme de aquí. Es mi hogar.
-Tiene que viajar a Edimburgo para ser presentada en sociedad.
                          Bebo un sorbo de mi taza de té.
                          Intercambio una mirada nerviosa con Rose. No quiere separarse de mí. Pero esta noche habrá Luna llena. La primera Luna llena desde que los dos descubrimos lo que realmente sentíamos el uno por el otro.
-Edimburgo es una ciudad preciosa-intervengo-Te va a gustar mucho, Rosie. Yo te la enseñaré de mil amores.
-¿Lo dices en serio?-inquiere maravillada.
                        No estamos pensando precisamente en Edimburgo. Estamos pensando en el tiempo que pasaremos juntos en esa ciudad.
-Te lo prometo-le aseguro.
                        Rose me dedica la sonrisa más angelical del mundo. Tengo miedo de lo que pueda pasar esta noche. Me aterra la idea de hacerle daño a Rose. He de alejarme de su lado en cuanto caiga la noche.
-Esta noche, no podré cenar con vosotras-le informo-Dile a mi tía que me excuse.
-¿Adónde va?-quiere saber miss Muir-¡No puede irse así como así!



                           No le contesto.
                           Rose coge una pasta. Le da un mordisco. Mientras, clava sus bonitos ojos azules en mí. De algún modo, entiende los motivos por los cuales he de estar lejos de ella esta noche. Y lo comprende. Todo irá bien, parecen querer decirme sus ojos. Y yo quiero creerlo. Igual que ella también quiere creerlo.
-Mi primo tiene sus motivos para no cenar con nosotras esta noche-afirma Rose-Le ruego que le disculpe si le disgusta el no poder saberlo. Pero el cotillear es un vicio que está muy feo. Usted misma me lo dice.
-Lo que no quiero es que la gente de la isla hable mal de tu primo-se defiende miss Muir-Su reputación podría afectarte.
-Mi reputación no tiene porqué afectar en nada a Rosie-intervengo-Lo que yo haga no tiene nada que ver con ella. Los vecinos pueden criticarme. Pero no pueden criticarla a ella. Rosie nunca haría nada malo.
                      Miss Muir se pone roja de vergüenza.
                      Rose disimula una risita. A veces, sospecho que le gusta meterse con su institutriz.

                       Empieza a caer la noche.
                       Salgo por la puerta de la cocina.
                      Alzo la vista al cielo apenas he caminado unos pocos pasos.
                        Y allí está ella. Redonda...Brillante...
                      Y empieza el dolor.
                       Un dolor que se apodera de todo mi cuerpo. Un dolor que me hace gritar. Que parece que está desgarrando mi piel. No puedo evitar caer de rodillas al suelo. Lo único que pido es que se detenga. Pero ese dolor parece que me está lacerando todo el cuerpo. Pienso que voy a morir. No quiero que la angustia se apodere de mí.
                        No recuerdo nada más. Sólo sé que me rodea la oscuridad. Oigo el aullido de una bestia. Un aullido cargado de dolor y de desesperación...Gruñidos que salen del fondo de mi garganta. Y un hambre terrible se apodera de mí.



                         Comida...He de buscar comida.

                           Pasan las horas.
                          Me despierto completamente desnudo y acostado en mi cama. Me fijo en que no estoy solo, sino que Rose está a mi lado.
-¡Te has despertado!-exclama.
                          Lleva puesto su camisón. Con su pelo suelto, es la imagen más hermosa que jamás he visto.
-No te he hecho daño-digo, casi llorando.
                              Rose apoya la cabeza sobre mi pecho. Yo acaricio su pelo.
-Sabía que no me harías daño-afirma en tono triunfal-¡Lo sabía, Lucien!
                         Nos besamos en los labios. No puedo dejar de besar a Rose. No puedo dejar de abrazarla con fuerza. De acariciarla.
-Tenía mucho miedo, Rosie-le confesó.
-Algún día, la maldición se acabará-me dice ella-Buscaremos la cura. ¡Todo terminará, Lucien! No sé cómo. ¡Pero terminará! Yo tengo fe en ello.
-No terminará nunca, Rosie. Va de padres a hijos. Si tenemos algún día un hijo varón. Entonces...
-¡No pasará nada! ¡Te lo juro! La maldición no le afectará. Antes, le buscaremos un remedio.
                         Abrazo con fuerza a Rose. Al besarla, quiero contagiarme de su optimismo. Los besos que nos damos están llenos de esperanza y de amor. Nos abrazamos. No podemos dejar de abrazarnos. Beso a Rose en el cuello. Lleno de besos cada centímetro de su cuerpo.
                          Y quiero pensar que tiene razón cuando me dice que la maldición acabará algún día. ¡Ojala se haga realidad nuestro deseo y este calvario termine! Será sólo un mal recuerdo.

FIN

lunes, 11 de noviembre de 2013

¡PRIMER PREMIO PARA ESTE BLOG!

Hola a todos.
¡No sabéis lo contenta que estoy!
Lo cierto es que me he llevado una muy agradable sorpresa cuando me he enterado de que este blog ha recibido su primer premio. ¡No quepo en mí de alegría! Jessica, la administradora del blog "Un poquito de casi todo", se ha acordado de mí a la hora de otorgarme el Premio de Otoño.
¡No me lo esperaba! ¡Muchísimas gracias, Jessica!
El premio me lo han dado también a mi blog "Un blog de época" y me lo han otorgado los chicos del blog "Acompáñame" y Yessy Kan, la administradora del blog "Manifiesto de amor".




¡Gracias por todos, amigos! Este premio me ha hecho ilusión por partida triple, je, je.
Como es costumbre, todos los premios vienen con una serie de requisitos a cumplir.
Son éstos:

-Nombrar el blog de origen del público: "Acompáñame".
-Nombrar el blog que te otorga el premio: "Un poquito de casi todo".

Y hago aquí un inciso para recomendar desde aquí este blog.
Si lo que queréis es encontrar un blog muy variado, donde podéis encontrar dibujos, manualidades, fotos, etc, os invito a que os paséis por este link:

http://unpoquitodecasitodo.blogspot.com.es/

Hay que cumplir una serie de requisitos.
El primero consiste en responder dos preguntas:
-¿Qué es lo que más te gusta del otoño? Me gustan muchas cosas del otoño. Como que hace más frío (lo digo porque odio el calor). Puedo jugar con las hojas secas de los árboles (es una tontería, pero es cierto). Y puedo dormir más abrigadas (lo confieso, soy una friolera).
-¿Qué es lo que menos te gusta de un blog? De momento no he encontrado nada en ningún blog que no me haya gustado.
Y, ahora, toca nominar a los diez últimos blogs que han participado en el tuyo.
Lo cierto es que sólo han participado en este blog muy pocos blogs.
Vamos a hacer lo que se pueda.
Los nominados son los siguientes:

http://coleccionesvariadas.blogspot.com.es/
http://claudiaescritoraylectora.blogspot.com.es/
http://loschicosdelaprincesajazmin.blogspot.com.es/
http://librosqueyaheleido.blogspot.com.es/
http://masquefantasia.blogspot.com.es/
http://marru86.blogspot.com.es/
http://aprendiendo-mamasola.blogspot.com.es/
http://enamoradadelasletras.blogspot.com.es/
http://dejamecontarpalabras.blogspot.com.es/
http://besandoaundesconocido.blogspot.com.es/

Y, ahora, me toca ir a darles la buena noticia a los nominados.
Una vez más, muchas gracias a Yessy, a Jessica y a los chicos de "Acompáñame" por haber tenido este bonito detalle conmigo.


sábado, 9 de noviembre de 2013

EL VAMPIRO CLÁSICO

Hola a todos.
En los próximos días, subiré el último fragmento de mi relato corto Nunca te enamores de un hombre lobo. 
Dado que el día de hoy es algo siniestro (en mi blog "Un blog de época" he subido un fragmento de mi blog novela La viuda de la atalaya, en la que hay un espíritu rondando por ahí), me gustaría dedicar la entrada de hoy en este blog a los vampiros.
No soy muy fan del género paranormal, pero confieso que siempre me han aterrado y fascinado a la vez los vampiros. El conde Draco, el vampiro adicto a las cuentas de Barrio Sésamo, y el infantilizado conde Duckula han sido dos personajes que han marcado mi niñez.
Después, he ido creciendo.
Nosferatu está entre mis películas favoritas. No sólo por el ambiente romántico que la impregna. El expresionismo alemán da a esta película unos aires realistas que aterrorizan y sobrecogen. La magnífica interpretación de Max Schreck unida a su brillante caracterización hacen que te creas que estás ante un vampiro de verdad.
El vampiro, una novela del año 1816, fue la primera novela tener como protagonista a un vampiro. Luego, le siguió Carmilla, en la que la protagonista era una vampiro. Y el boom vino con el mítico Drácula, de Bram Stoker.
Y aquí viene el quid de la cuestión.
De pronto, los vampiros se han convertido en algo así como una especie de aristocracia. Tienen Reyes. Tienen Consejos. Tienen idioma propio. Tienen Familias Reales. Tienen normas. Tienen clanes. Tienen...
¡De acuerdo! El escritor tiene derecho a escribir lo que le salga de las narices. Se le perdió el miedo a los vampiros a raíz de Crepúsculo y todas las novelas derivadas de la misma. De pronto, desaparece todo lo que rodea el vampirismo.
Y eso es lo que más echo de menos. Una historia en la que el protagonista sea un vampiro como lo imaginó Stoker, Le Fanu y Polidoiri. Un ser que vive atormentado porque necesita alimentarse de sangre para poder vivir. Drácula, desde luego, no estaría de risas ni de de colegueo con lord Ruthven. Es más. Yo creo que se evitarían.
¿Acaso Carmilla iría al instituto? ¿Iría a una fiesta de instituto? ¿Tendría fiestas? No, ¿verdad?
Todo ese aire romántico que rodeaba a los vampiros. Todo ese aire fúnebre que les envolvía. Todo eso ha desaparecido, por desgracia. Y eso era lo que les hacía más atrayentes. Eran personajes atormentados porque veían su vampirismo como una especie de maldición. No parecían sentir sentimiento alguno. ¡Están muertos! No se arrepentían de sus actos porque lo consideraban como una forma de supervivencia. Esos castillos viejos y abandonados...Esos ataúdes donde descansaban. Los murciélagos...El sonido de un órgano, que era un sonido triste.
Los vampiros atraen porque son seres inmortales. Representan lo prohibido. Son románticos y atormentados a la vez. Son peligrosos y lo saben. Atraen y repelen a la vez.
Eso es lo que más echo de menos en las novelas paranormales. Un vampiro que recupere todo lo que forma parte del Universo vampírico. No de lo que inventó la Kenyon (para adultos) y la Meyer (para adolescentes). Me refiero al Universo vampírico que nació de Polidori en una noche en la que nació Frankestein.
Y es ese Universo el que tanto echo de menos.

 El magnífico Bela Lugosi caracterizado como Drácula en la película del mismo nombre del año 1931.

¿Para cuándo un vampiro como Drácula?

viernes, 8 de noviembre de 2013

NUNCA TE ENAMORES DE UN HOMBRE LOBO

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir una especie de epílogo de mi relato Nunca te enamores de un hombre lobo. 
Está dividido en dos partes y está contado en primera persona por sus protagonistas: Rose y Lucien.
La primera parte, dejaremos que sea Rose quien hable.

-Éste es mi lugar favorito cuando me transformo-me explica Lucien-Siento, aún siendo una bestia, una extraña paz. Vengo aquí casi sin darme cuenta.
-Es un sitio precioso-comento.
                     Nos encontramos en la conocida como Cueva de la Crucifixión. Está cerca de los acantilados.
-¿Y qué haces aquí?-inquiero.
-Recuerdo vagamente comer animales-contesta Lucien-Y, después, venir aquí. Una bestia que busca la paz.
-No eres una bestia, Lucien.
                   Mi primo me sonríe con tristeza. La Luna empieza hoy con el Cuatro Creciente. No tardará mucho en llegar, de nuevo, la Luna llena. Y eso angustia a Lucien.
-No has debido enamorarte de mí, Rose-me dice-Podría hacerte daño. Tengo pesadillas. ¡Y me veo a mí mismo haciéndote daño!
-Eso nunca pasará-le aseguro.
                       Nos sentamos en el suelo de la cueva. Se cree que aquí hay un dibujo de Jesucristo Crucificado. Pero nadie lo ha encontrado todavía. Lucien vive atormentado por su maldición. No existe cura alguna para él.



-Fueron los vecinos de esta isla los que mataron a mi padre-me cuenta Lucien-Y también mataron al tuyo.
-Mi madre es mucho más fuerte de lo que piensa la gente-afirmo-Hay que ser fuerte para amar a alguien como tú.
-Amas a una bestia. No es bueno, Rose.
                     Niego con la cabeza. No me importa lo que la gente diga de Lucien. Nos amamos. Y yo estaré a su lado en la próxima Luna llena. No me asusta lo que pueda pasar.

                        Por la noche, voy a la habitación de Lucien. Me está esperando desnudo. Me duele mirar su cuerpo cubierto de arañazos. Llevo puesto mi camisón. Me acerco a él y le beso con pasión en los labios. Hay muchas cicatrices en su hermoso cuerpo, producto de heridas sufridas mientras está transformado. Lucho por no echarme a llorar.
                     Me siento en la cama. Mi madre no sospecha nada de lo que ha pasado entre Lucien y yo.
-No entres aquí cuando llegue la Luna llena-me pide-No estaré.
-Pero estaré esperándote-le prometo.
                    Lucien se sienta a mi lado en la cama. Me mira con gesto dolorido. Tiene mucho miedo de hacerme daño. Alza su mano para acariciar mi rostro con la yema de los dedos. De algún modo, intenta transmitirme el terror que siente al pensar que podría hacerme daño. Aún cuando yo sé que eso nunca pasará.
                      Me olvido de todo cuando Lucien me besa apasionadamente mientras me tumba en la cama. Cuando me despoja de mi camisón. Cuando mi pelo se extiende sobre su almohada. Cuando me acaricia con las manos. Cuando me abraza. Cuando cubre de besos cada centímetro de mi piel. Entonces, pienso que no va a pasar nada malo.

viernes, 1 de noviembre de 2013

NUNCA TE ENAMORES DE UN HOMBRE LOBO

Hola a todos.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hice una entrada en este blog. Prometo que intentaré hacer alguna entrada de vez en cuando, pero mis otros blogs me tienen absorbida.
Sin embargo, no pienso olvidarme de éste.
Esta entrada corresponde a un pequeño relato que he escrito con motivo de la festividad de hoy, el Día de Todos los Santos, aunque bien podría ser un relato propio de Halloween.
Tiene buenas dosis de romanticismo y es de época. ¡Por supuesto, je, je!

ISLA DE DAVAAR, EN EL FIORDO DE CLYDE, 1805

                     Rose Farlane parecía estar distraída. 
-No me está haciendo caso-le llamó la atención su institutriz, Alexandra Muir-Estamos dando los verbos en francés. 
-Discúlpeme, señorita Muir-se excusó Rose-Estaba pensando en otra cosa. Empecemos desde el principio. 
-Está bien. 
                         Las dos estaban en el salón. Rose repitió la lección. Sin embargo, su francés no era muy bueno. Y su institutriz lo sabía. 
-¿Se puede saber lo que le pasa?-quiso saber. 
-Esta noche es la última noche en la que hay Luna llena-contestó Rose. 
-No debe de preocuparse por eso, señorita. Usted no sale sola por la noche. 
                         Rose tenía diecisiete años. 
                         En algo más de un año, sería presentada en sociedad. Su madre viuda y ella vivían con el primo de Rose, Lucien Farlane. Lucien tenía veintitrés años y vivía casi aislado del mundo. Sus padres, los tíos de Rose, habían muerto en poco tiempo a la vez. 
                         A Alexandra no le gustaba trabajar en aquella casa. Le parecía que había algo siniestro en ella. No lo podía decir en voz alta. Quizás, Rose creía que se había vuelto loca. 
-Dejemos la lección por hoy-decidió Alexandra. 
                      Prácticamente, salió corriendo del salón. Rose agradeció el poder quedarse sola. Pensó en su primo Lucien. Siempre había tenido la impresión de que le ocultaba algo. Pero no sabía bien lo que era. 

-¿En serio hay siete cuevas en esta isla?-le preguntó Rose a Lucien. 
-Es lo que se cuenta-respondió el joven. 
                        Habían salido aquella tarde a dar un paseo. 
                        Rose y Lucien habían llegado hasta la parte occidental de la isla. Rose no se cansaba de pasear por aquel lugar. Y arrastraba a Lucien en sus paseos. 
-Será mejor que volvamos-le sugirió el joven.
-¿Por qué quieres que volvamos?-inquirió Rose-¡Se está tan bien fuera! Sin mi institutriz regañándome.
-Tienes que hacerle caso, Rosie.
-¡Hablas igual que mi madre, primo! 

                       El aullido de un lobo despertó a Rose. Una cosa que le llamó la atención desde que llegó a Davaar fueron aquellos aullidos. Ya llamaron su atención cuando llegó, apenas unos meses antes. 
                        Se sentó en la cama. ¿Había lobos en Davaar? 
                       Llena de curiosidad, se puso de pie. 
                       Se puso la bata encima del camisón. Salió al pasillo descalza. 
                       Bajó la escalera. Oyó el sonido de unos golpes en la puerta de la cocina. La casa de los Farlane estaba sumida en la penumbra. Todo el mundo estaba durmiendo. Sin saber bien lo que estaba haciendo, Rose se dirigió a la cocina. Le latía muy deprisa el corazón. Antes de abrir la puerta, Rose cogió un cuchillo. Se parapetó detrás de la puerta, dispuesta a saltar si había algún ladrón. 
                     La sorpresa de Rose fue mayúscula. 
                      Un joven completamente desnudo cayó nada más abrir la joven la puerta. Tenía algunos rasguños por todo el cuerpo. Rose ahogó un grito. Reconocía a aquel joven que tenía sangre en la boca. Era su primo Lucien. 


                   Como pudo, Rose lo llevó a su habitación. Nada más acostarlo en su cama, Lucien pareció abrir los ojos. 
-Me temo que ya conoces mi secreto, prima-dijo con voz cansada. 
-No te entiendo-le aseguró Rose-¿De qué secreto estás hablando?
-De lo que soy realmente. 
-Eres Lucien Farlane, mi primo. 
-Te equivocas, Rosie. La Luna llena me hace esto. Intento resistirme a ella. Pero no puedo. Me convierte en algo que no soy. Una bestia...
                        Rose no entendía lo que quería decirle Lucien. De pronto, una luz se hizo en su cabeza. Se sentó a su lado en la cama. 
-No quiero que estés cerca de mí-prosiguió el joven. 
-Sé que nunca me harías daño-afirmó Rose con rotundidad-Te quiero, primo. Aunque tú no me lo demuestres mucho. 
                         Un nudo se formó en la garganta de Lucien al escuchar a Rose. No podía estar cerca de ella porque temía hacerle daño. 
                           Lo que sentía por su prima no lo había sentido nunca antes por nadie. La idea de dañar a Rose le horrorizaba. Se puso tenso cuando la mano de la joven acarició su mejilla. 
-Además, sólo serían unas cuantas noches al mes-añadió Rose-Nadie tiene porqué saberlo. 
                        Lucien vio el amor reflejado en los ojos de su prima. Alzó la mano para acariciar su rubio cabello, que llevaba suelto y caía por sus hombros. 
                        Rose vio amor en aquellos ojos. 
                        La Luna empezaba a desaparecer por el horizonte. Lucien le habló acerca de la maldición que acechaba a los hombres de la familia Farlane. Aquella maldición había acabado con su padre. Había acabado también con su tío, el padre de Rose. Y acabaría antes o después con él. 
-Eso no va a pasar-le aseguró Rose-Mi padre y mi tío descansan en paz. Ahora, entiendo el porqué él pasaba una semana lejos de casa. No quería hacernos daño ni a mi madre ni a mí. Nos quería. Si mis padres pudieron ser felices juntos, ¿por qué no vamos a ser nosotros felices?
                       Lucien sonrió débilmente. 
-¿Desde cuándo te transformas?-inquirió Rose-Cuéntamelo todo. 
-Desde que cumplí trece años-contestó Lucien-Mi padre, entonces, me encadenaba en el sótano. Mi madre encadenaba a mi padre cuando llegaba la Luna llena. Noté cómo me convertía en algo que no sabía lo que era. Es muy doloroso. Se sufre mucho. Pero se sufre más cuando te das cuenta de que no puedes hacer nada para evitarlo. 


-¿Y no tiene cura?
-Que yo sepa no. Estoy condenado a llevar esta vida. Y no es vida. 
-¿Por qué te transformas en ese ser?
-He oído que una bruja maldijo a mi familia hace muchos siglos. Condenados a convertirse en bestia cada Luna llena. Sólo los hombres...Si tengo un hijo, será como yo. Otro maldito...
-Lucien, por favor, no hables así. 
-¿Estás dispuesta a llevar esta vida que no es vida?
-¡Por supuesto que sí! Haría cualquier cosa por ti. 
                    Lucien cogió la mano de Rose y tiró de ella hasta que cayó sobre el lecho. A su lado...
                    Lucien la besó de manera apasionada. Rose le devolvió todos los besos que le dio. 
-Te amo-le confesó-¡Qué Dios me perdone!
-¡Qué Dios nos perdone a los dos!-exclamó Rose. 
                        Lucien la ayudó a despojarse de la bata. Luego, la ayudó a quitarse el camisón. 
-No tengas miedo-le pidió. 
                         Y se dispuso a amarla lo que quedaba de la noche. Buscó la mirada de Rose. Aquellos hermosos ojos de color azul le miraban con mucha dulzura. Poco a poco, entre ellos harían el futuro. 
                         Se convertiría todas las noches de Luna llena en aquel ser bestial. Pero intentaría no hacerle daño a Rose. Como su padre y su tío hicieron con sus esposas. Sentiría aquel dolor que le desgarraba por dentro. Y el saber que estaba condenado. Vagaría por aquella isla. 
                      Sabía que Rose estaría siempre a su lado. Se susurraron numerosas palabras de amor. Se besaron muchas veces. Los labios de Lucien recorrieron el cuello de Rose. Se abrazaron con fuerza. Lucien acarició el cuerpo de Rose. Llenó de besos cada centímetro de su piel. Recorrió con la lengua cada porción de su cuerpo. La tomó entre sus brazos, haciéndola suya. Y sintió cómo el cuerpo de su prima se estremecía al tiempo que se estremecía su cuerpo. 
                    Cuando todo terminó, Lucien se sorprendió al encontrarse con la radiante sonrisa de Rose.
                     No sabía qué decir. Había sido por primera vez en mucho tiempo feliz. Feliz...Rose le amaba. Y él, a su vez, también la amaba. Los cada vez más débiles rayos de Luna iluminaron el cuerpo desnudo de Rose. Su cabello de color rubio se extendía sobre la almohada. 
-Siempre juntos...-le susurró Lucien. 
-Tú y yo...-susurró Rose.
-Contra el mundo...Contra todo...
                         Volvieron a besarse con fuerza y con pasión. 

FIN