miércoles, 14 de enero de 2015

CERCA DEL MANANTIAL

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Cerca del manantial. 
En esta ocasión, seguimos muy de cerca a nuestra protagonista, a Alicia.
Me encantaría poder terminar esta historia a lo largo de todo este mes.
De momento, vamos a centrarnos en lo que le ocurre a Alicia.

                                Por lo general, lo que más le gustaba del desayuno a Alicia es poder dar cuenta de su taza de leche caliente con gofio. El gofio consiste en harina no cernida de cereales tostados y su apariencia es similar a la harina blanca, pero con un color más amarillento.
                              Sin embargo, Alicia no tenía hambre. La noche anterior, había dormido muy poco. Le sorprendió ver a Rebeca sentada a la mesa del desayuno.
                             Su prima tampoco tenía hambre. Doña Anabel le dio un mordisco a su tostada untada con mermelada de frambuesa. Miró a su hija y a su sobrina con preocupación.
-Si no comes, acabarás enfermando tú también-le aseveró a Alicia.
-¡Tengo hambre!-mintió la chica.
                             Rebeca trató de disimular una sonrisa. Su prima no podía engañarla.
-Me temo que el amor también ha llegado a tu vida-observó con tristeza.
                            Al escuchar aquellas palabras, Alicia se puso roja como la grana.
                            Rebeca le dio un beso en la mejilla.
                            Alicia no quería pensar en Carlos. Hacía ya varios días que no le veía. Se decía así misma que quería verle porque debía de darle las gracias. Había ido a buscar al doctor Germán a Arrecife y éste había curado a Rebeca.
                          Su prima se encontraba mejor gracias a él. Alicia no quería pensar en que pudiera estar enamorada de Carlos.
-Enamorarse es sólo una fuente de problemas-replicó la chica-No olvido lo que acabas de pasar.
-Lucas está muerto-se lamentó Rebeca.
                           Luchó por no echarse a llorar al pensar que nunca más volvería a ver a su amado Lucas. Doña Anabel se puso nerviosa.




-Y lo que tienes que hacer es empezar a pensar en otra cosa-sugirió doña Anabel, dirigiéndose a su sobrina-A Lucas no le gustaría verte en ese estado. Tienes que empezar a mirar hacia delante. Aunque te cueste trabajo. Sé lo que es perder al hombre que amas.
                           Rebeca suspiró hondo.
-¿Tú querías a mi padre?-se asombró Alicia.
-Puede que sea algo seca, pero yo quería muchísimo a tu padre y él, a su vez, también me quería del mismo modo-contestó doña Anabel-Puedo entender por lo que está pasando tu prima. Pero eso no significa que tú también vayas a sufrir, hijita. Tienes derecho a enamorarte. Y el mundo está plagado de buenos hombres.
-No creo que pueda ser capaz de entregar mi corazón a un hombre en estos momentos.
-No seas cobarde en lo que se refiere al amor, hijita.

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