miércoles, 6 de agosto de 2014

CERCA DEL MANANTIAL

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Cerca del manantial. 

ADVERTENCIA: Por si os habéis dado cuenta, he cambiado los nombres de los personajes y también he cambiado la ambientación. Del año 1714 he pasado al año 1860.

Espero que os guste este nuevo fragmento.

                                 Aquella noche, Alicia fue a la habitación de Rebeca a desearle las buenas noches.
-Has tardado mucho en regresar del manantial-comentó Rebeca.
            Llevaba puesto el camisón y estaba acostada en la cama. El cabello de color rojo de Rebeca estaba recogido en una trenza.
            Alicia se sentó a su lado en la cama.
-He estado hablando con un joven-le contó-Lo conocí en el manantial. ¡Es muy apuesto, Rebe!
            La aludida sonrió. Tosió con fuerza. Alicia la ayudó a inclinarse para poder golpear su espalda con la intención de calmar su tos.
            Cuando se le calmó la tos, Rebeca le dedicó una sonrisa débil a Alicia. Tenía la sensación de que estaba viéndose así misma tiempo atrás. A lo mejor, ha tenido un flechazo, pensó Rebeca. Le ha pasado lo mismo que me pasó a mí hace tanto tiempo.
-Parece que han pasado años-suspiró Rebeca.
-¿A qué te refieres?-inquirió Alicia.
-Puede que tengas toda la suerte del mundo al haber encontrado el amor.
            Rebeca volvió a suspirar. Pensó en su prometido, del que no sabía nada desde hacía mucho tiempo. Alicia también se había puesto el camisón. Llevaba su rubio cabello recogido en una trenza. Llevaba un chal de lana sobre los hombros para protegerse del frío.
-¿Vas a volver a verlo?-inquirió Rebeca.
-Me gustaría mucho volverle a ver-contestó Alicia.
-Ten cuidado.
-¿Por qué lo dices?
-Porque no quiero que sufras.
-No te preocupes por mí, Rebe. No creo que me pase eso.
            Alicia se puso de pie. Besó a Rebeca en la frente. Por suerte, le había bajado la frente. Se dijo así misma que su prima tenía algo de razón. No quería arriesgarse a sufrir por amor. Ya veía a Rebeca sufrir. 
            Rebeca tenía sus sueños. Soñaba con volver a ver a su prometido. Quería volver a abrazarle. Todavía guardaba los besos que se habían dado. Por supuesto, no habían ido más allá de aquellos besos. Unos besos que él le había robado.
                        Su tío Jaime la sacó a la calle.
-Te conviene tomar el fresco-le exhortó.
                       La sentó en una silla que uno de los pocos criados que quedaban había sacado previamente.
                       Alicia se quedó junto a ella. Parecía que Rebeca tenía mejor color de cara. Acabará recuperándose, pensó Alicia. Rebeca era mucho más que su prima. También era su mejor amiga.
                        Tuvo la sensación de que Rebeca estaba pensando en su prometido.
-He soñado con él-le contó-Estoy convencida de que va a volver.
-Yo también lo espero-afirmó Alicia.
                       Vivían en la zona conocida como El Llano del Aljibe, al sur de la isla. Era la parte más plana de la misma y donde había más casas.
-¿Crees que le habrá pasado algo?-le preguntó Rebeca a su prima.
-Desecha esos pensamientos-le respondió. Le cogió la mano mientras se ponía de rodillas junto a ella-No has de perder nunca la esperanza. Tienes mejor color de cara hoy.
                     Rebeca esbozó una sonrisa tímida. Se sentía mucho mejor aquel día. Lo achacaba a la sospecha de que su prometido estaba cerca. Casi podía verle llegar.
-Una amiga mía me decía que los soldados se olvidan rápidamente de las mujeres que les están esperando-le contó a Alicia.
-No tienes que hacer caso de lo que te diga la gente-le aconsejó Alicia-Mienten para hacerte daño, Rebe.
                      Pensó en Carlos. Él le había contado que no había nadie esperándole en la Península. Pero también podía estar mintiéndole. No sabía nada de él.
                       Deseaba volver a verle. Era algo que nunca antes le había pasado. Sentirse atraída por un completo desconocido. 



-Nunca has estado enamorada-afirmó Rebeca. 
-Puede que me vaya a enamorar-replicó Alicia-Eso nunca se sabe. 
-Ha pasado algo. 
-Ya te lo contaré. 

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