martes, 30 de diciembre de 2014

ESCENA ELIMINADA DE MI NOVELA "LO QUE CALLAMOS"

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento eliminado de mi novela Lo que callamos. 
Uno de los lugares donde pensé que podría transcurrir la acción, antes de decantarme por Madrid (lugar donde transcurre toda la historia definitivamente) fue la isla de Toralla, en la ría de Vigo.
La acción de esta escena transcurre en el bosquecillo que hay en la isla.

                               Se encontraban en el pequeño bosquecillo. Aprendieron a besarse. Martín era el primer chico al que María Catalina besaba. Pero no podían pasar mucho tiempo juntos.
-Tengo que hacer muchos deberes-le decía.
-¡Y qué importan los deberes!-se reía Martín.
            María Catalina le fulminaba con la mirada. Pero Martín la abrazaba riendo.
            Martín tampoco había besado a una chica antes de empezar a salir con María Catalina.
-Eres mi todo-le aseguraba.

 

lunes, 29 de diciembre de 2014

ESCENA ELIMINADA DE MI NOVELA "LO QUE CALLAMOS"

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento eliminado de mi novela Lo que callamos. 
Es un fragmento muy cortito.
¡A ver qué os parece!

                  La primera que lo supo fue Victoria.
               María Catalina la llamó por teléfono aquella tarde, cuando se encerró en su habitación a repasar sus lecciones.
-¡Tía!-exclamó María Catalina cuando Victoria descolgó el teléfono-¡Martín me ha pedido que salga con él!
              Al otro lado del hilo telefónico, su amiga empezó a chillar.
-¡Cuéntamelo todo!-le exigió a María Catalina-¡Quiero saberlo con pelos y señales! Cuenta.

domingo, 28 de diciembre de 2014

ESCENA ELIMINADA DE MI NOVELA "LO QUE CALLAMOS"

Hola a todos.
En estos momentos, mi mayor deseo es terminar todas las historias que tengo a medias.
Lo que callamos es una novela que tengo que estoy corrigiendo.
Le he cambiado los nombres a los personajes en varias ocasiones, hasta que, al final, se han quedado con un nombre fijo.
Les he añadido escenas que me resultaban de relleno y que he quitado.
La acción transcurre en Madrid a lo largo de la década de 1980.
Habla de una relación de pareja en un tono bastante realista. Susana y Álvaro son los protagonistas. Ambos se dan cuenta de que están enamorados cuando van al instituto y empiezan a salir juntos. Sin embargo, Susana quiere cambiar la manera de ser de Álvaro. Trata de moldearlo a su manera. Y, a su vez, Álvaro guarda sus propios secretos y no quiere hablar de ellos con Susana.
En esta escena, aparecen los protagonistas llamándose María Catalina y Martín (a ella pensé en llamarla Daniela y Mónica).
Vemos una cita entre ellos.

                                    Hacia el mes de agosto, Martín llamó a María Catalina a su casa.
            La invitó a dar un paseo. María Catalina accedió y quedaron en verse a la tarde siguiente. Martín fue a buscarla muy puntual, a las seis de la tarde. María Catalina fue la que salió corriendo a recibirle. Intentaba disimular que no le estaba esperando.
-Hola, Martín-le saludó.
-¿Ya estás lista?-inquirió el chico.
-Sí…¿Nos vamos ya?
-Sí…¿Te apetece que vayamos al bosque? No nos alejaremos demasiado.
-Bueno…
            María Catalina se había cambiado de ropa hasta diez veces antes de decantarse por un pantalón pirata y por una camiseta que dejaba al descubierto un hombro. Martín pensó que María Catalina estaba realmente guapa aquella tarde. Se había puesto una cinta en la frente, siguiendo la moda.
-Me gustaría decirte una cosa-dijo Martín-Pero no sé por dónde empezar.
-Tú dirás-le invitó María Catalina.
            Martín notó que le faltaba el aliento. Había algunas personas en el bosque. Había una pareja que andaba buscando setas para la cena. Martín le dio un codazo a María Catalina. Le señaló a la pareja.
-¿Nos imaginas así dentro de algunos años?-quiso saber el chico.
-¿Cómo?-indagó María Catalina-¿Buscando setas?
-Pues sí…Buscando setas. Los dos juntos…Ya mayores…
            María Catalina se encogió de hombros. No le gustaba buscar setas. Se preguntó qué había querido decirle Martín con aquello.
-No me gustan las setas-contestó la chica-Las probé una vez. Me dan asco.
            Martín se sintió frustrado.
-No buscaremos setas entonces-le prometió.
            Quería decirle a María Catalina que ella le gustaba mucho. Sin embargo, no le salía la voz. No sabía cómo decirle lo mucho que ella le gustaba. Y se preguntaba si María Catalina sentiría lo mismo que él. En ocasiones, parecía que sus sentimientos eran correspondidos. Sin embargo, no tardaba en cambiar de opinión. Se asustaba al pensar en que María Catalina podía rechazarle.
            ¡Se volvería loco si María Catalina le rechazaba!
            Se detuvieron junto a un pino. No había nadie mirándoles. Casi sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, María Catalina rozó con sus labios los labios de Martín. Éste, al darse cuenta, quiso ahondar en aquel beso. María Catalina se asustó al notar la boca de Martín sobre su boca. Se apartó de él. La sangre se agolpó en las mejillas de la chica.
-¿Por qué has hecho eso?-le preguntó Martín.
-Es el calor-respondió María Catalina-El calor me afecta a la cabeza. Se está haciendo tarde. ¿Me acompañas a casa?
-Sí, claro. Vamos.
-Gracias…

   

sábado, 27 de diciembre de 2014

UN CABALLERO PERFECTO

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Un caballero perfecto. 
Charles acaba enterándose de la verdad acerca de su origen.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                                     En el fondo, Charles siempre tuvo la sensación de que él era un extraño en su propia familia.
                                    Ver a Bennet, aquel extraño hombre al que había visto en ocasiones en la isla, en el salón de su casa, que estaba cada vez más arreglada, no le llamó mucho la atención. Debía de ser sincero consigo mismo.
                              Cuando Charles entró en el salón, vio a Bennet discutiendo con mistress Woolf. Bennet estaba cansado de todo. Estaba cansado de fingir que no sabía que Charles era su hijo cuando hacía años que lo sabía. Desde que le vio siendo niño una vez y se percató de lo mucho que se le parecía. Llevaba semanas peleando consigo mismo sobre cómo acercarse a su hijo. Cómo contarle la verdad que llevaba años callando y que estaba matándole de pena.
-¡Vete!-le ordenó mistress Woolf a Bennet con gesto nervioso-¡Dime una cantidad y yo te la pagaré con gusto! Pero, ahora, ¡márchate!
-¡Métase su dinero donde le quepa, señora!-le escupió Bennet a mistress Woolf.
-¿Por qué dice eso?-intervino Charles.
-Hijo...
                                Los ojos de Bennet se llenaron de lágrimas al recordar las veces que había estado con Julianna.
                               Cómo la había estrechado entre sus brazos sintiéndose muy dichoso. Cómo su lengua había recorrido cada centímetro de su piel.
                               Había obrado movido por un impulso y no pensaba detenerse ahora. Empezó a hablar sin darse cuenta de las palabras que salían de su garganta. Intentaba no llorar mientras hablaba, pero las lágrimas rodaban sin control por sus mejillas. Él nunca terminó de creerse aquella historia de que su hijo había nacido muerto.
-¡Me arrebataron a mi Julianna!-afirmó Bennet con desesperación-¡No dejaré que vuelvan a separarme de ti!
-¿Es verdad lo que está diciendo, madre?-le preguntó Charles a mistress Woolf.
                         La discusión atrajo la atención de Lauren y de Phoebe.
                         Las dos jóvenes entraron en el salón. Se quedaron de piedra al encontrar a Bennet allí.
                         Mistress Woolf se había puesto muy pálida. Le resultaba imposible seguir negando la verdad que llevaba mucho tiempo callando. Por una ironía de la vida, por culpa de su querido Anthony, su idolatrado primogénito, tanto ella como sus hijas se encontraban dependiendo del hijo bastardo de Julianna y de aquel mozo de cuadras.
                          Mistress Woolf asintió de un modo casi imperceptible. Charles sentía cómo muchas piezas empezaban a encajar en su cabeza. Siempre se le había hecho de menos en su propia familia. Ahora, entendía el porqué. No era realmente un Woolf.
-Charles...-le llamó Bennet.
                      El joven no le escuchó. Salió a la calle. En aquel momento, necesitaba alejarse de todo el mundo.



viernes, 26 de diciembre de 2014

ANUNCIOS ACERCA DE "UN CABALLERO PERFECTO"

Hola a todos.
Me gustaría hacer un pequeño anuncio acerca de mi relato Un caballero perfecto, que estoy subiendo a este blog. No pienso abandonar esta historia ni pienso borrarla.
Mi intención es terminarla, sino es posible en lo que queda de año (que es poquísimo) sí a lo largo del año que viene.
Los microrrelatos me han servido de muchísima ayuda. Y forman parte de la trama. O sea, que lo que se cuenta ahí es lo que ocurre entre Martha y Charles dentro de la historia.
Pienso subir un fragmento de esta historia hasta que la termine.
Y, una vez que esté terminada, Cerca del manantial será la siguiente en caer.
Es lo que hay que hacer. Terminar todo lo que hay empezado para comenzar con nuevos proyectos.
Espero que estéis disfrutando de una muy feliz Navidad.

martes, 23 de diciembre de 2014

SEGUNDO MICRORRELATO "UN CABALLERO PERFECTO"

Hola a todos.
Hoy, os traigo mi segundo microrrelato inspirado en mi relato Un caballero perfecto. 
Si ayer era contado desde el punto de vista de Charles, hoy, conoceremos el punto de vista de Martha.

                                   Siento que mi vida ya no está bajo mi control. Ni Bárbara ni Daphne acaban de entender que me haya enamorado de Charles. ¡Por el amor de Dios, se trata del hermano menor de Anthony! Pero lo que siento por Charles escapa a mi control. Ya me he entregado a él. He ido a su casa y me entregué a él voluntariamente.
                              No hay marcha atrás. Bárbara y Daphne lo saben. Daphne ya no llora por Anthony. Y sospecho que mi hermana ya no desea casarse con su prometido.
                               Y Charles se ha colado esta noche por la ventana de mi habitación. Mi corazón me decía que iba a venir. Y ha venido a verme.
                               Caímos los dos desnudos sobre mi cama.
                               Mi corazón tomó el control de todo.
                               Le devolví a Charles todos los besos que él me dio. Su presencia en mi alcoba no me causó inquietud alguna. Tan sólo podía pensar en lo hermoso que era con la luz de la Luna colándose por la ventana de mi habitación abierta. Y dándole a él de lleno.
                            Charles besó mi cuello varias veces. Llenó de besos cada centímetro de mi piel.
                            Pude haberle echado de mi alcoba, aunque no era eso lo que quería. Lo quería a él.
                            Sentí la lengua de Charles recorriendo con lentitud mis senos. Sentí sus labios bajando por la base de mi estómago.
                            Y lo sentí dentro de mí. Me estrechó con fuerza entre sus brazos y me hizo suya. Y yo sentí que le pertenecía por completo.

 

lunes, 22 de diciembre de 2014

MICRORRELATO "UN CABALLERO PERFECTO"

Hola a todos.
Dado que no sé cuándo voy a seguir con esta historia (se me ha ido la inspiración con ella), pero quiero intentar recuperarla, me he animado a escribir este microrrelato basado en la historia de amor de Charles y Martha.
¡Vamos a ver qué pasa!

                               Pertenezco a Martha.
                               Puedo decir que Charles ama a Martha. Porque soy sólo de ella.
                               Ella está conmigo. No es sólo una presencia. Ella está conmigo en mi habitación. Y es real.
                                Me ama.
                                He podido disfrutar de sus besos. He podido sentir las caricias de sus labios en mi piel. Me ha acariciado con timidez con las manos. Me ha abrazado. Se ha fundido conmigo.
                                 Desde la primera vez que nos besamos, he sentido mi corazón latir a la par que el corazón de Martha. Siento que le pertenezco.
                                Soy suyo. Suyo...
                                Mis labios están hinchados por los besos que me ha dado Martha. He besado tantas veces a Martha y con tanta pasión que sus labios están hinchados. He recorrido con mi lengua cada centímetro de su piel. La he abrazado con fuerza. Y ella ha apoyado la cabeza en mi pecho, escuchando los latidos de mi corazón.
                                He besado sus senos. He podido besar su cuello.



                        Repito una y otra vez su nombre. Y la escucho repetir una y otra vez mi nombre. Siento que nada importa ya. Excepto que estamos juntos. Excepto que nos amamos.
                        Yo sólo puedo ser feliz si Martha está a mi lado.

viernes, 12 de diciembre de 2014

CERCA DEL MANANTIAL

Hola a todos.
Me ha costado muchísimo trabajo porque se me fue del todo la inspiración con esta historia.
Sin embargo, ayer, pude escribir un pequeño trozo que me gustaría compartir con vosotros. Me gustaría poder terminarla a lo largo de este mes.
¡Vamos a ver lo que pasa hoy!

-La mujer del señor Alcalde de Arrecife está enferma-informó Rebeca a su prima. 
-Es una pena que Arrecife pille tan lejos. De no ser así, podríamos ir a visitarla-decidió Alicia. Pensó en Carlos. Él había ido a Arrecife a buscar a un médico para Rebeca. Se sentía en deuda con él. De no ser por el doctor Germán, probablemente, su prima estaría muerta-¡Pobre mujer! Es un poco mayor que nosotras. Pero ha tenido una mala vida. ¡Sabe Dios quién pudo ser su madre! Me contó la mujer del boticario que la abandonaron en un orfanato cuando era apenas una recién nacida de horas. Luego, creció. Se hizo amiga de la nieta de un rico terrateniente de San Bartolomé. Y se casó con el mejor amigo del marido de ella. El que es ahora nuestro Alcalde. Puede que esté embarazada. 
-No está embarazada, Ali. No quiero decir nada en voz alta. Aunque estemos aquí, en casa. Pero la gente anda muy nerviosa. Y no es sólo porque estemos oyendo cañonazos cada dos por tres. 
-¿Qué quieres decir?
-El cólera ha llegado hasta aquí. La mujer del señor Alcalde tiene cólera. Me lo ha dicho su doncella. Ha salido huyendo en cuanto se ha enterado. Me la he tropezado en la calle, muy nerviosa. 
                           Las dos primas estaban hablando en el salón de su casa. 
-No creo que se trate del cólera-replicó Alicia. 
-Si es una epidemia, entonces, sé que mi prometido está muerto-afirmó Rebeca-Ha enfermado. No ha podido superar la enfermedad. Y ha muerto lejos de mí. ¡Está muerto! ¡Por eso, no ha regresado!
                        La joven estalló en sollozos. Alicia se sentía impotente. No sabía qué hacer para consolar a su prima. 
                          Doña Anabel entró en el salón y encontró a su sobrina llorando. Había sido idea suya la de ir al salón. Desde hacía dos días que no tenía fiebre. Ocho días se pasó la pobre Rebeca delirando. Pero era evidente que todavía estaba muy débil. 
-Deberías de regresar a tu habitación y descansar un rato-le pidió a su sobrina doña Anabel. 
-Estoy bien, tía-le aseguró Rebeca-Es sólo que Ali y yo hemos recibido una mala noticia. 



sábado, 6 de diciembre de 2014

EL VAMPIRO ENAMORADO

Hola a todos.
Me he animado, después de algún tiempo sin hacer entradas en ninguno de mis blogs, a subir aquí la versión extendida de uno de mis relatos.
Se trata de El vampiro enamorado. 
Con este relato participé el año pasado en la Antología de Relatos que se puede descargar gratis y que organizó el blog "Acompáñame".
Espero que os guste.
Hay mucho misterio en él.

                                    Esta historia ocurrió en la isla escocesa de Inchtavannach, en el año 1804.
               Grace Camdan era una joven que acababa de cumplir diecinueve años. Era una joven rubia. Tenía los ojos azules y poseía una figura esbelta. Vivía con sus padres y con su hermana mayor, quien estaba a punto de casarse.
                 Aquella noche, Grace salió. Era una noche clara y serena. Grace agradeció estar sola allí. Vio la Luna reflejada en el lago.
                 De pronto, oyó unos pasos. Grace pensó que era Hebe, quien la estaría buscando. Se dio la vuelta para hablar con ella. Sin embargo, no pudo decir nada.
                 No le había visto nunca antes. Era un hombre. Grace sintió un escalofrío recorriendo su columna vertebral. No se oía nada y Grace tembló. Se trataba de un joven alto y pálido, de mirada penetrante.
                 Grace se preguntó quién era.
-Hola, Grace-la saludó.
                   Tenía una voz ronca y profunda. Aquel joven parecía conocerla.
-¿Quién eres?-le preguntó.
                    El joven le sonrió de un modo extraño.
                    La marca de mordisco que tenía Grace en el cuello, lejos de mejorar, había ido creciendo. Se acercó a ella y la besó en los labios.
                   De pronto, Grace sintió que lo conocía. Los labios de aquel hombre estaban muy fríos. Son los labios de un muerto, pensó. Tuvo ganas de empezar a chillar. ¿Qué quería aquel desconocido de ella? Sin embargo, no era ningún desconocido.
-¿Cómo sabes mi nombre?-le preguntó.
-Porque eres mi compañera-respondió él.
-¿Soy tu compañera?
                   El joven le tendió la mano y Grace se la cogió. Tuvo la sensación de estar tocándole la mano a un muerto, estaba muy fría.
-Me llamo Frederick-se presentó él-Llevo esperándote toda una Eternidad. Cinco siglos...Te he encontrado.
                     Grace empezó a temblar con violencia. Aún así, caminó al lado de aquel joven.
-Frederick...-susurró-No te he visto antes.
-Estoy muerto, mi querida Grace. Pero te estaba esperando. Ven.
-¡No!
                     El corazón de Grace empezó a latir muy deprisa. Le parecía que estaba siendo víctima de una broma. Un muerto...Y la reclamaba como su compañera. Ella...
                    Los árboles le parecieron que estaban vivos. Una nube oscura tapó la Luna.
                    Oscuridad...
                    Los árboles estaban secos. Grace tuvo la sensación de que agitaban sus ramas amenazándola. Los troncos eran muecas crueles. No veía por donde caminaba. No sabía lo que iba a pasar. Pensó en salir corriendo. ¿Por qué no salía corriendo? Parecía que su voluntad la había abandonado. Un hombre que la reclamaba como su compañera. Un muerto que la reclamaba. Y ella le seguía dócilmente.
-¿Qué quieres de mí?-le preguntó.
-Sólo quiero tu amor, Grace-respondió Frederick-No te pido nada más.
-¡Déjame! No puedo darte nada.
-No te haré daño, Grace. Amáme.
                  Las lágrimas rodaron por las mejillas de la joven.
                  Tuvo la sensación de que iba a morir.
                  La niebla se cernió sobre la pequeña isla.
                  Grace ahogó un grito. Sintió cómo su corazón se le paraba.
                  Dios mío, pensó. De pronto, Frederick y ella se detuvieron. Frederick se colocó delante de ella. Grace se sintió cada vez más débil. Frederick la recostó sobre el suelo.
-Te haré como yo-le dijo.
-¿Y cómo eres tú?-le preguntó Grace.
-Vivo eternamente. La sangre me hace vivir eternamente.
-Sangre...
-Tu sangre...
-¡No!
                         Los besos que le dio Frederick fueron mucho más elocuentes que las palabras.
                         La ropa de Frederick desapareció. El vestido que llevaba puesto Grace desapareció. Las manos de aquel joven acariciaron su cuerpo. Sus labios también acariciaron su cuerpo. La frialdad se apoderó de Grace. El cuerpo de Frederick estaba helado. Grace pensó en gritar. Pero no sabía si quería huir de allí.
                        Cada beso que Frederick le daba, Grace también le besaba. Le besaba.
                        Se sentía débil y cansada entre sus brazos.
                        Y fue entonces cuando los dientes de Frederick se clavaron sobre el cuello de Grace. Al mismo tiempo, él se introducía en el cuerpo de ella. Bebió la sangre de la joven. Grace sintió cómo la oscuridad se apoderaba de ella. Una languidez extraña la dominó.
                      La encontraron al día siguiente. No se sabía si estaba viva o si estaba muerta. Tenía los ojos muy abiertos.

            Su prima Hebe estaba pasando una temporada con ellos.
                 Fue Hebe la primera en darse cuenta de una cosa. Grace tenía una extraña marca en el cuello. Se fijó en aquella marca una tarde, mientras daban un paseo.
-He pasado mala noche-le contó Grace-No he podido dormir.
-¿Qué te ha pasado?-quiso saber Hebe.
-Había alguien en mi habitación. No sé quién era.
-¿Se ha colado un desconocido en tu cuarto?
                 Grace recordaba haber sentido cómo unos labios se posaban sobre su cuello. Y, luego, alguien, un hombre, la besaba en la boca. rmal; l� r s � �A+ ormal; line-height: normal; orphans: auto; text-align: start; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: auto; word-spacing: 0px; -webkit-text-stroke-width: 0px;">-Tu sangre...
-¡No!
                         Los besos que le dio Frederick fueron mucho más elocuentes que las palabras.
                         La ropa de Frederick desapareció. El vestido que llevaba puesto Grace desapareció. Las manos de aquel joven acariciaron su cuerpo. Sus labios también acariciaron su cuerpo. La frialdad se apoderó de Grace. El cuerpo de Frederick estaba helado. Grace pensó en gritar. Pero no sabía si quería huir de allí.
                        Cada beso que Frederick le daba, Grace también le besaba. Le besaba.
                        Se sentía débil y cansada entre sus brazos.
                        Y fue entonces cuando los dientes de Frederick se clavaron sobre el cuello de Grace. Al mismo tiempo, él se introducía en el cuerpo de ella. Bebió la sangre de la joven. Grace sintió cómo la oscuridad se apoderaba de ella. Una languidez extraña la dominó.
                      La encontraron al día siguiente. No se sabía si estaba viva o si estaba muerta. Tenía los ojos muy abiertos.


            Su prima Hebe estaba pasando una temporada con ellos.
                 Fue Hebe la primera en darse cuenta de una cosa. Grace tenía una extraña marca en el cuello. Se fijó en aquella marca una tarde, mientras daban un paseo.
-He pasado mala noche-le contó Grace-No he podido dormir.
-¿Qué te ha pasado?-quiso saber Hebe.
-Había alguien en mi habitación. No sé quién era.
-¿Se ha colado un desconocido en tu cuarto?
                 Grace recordaba haber sentido cómo unos labios se posaban sobre su cuello. Y, luego, alguien, un hombre, la besaba en la boca.