Hola a todos.
Aquí os traigo un fragmento de lo más disparatado que jamás he escrito.
Juzgad vosotros mismos.
Judith pensaba que las cosas no podían ir a peor.
Hasta que presenció aquel beso dado en mitad del pasillo.
En realidad, no había sido sólo un beso. Había sido más de un beso.
Sin embargo, Theodosia no pensaba contárselo. Bastante tenía con ser consciente de lo que había hecho. Y de con quién lo había hecho. Lo peor de todo era que ni siquiera había pensado en Evan.
-¿Se ha vuelto loca, señorita Theodosia?-le espetó a la joven cuando entraron en su alcoba.
La aludida parecía estar en una nube. Por un lado, sabía lo que acababa de pasar. Por el otro lado, no se terminaba de creer lo que acababa de pasar.
-Ya sé lo que me vas a decir-contestó Theodosia con voz trémula-Soy una mujer casada. Las mujeres casadas no andan besándose con hombres que no son su marido.
Se sentó en la silla del tocador. Sentía que se iba a desmayar de un momento a otro.
-¡Las mujeres casadas no andan besándose con hombres que ni siquiera pertenecen a la dimensión en la que viven!-casi gritó Judith, visiblemente alterada-¡Por el amor de Dios, señorita! ¡A saber de qué revista de ésas que traje de la dimensión la que estuve viene!
-No ha pasado nada-le recordó Theodosia, intentando mantener la calma-Además, pronto, encontrarás la manera de devolverlo al lugar del que viene.
-Debería de ser encerrado en el desván. No creo que nadie se crea la patraña de que hay un misionero chino en la isla que quiere que sus padres sean los benefactores de la misión en la que está en algún lugar de China.
-Evan no me lo perdonará. Como se entere, nunca me lo perdonará.
Theodosia meneaba la cabeza en sentido negativo. Sentía un agudo dolor.
-Esto no tiene nada que ver con el señorito Evan, señorita-le aseguró Judith.
Se trata de mantener a salvo mi cordura, pensó Theodosia. Él no es real. ¡Esto que está pasando no puede ser verdad!
uy me cae bien mi tocaya. Te mando un beso
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