jueves, 12 de diciembre de 2013

EL VAMPIRO

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo trozo de El vampiro. 
Lord Ruthven va a ver a Daisy Maning para indagar en lo que le ocurrió. Y también veremos un nuevo encuentro entre lord Ruthven y Parthenia.

                        La ventana de la habitación de Daisy estaba abierta. Entraba la brisa de la noche. Daisy se removió inquieta en la cama. De pronto, abrió los ojos. Y vio una figura masculina de pie frente a su cama.
Daisy se sentó de golpe en la cama. Sentía que le costaba trabajo respirar. A tientas, buscó la lámpara de aceite que tenía en su mesilla de noche. La encendió con mano temblorosa y clavó sus ojos asustados en aquel hombre.
-¿Quién es usted?-le preguntó con voz ahogada-¿Qué quiere de mí?
-Soy lord Ruthven-respondió el joven aristócrata-Le ruego que se tranquilice. Sólo quiero ayudarla.
-No le conozco.
-He oído hablar de usted. De lo que le ha pasado. Quiero descubrir quién se lo hizo. Pero me lo tiene que contar.
-No le puedo contar nada. No recuerdo nada. Él estaba conmigo. ¡Me hizo daño!
                    Lord Ruthven se dio cuenta de que Daisy estaba muy nerviosa.
                    La joven se acurrucó bajo las mantas.
-Pero fui con él-dijo-Yo quise ir con él. No pude verle la cara. Pero sí le vi los ojos.
-¿Cómo era él?-quiso saber lord Ruthven-Cualquier cosa que recuerde es buena.
-Tenía los ojos de color rojo. Cuando le vi, pensé que estaba ante el Diablo. ¡Era el Diablo!
                    Era obvio que Daisy estaba traumatizada por lo ocurrido.
-No era el Diablo-afirmó lord Ruthven-Era un ser humano depravado.
                    Daisy sólo intentaba olvidar lo que había ocurrido. Deseaba creer que todo había sido producto de una atroz pesadilla.



-No le vi la cara-susurró Daisy-¡No pude verle!
                  Rompió a llorar de manera desesperada. Lord Ruthven se acercó más a ella.
-Tranquilícese, miss Maning-le pidió con voz suave-Cuando se sienta con fuerzas, podrá recordar lo ocurrido.
                    Se inclinó sobre Daisy y le acarició el pelo, que lo llevaba recogido en una trenza. Daisy se aferró a sus manos. Clavó sus ojos desorbitados en lord Ruthven. El hombre que la había atacado era el mismo Diablo. Nadie podía detenerle. Nadie podía hacer nada para ayudarla. Lord Ruthven se inclinó sobre Daisy y la besó suavemente en la frente.
-¡Tiene que ayudarme!-le gritó Daisy-Lo que me ha hecho él podría hacérselo a otras mujeres. ¡Por Dios, ayúdeme!

-No te veo muy ilusionada con la boda-le comentó Piers a Parthenia.
                   Los dos se encontraban en el salón de la casa del duque de Westland. Piers y Parthenia estaban sentados en el sofá de terciopelo de color turquesa.
-Pasas más tiempo alejado de mí que junto a mí-le replicó Parthenia.
-Tengo que ocuparme de mis asuntos-le recordó Piers-Eso ya lo sabes.
                   No quiero casarme contigo, pensó Parthenia. Me he dado cuenta de muchas cosas.
-Me pregunto si me quieres-atacó Piers.
-Yo sí te quiero-dijo Parthenia-No puedes poner en duda mi amor por ti. Pero yo sí puedo poner en duda lo que tú sientes por mí.
                   Piers estuvo a punto de atragantarse al escuchar a su prometida.
                   Sus acreedores estaban empezando a perder la paciencia con él.
                   Su boda con Parthenia tenía que celebrarse lo más pronto posible. Si no se casaba con ella, acabaría en Newgate.
-¡Por el amor de Dios, Parthenia!-se escandalizó Piers-¿Cómo puedes dudar de mi amor por ti? Sabes de sobra que eres mi vida.
                      Le dio un beso en la mejilla.
-Ya...-masculló Parthenia.

                       La joven salió a dar un paseo por el jardín de su casa.
                       Sentía que necesitaba tomar el aire fresco. La visita de Piers había estado a punto de minar su paciencia. Su prometido era el ser más hipócrita que jamás había conocido.
                       De pronto, se dio cuenta de que no estaba sola en el jardín. Se dio de bruces con lord Ruthven. Respiró aliviada al reconocerle.
-He estado hablando con miss Maning-le contó nada más verla-No quiere recordar quién le hizo daño aquella noche. Está muy asustada.
                     Iba vestido de negro. Parthenia recordó que lord Ruthven siempre iba vestido de negro. Negro...Parecía querer confundirse con la noche. En realidad, parecía querer formar parte de la noche. Esa noche que tanto les atraía a ambos.
                     Parthenia llevaba puesto un vestido de color negro. En la noche, parecía un ser etéreo. Lord Ruthven respiró hondo al verla.
-Podría hablar yo con ella-se ofreció Parthenia-A lo mejor, me escucha.
-Hay que darle tiempo, milady-le sugirió lord Ruthven-Unos días...
-¡Ese hombre podría volver a atacar!
-Usted misma lo ha dicho. Ha sido un hombre quién lo hizo. No un ser venido del Infierno...
                      Parthenia empezó a caminar por el jardín. Lord Ruthven se colocó a su lado.
                      Percibía el calor que desprendía el cuerpo de Parthenia. No quería asustarla. No quería hacerle daño. Podía escuchar cómo corría la sangre de Parthenia en el interior de sus venas.
-Le ruego que tenga mucho cuidado-le pidió Parthenia-No quiero que le pase nada. Y avíseme si hace nuevos progresos.
-Así lo haré-le prometió lord Ruthven.
-De acuerdo...Gracias...
                    Lord Ruthven selló los labios de Parthenia con un beso cargado de calidez.

3 comentarios:

  1. Uy genial que vuelvas a publicar está historia la extrañaba.

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    1. Hola Citu.
      Me temo que tendrá que ir poco a poco avanzando.
      ¡Pero avanzará!
      Un fuerte abrazo, amiga.

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  2. Y bueno, parece que lord Ruthven no pudo averiguar nada con Daisy. Pero ya casi sabemos que no es el el vampiro. Eso creo… a no ser que yo este mal. .
    Saludes

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