martes, 29 de julio de 2014

LA HUIDA DE DOS ENAMORADOS

Hola a todos.
En el fragmento de hoy, continuamos viendo la historia de amor entre Harry y Christine.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                          A Christine le estaba costando mucho trabajo conciliar el sueño aquella noche. El saber que su madrastra pensaba casarla con su amante la hacía sentirse furiosa con ella. Dio muchas vueltas en la cama.
                           Hannah no estaba al tanto de su relación con Harry. Christine no se había atrevido a contárselo. Se decía así misma que debía de contarle toda aquella historia a su padre. Lord Lydford era un hombre razonable. Acabaría entendiéndolo.
                          Christine quedó boca arriba en la cama. ¿A quién pensaba engañar?
                          Recordaba todos los besos que Harry y ella se habían dado en los últimos días.
                          Él le había escrito muchas cartas de amor. Cartas a las que Christine contestaba.
                         Le enseñó un buen manojo de aquellas cartas de amor a Mina una tarde en que su amiga acudió a su habitación. Mina la miró de manera reprobatoria. Y Christine tuvo la sensación de que no terminaba de ver con buenos ojos aquel romance. En ocasiones, Mina parecía una versión mucho más joven de Hannah.
-Deberías de quemar esas cartas-le sugirió-Mistress Fontwell las puede descubrir. Y te puede castigar.
-Las oculto en un lugar seguro-la tranquilizó Christine-No sabe ni siquiera de su existencia.
-Estoy preocupada por ti, Chris. Tengo la sensación de que esto va a terminar mal.
-Y yo tengo la sensación de que todo va a terminar bien.
                             Christine sonrió feliz al pensar en Harry.

                             El amanecer la encontró sentada en la cama. Christine sentía un fuerte dolor de cabeza.
                             El marqués no estaba enamorado de ella. De hecho, jamás la había visto. Sólo buscaba una esposa tonta a la que poder manejar a su antojo.
                             Christine sacó los pies fuera de la cama. Si se casaba con aquel malnacido, se moriría de dolor.
                             Le estaba costando mucho trabajo centrarse en las clases.
                             Hannah sospechaba que algo raro le estaba pasando a Christine. Desde hacía mucho tiempo, había sido más su niñera que su doncella. Entró en la habitación de la joven y la encontró poniéndose de pie. Tenía cara de haber pasado mala noche.
-No me gusta-observó Hannah-Usted tiene que cuidarse si no quiere caer enferma. Y su padre está lejos para poder atenderla como merece. Tiene que dormir de noche.
                           La mujer se dirigió al armario. Sacó un vestido. Christine ni siquiera quería mirar aquel vestido. Lo único que sentía era que le iba a estallar la cabeza. Hannah no sabía nada de su relación con Harry. No había reunido el valor necesario para decírselo.
                            Hannah era una mujer muy estricta en todos los sentidos. Para ella, una mujer debía de llegar al matrimonio siendo casta y pura. Christine era todavía virgen. Pero su comportamiento al encontrarse a escondidas con Harry escandalizaría a Hannah.



-La noto muy callada, niña-observó Hannah.
                        Christine no dijo nada. Se lavó el cuerpo con una esponja que mojó en el agua fría de la jofaina.
                         Hannah la ayudó a quitarse el camisón. La ayudó a ponerse el vestido que llevaría a clase. Le cepilló el cabello. Se lo recogió en una trenza.
                         Hannah no paraba de hablar. Y Christine guardaba silencio. No tenía ganas de hablar con nadie. Tenía muchas cosas en las que pensar.
                          Harry era el hijo de un conde. Pero era el segundo hijo de un conde. Y Christine era dueña de una importante fortuna. Su padre estaba preocupado por su futuro. Su madrastra, a lo mejor, ya le había hablado del marqués. Le habría dicho que era el mejor partido para Christine.
                        La joven se estremeció de miedo. Su padre podía dar el visto bueno a aquel matrimonio. ¡Y ella prefería morir si eso llegaba a pasar!
-Si tiene que contarme algo, es el momento de que lo haga-la instó Hannah.
-Son problemas con los estudios-mintió Christine-No es nada.
                           Hannah depositó un beso en la frente de la chica.

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