sábado, 14 de diciembre de 2013

UN CABALLERO PERFECTO

Hola a todos.
Hoy, vamos a seguir con Un caballero perfecto. 
Martha ayudar a Daphne a superar la muerte de su marido.
¡Vamos a ver lo que pasa!

-Buenos días...-canturreó Martha.
                      Se sintió rara al entrar en la habitación de Daphne. Cuando Charles se marchó, Bárbara encontró a Daphne cerca de la capilla de San Mirin. Apenas unos meses antes, Daphne era una joven llena de dicha. Acababa de celebrar su primer aniversario de boda con Anthony Woolf, uno de los hombres más ricos y apuestos de toda Escocia.
                   Por si fuera poco, Daphne estaba esperando un hijo de Anthony.
                   La familia de su marido había recibido a Daphne con alegría, convencida de que ella lograría cambiar al rebelde Anthony. La joven estaba muy enamorada de él. Y se sabía amada por Anthony. Pero un accidente cuando salió un día con Charles acabó con los sueños de Daphne.
                   Bárbara fue la que llevó a casa a su prima.
                    Intentó consolarla como pudo. Pero Daphne no podía parar de llorar.
-¿Por qué ha venido a verme?-le preguntó a Bárbara.
-No lo sé, prima-respondió su prima-Si no quieres verle, no le veas. Te hace daño. Te hace recordar momentos muy dolorosos. Pero no estás sola.
-¡Yo amaba a Tony! ¡Y él me amaba! Pensaba que seríamos felices juntos. ¿Sabías que mi bebé era un varón? Me lo dijo el médico. Tony quería un varón. Y yo pensaba complacerle.
-Lo sé, prima.
                     Martha se acercó a su prima.
-Mi querida Martha...-dijo Daphne-¿Qué estás haciendo aquí?
-Quería ver cómo estabas-contestó la aludida.
-Hablas igual que Bárbara. Os preocupáis mucho por mí.
-Eres nuestra prima. Queremos que te recuperes. Que puedas superar todo esto. La visita de Charles ayer fue un duro mazazo para ti.
-Pierdes el tiempo, Martha. No me recuperaré nunca. Sabes que lo he perdido todo. Tony...Nuestro bebé... ¡Y ese malnacido viene aquí implorando mi perdón! ¡Nunca le perdonaré!
                   Martha se sentó en la cama, junto a Daphne. Profundas sombras surcaban los ojos de la joven. Recordaba bien cómo Tony la abrazaba. Cómo la besaba.
                    Anthony...
                    Aquel funesto accidente en el río había destrozado su vida. Daphne creía que Charles pudo haber hecho algo más. Pudo haber seguido nadando hasta sacar a Anthony del agua. No debió de haberse rendido. Por su culpa, su marido estaba muerto. Ella estaba rota de dolor.
                    Había perdido a su marido. Un hombre que fue a pescar encontró el cuerpo sin vida de Anthony. La corriente le había arrastrado río abajo. Cuando Daphne se enteró, cayó desmayada al suelo.
El Destino le tenía preparado otro golpe. A los pocos días del funeral, Daphne empezó a sentirse mal. Empezó a sangrar en abundancia. El médico no pudo hacer nada por salvarle la vida a su hijo.
                  Daphne perdió el niño que esperaba al quinto mes de gestación. Aquel niño era lo único que le quedaba de Anthony. Daphne sintió deseos de morirse cuando se enteró de que había perdido a su hijo. Se sintió más sola que nunca. Pero no era sólo eso.
                    Había perdido la ilusión por la vida.
                    Sus tíos y sus primas estaban volcados por completo en ella, pero no era suficiente.
-Bárbara dice que irás caminando a la boda sí o sí-auguró Martha-Me lo ha dicho ella.
-Martha...-replicó Daphne-¿En serio lo crees? No tengo ni fuerzas ni para salir a la calle. Sólo tengo ganas de llorar.



                     El optimismo de Bárbara era desmesurado. Estaba muy enamorada de su prometido. Daphne se vio así misma reflejada en su prima.
                     Bárbara tenía veinte años. Era la más coqueta de las tres primas. Pero era una joven sensata y cariñosa. Lord Dennison había perdido en matrimonio la mano de Bárbara. El padre de la joven, Henry, se la concedió de buen grado. Bárbara estaba encantada con aquel matrimonio. Cuando Daphne se casó con Anthony, tenía veintidós años. Estaba a punto de cumplir veinticuatro años.
-Bárbara hace bien en casarse con lord Dennison-afirmó Martha-Yo los veo muy enamorados. Pienso que van a ser muy felices.
-Se quieren y los envidio por ello-se sinceró Daphne-Mi prima no sufrirá. Amar es sufrir. Lo he descubierto. Sólo espero no tener que ver a ese canalla nunca más. Me ha hecho mucho daño. Y te prohíbo que me digas que él no tuvo culpa alguna. ¡Sí la tuvo!
                   Una lágrima rodó por la mejilla de Daphne. Martha se inclinó y besó a su prima en la sien. Le dolía verla destrozada. Pero le indignaba a su vez saber que Daphne seguía culpando a Charles de todo. El joven pensaba que su cuñada tenía razón. Anthony había muerto por su culpa y no había sido así. Martha conjuró la imagen de la Daphne que había sido antaño. Una joven alegre...Pero su prima había quedado reducida a una muerta en vida.
                 En aquel momento, entró Bárbara en la habitación. Le sonrió a su prima.
-¡Menos mal que vienes!-exclamó Martha-A ver si tú haces algo para animarla.
-¿Acaso piensas estar triste toda la vida, prima?-inquirió Bárbara-¡Te recuperarás! Quiero verte bailar en el banquete de mi boda. Y no me caso hasta que no seas la Daphne de antaño.
-Bárbara...-quiso quejarse su prima.
                 Pero la aludida la hizo callar.
-¡Nada de excusas!-sentenció-Mantén el ánimo levantado.
-Me pides un imposible-suspiró Daphne.
                   Bárbara le dedicó una cariñosa sonrisa a su prima. Se inclinó para besarla en la mejilla.
                   Después, Daphne dijo que tenía sueño.
                   Bárbara y Martha abandonaron su habitación sin hacer ruido. Sin embargo, Martha notó que su hermana mayor estaba preocupada. Al cerrar la puerta de la habitación de Daphne, Bárbara decidió contarle lo que le pasaba.
-Se avecinan problemas-le confió.
                  Martha no entendió lo que le quería decir. Pero Bárbara había oído rumores. Y estaba preocupada por Daphne.
-El cuñado de Daphne sigue en la isla-le contó-Claude, nuestro mayordomo, cree haberle visto.
-¿Sigue aquí?-se extrañó Martha.
-Me preocupa que Daphne pueda verle. Ya sabes que ella le culpa de lo que le pasó a su marido. Puede que Tony no fuera Santo de mi devoción, pero pienso que nuestra prima tiene razón. Debió de haber hecho algo por salvarle la vida.
-Bárbara, conoces ese río. La corriente le habría arrastrado a él también. Con un muerto bastaba en la familia. ¿No crees?
-Me imagino que sí. Pero...Intenta hacer entrar en razón a nuestra prima. A veces, pienso que el poco sentido común que tenía Daphne se le fue cuando murió su marido. Me da pena el señor Woolf porque siempre ha sido un buen chico. Un caballero, como diría nuestro padre. Pero es mejor que se mantenga alejado de nuestra prima. No quiero que ella sufra de nuevo por su culpa.

1 comentario:

  1. Ojala Dapne aprenda a perdonar. Me esta gustando mucho tu nueva novela, te mando un abrazo

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