viernes, 11 de julio de 2014

FRAGMENTO DE MI NOVELA "NUNCA TE ENAMORES DE UN HOMBRE LOBO"

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros este fragmento de Nunca te enamores de un hombre lobo. 
Esta historia nació en este blog con el deseo de celebrar Halloween, pero también, con el ánimo de recuperar al hombre lobo clásico. Al hombre que vive atormentado por la terrible maldición que pesa sobre él. Que le convierte en una bestia salvaje todas las noches de Luna Llena. Pero que al que todavía le queda un rastro de humanidad.
Esta historia ha ido creciendo y me la estoy convirtiendo en novela. En una novela corta, sí, pero fiel a cómo deseé crearla.
¿Os habéis fijado que los hombres lobos, en la mayoría de las películas que se han hecho sobre este tema, se enamoran? Casi siempre, intentan mantener a la mujer amada alejada de ellos, como una manera de protegerla de ellos mismos y de la maldición que sufren. Pero ella se niega. Lo curioso es que se enteran y, aún así, siguen a su lado.
Vamos a ver lo que ocurre en este fragmento.

                              Era una noche de Luna Llena.
                              Roberta era incapaz de conciliar el sueño. Después de dar varias vueltas en la cama, la muchacha se hartó de estar acostada. Era evidente que se había desvelado.
                              Se sentó en la cama. Sacó fuera los pies. El suelo estaba helado y buscó, a tientas, las zapatillas. Roberta sospechaba cuál era la causa de su desvelo. No entendía el extraño comportamiento ni de su padre ni de su primo Jason. Tendría que estar acostumbrada. Lo llevaba viendo toda la vida. Cuando Jason le dio un beso en la mejilla para desearle las buenas noches, Roberta se percató de que estaba temblando.
                               No era como Raven. Había cosas que Roberta no entendía. Quizás se debía a que no era tan inteligente como Raven. O como lo había sido su prima Alana. Pero Alana ya no estaba. Roberta se puso de pie. Tampoco podía dormir porque no entendía el porqué Alana se había ahorcado. Era una joven hermosa y llena de vida. Alana no tenía ningún motivo para cometer tal locura. Era cierto que había empezado a cambiar días antes.
                              Roberta se puso la bata encima del camisón. Alana le había mencionado que se veía así misma como un monstruo. Una afirmación que extrañó mucho a Roberta.
                              También se fijó en que Jason la aterrorizaba.
                              Roberta se dirigió a la ventana. La abrió. Se asomó.
                              Toda la isla estaba en calma. Incluso, podía ver que el mar también estaba en calma. Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Roberta. Esto no es normal, pensó.
                             Alzó la vista al cielo. No había ni una sola estrella brillando en el firmamento. Una nube oscura pasó delante de aquella gran bola redonda. La Luna Llena...Roberta bajó la vista y divisó una figura que parecía salir por la puerta de la cocina. Era un hombre joven. Y, desde su habitación, Roberta se fijó en que iba completamente desnudo.
                             La chica notó cómo su corazón se paralizaba. Reconoció al joven que iba desnudo como su primo Jason.
                             De pronto, vio cómo su primo se doblaba sobre sí mismo. Parecía estar sufriendo un gran dolor. Era una situación extraña, pero Roberta no lo dudó.
                            Salió corriendo de la habitación. Bajó de dos en dos los escalones. El corazón de Roberta latía a gran velocidad, preguntándose porqué Jason sufría aquellos dolores. Porqué había salido al jardín completamente desnudo. ¿Qué está pasando en mi casa?, se preguntó Roberta. Salió al jardín. El aire de la noche la golpeó de lleno en el rostro.
-¡Jason!-gritó, mientras se acercaba a él.
                           El joven escuchó como lejana la voz de una mujer joven. Alzó la vista. Pero sentía que ya no la veía.
-¡Robbie, vete!-gritó con una voz tan fuerte que no parecía ser la suya.
                         Podía notar cómo la bestia pugnaba por salir de su interior. Y Roberta estaba allí.
-¿Qué te pasa, Jason?-le preguntó su nerviosa prima.
-¡Métete dentro!-le respondió él, más con pánico que con enfado.
-¡Dime lo que está pasando! ¿Qué tienes?
                               Pero Jason no pudo responder. Tan sólo pudo ver la piel blanca de Roberta. Su cabello negro, que llevaba recogido en una trenza. Su cuerpo esbelto...Roberta alzó la mano hacia él y le acarició la frente. El dolor que experimentó Jason aumentó y Roberta tuvo la impresión de que su primo estaba desapareciendo.
                             Ya no podía verle. Jason se había ido y, ante ella, estaba un ser monstruoso. Roberta tuvo la sensación de estar viendo a un lobo gigante. Tenía los ojos brillantes. La bestia se había apoderado de Jason y lo último que recordaba era ver el hermoso rostro de Roberta descompuesto en un rictus de horror.
-¿Qué eres?-le preguntó la joven, entre nerviosa y asustada.
                            La bestia no habló.
                            Roberta pensó que debía de salir corriendo.
                           Aquel ser que tenía dientes largos y estaba cubierto de pelo no podía ser su encantador primo Jason. Esto no está pasando. Roberta estaba paralizada. Aquel monstruoso ser se alejó corriendo. Roberta estaba helada. No podía moverse.
                             Su hermana Raven se asomó por la ventana. Había oído gritar a alguien y vio a su hermana en el jardín de pie.
-¡Robbie!-la llamó-¿Qué estás haciendo ahí? ¿Eras tú quien gritaba antes?
                           Pero Roberta no contestó.
                           De pronto, una especie de luz fue penetrando poco a poco en su cabeza. Y empezó a entender muchas cosas.

2 comentarios: