sábado, 26 de julio de 2014

LA HUIDA DE DOS ENAMORADOS

Hola a todos.
Hoy, arranca mi relato corto La huida de dos enamorados. 
La acción de este relato transcurre en la isla de Quibble, donde ya transcurrió mi relato La chica de los ojos grises, mi fanfic de Olivia y Jai donde cuento la historia de amor de lady Stella, la madre de sir Joshua, tal y como me la imagino.
En esta ocasión, la acción transcurre durante la década de 1820.
Vamos a ver lo que pasa.

ISLA DE QUIBBLE, EN EL ESTADO DE TAMIL NADU, LA INDIA, 1825

                     Christine miró por la ventana. 
                    Le parecía que había transcurrido toda una vida desde que llegó a la isla de Quibble. En el fondo, pensaba que había pasado toda su vida viviendo en aquel internado. 
                     ¡No se saldrá con la suya!, pensó Christine con determinación. 
                      Mina, su mejor amiga, levantó la vista del escritorio. Estaba haciendo los deberes. 
                      La madre de Mina había muerto un año antes. Su padre había fallecido semanas antes. En ocasiones, Mina pensaba que Christine era la única compañía que le quedaba en el mundo. 
-Desde que recibiste la visita de tu madrastra, te noto tensa-observó Mina-Puedes contarme lo que te pasa. 
-¡Esa zorra pretende casarme a la fuerza con su querido!-contestó Christine con rabia-¡Eso es lo que me pasa! 
                         El bonito rostro de Christine estaba rojo de rabia. Nunca había soportado a su madrastra. Pero lo que pensaba hacer sobrepasaba todos los límites. 
-No dejaré que se salga con la suya-le aseguró a Mina-Harry y yo nos escaparemos juntos. 
-¿Y adónde pensáis ir?-le interrogó su amiga-Los dos sois menores de edad. Harry tiene veinte años. Tú tienes diecisiete años. No llegaríais muy lejos. 
-Llegaremos muy lejos si queremos. ¡Ya lo verás! 
                           Los ojos oscuros de la muchacha brillaron con determinación. Christine Lydford era una joven con las ideas muy claras. Y Mina la admiraba por ello. 
                           Iba camino de convertirse en toda una belleza. Poseía un cabello largo, de color negro y rizado. Sus rizos eran naturales. No había artificio alguno en ella. Y su piel era blanca como la leche. Había una expresión traviesa grabada en su rostro. Sin embargo, aquella expresión se había borrado por completo. De pensar en lo que pretendía hacerle su madrastra, Christine sentía el deseo de ponerse a chillar como una loca. 
-Eres demasiado obstinada, Chris-la regañó suavemente Mina. 
                            Su amiga se acercó a ella. 
-Le escribiré una carta a Harry y él vendrá a buscarme-le contó Christine-Nos escaparemos juntos. 
                            Cuando la joven sonreía, se formaban dos graciosos hoyuelos a ambos lados de su cara. Su carácter era alegre, pero, en aquellos momentos, estaba furiosa. Y preocupada...Y asustada...
                            Christine se había convertido en una de las chicas más populares del internado donde estaba estudiando. Había pensado que tendría la oportunidad de viajar a Londres para tener su puesta de largo. Pero sus planes se habían visto trastocados por dos sucesos. 
                            Mina y Christine se conocían desde que ambas llegaron al internado. Las dos pasaban las vacaciones con sus familias. Pero se alegraban mucho cuando volvían a verse.
                              La una veía en la otra a la hermana que nunca tuvo. Y eso era algo bueno.
                             Mina era apenas un año menor que Christine.
-¿Estás segura?-interrogó Mina a su amiga-Puede que esté jugando contigo. O puede que te quiera de verdad.
-¡Cómo se nota que nunca antes has estado enamorada!-contestó Christine, esbozando una sonrisa-Yo estoy segura de que Harry vendrá a buscarme si se lo pido. ¡Y nos iremos juntos!
-¿Y adónde pensáis ir?
-No lo sé. Pero me hago una idea del lugar al que va a llevarme Harry. ¡Oh, Mina!
                              Christine nunca había tenido preocupaciones de ningún tipo. Su padre era lord Lydford. Mina había oído hablar de él. Y no sólo por las cosas que le había contado Christine.
                              Era un hombre muy rico. Además, al morir la abuela paterna de Christine, le había legado a la chica una considerable fortuna al ser su única nieta. Pero Christine poseía una gran seguridad en sí misma. En ocasiones, otras alumnas acudían a ella en busca de consejo, de consuelo o de apoyo.
                             Mina y Christine siempre estaban juntas en el jardín que rodeaba el internado, a la hora del recreo. En todas las clases, procuraban sentarse juntas. Por desgracia, las dos no compartían habitación, pero por órdenes de la directora del internado. Mistress Fontwell era una mujer muy estricta. Mina le tenía un pánico terrible.
                         A veces, Christine invitaba a Mina a su habitación a dormir. Lo cierto era que la habitación de Christine no parecía una habitación. Parecía una casa.
                          Su habitación era el doble de grande que la pequeña habitación en la que dormía Mina. Había dos ventanas bastante grandes que daban al jardín. Incluso, disponía de una salita de estar anexa al cuarto. Mina pasaba largos ratos en aquella salita de estar hablando de cualquier cosa con Christine.
                            Aquella tarde, su amiga acudió a su habitación. Mina estaba haciendo los deberes en aquel momento.
-No será nada fácil-le advirtió la chica.
-¡No me importa!-afirmó Christine casi con rabia.
                         Hacía algún tiempo que el padre de la muchacha había sido nombrado gobernador de Madrás. Se había trasladado a vivir allí con su mujer. Pero ambos parecían llevar vidas separadas. En ocasiones, se dejaban caer por la isla de Quibble con la intención de ver a Christine. Ella se alegraba mucho de verles.
                         La joven, en realidad, no se alegraba tanto de ver a su madrastra.
                        Desde que se casó con lord Lydford, aquella mujer había demostrado sentir cierta animadversión hacia su hijastra. Mina estaba convencida de que lady Lydford no estaba enamorada de su marido. Una teoría que compartía con Christine.
                        Desde la boda, pese a que nunca discutió con su madrastra, Christine no veía a su padre todo lo que quería. Estaba convencida de que no iba a visitarla tan a menudo como quería porque no quería discutir con su esposa.
-¿Se lo has contado a Hannah?-le preguntó Mina a Christine.
-He preferido contártelo a ti antes-respondió la joven.
                        Hannah era la doncella de Christine.
                        Era ella quien la ayudaba a vestirse y a peinarse todos los días. Christine quería ir siempre vestida a la última moda.
                        Sus compañeras de clase solían decir de ella que, cuando entraba en alguna clase, Christine parecía que vestía para asistir a un baile en Almacks. Ella ignoraba tales comentarios. Opinaba que sus compañeras hablaban así porque tenían envidia de ella.
                        Y, muy a su pesar, Mina también sentía envidia de Christine.
                         Hannah había entrado como doncella de Christine cuando ésta era muy pequeña. En ocasiones, parecía más su niñera. Había llegado a adorar a la chica. Para ella, Christine era la hija que nunca tuvo. Tenía cuarenta años. Nunca se había casado.
                          Christine se sentó en la cama de Mina. Sabía que su amiga no terminaba de aprobar lo que pensaba hacer.
                          Después de todo, las huidas románticas podían terminar mal. Algo podía salir mal. Christine sintió pánico. Se dijo así misma que todo iría bien. Harry iría a buscarla. Podrían escaparse juntos a algún lugar. Nadie los encontraría nunca. Entonces, podrían ser felices. Ya buscarían la manera de salir adelante. Harry la amaba. Christine estaba segura de ello. Pero, antes de hacer realidad su deseo de fugarse con su amado, Christine tenía que mantener la calma.
                          Desde que llegó a la adolescencia, Mina había escuchado numerosas historias escandalosas por boca de su amiga relacionadas con la colonia inglesa en el Estado de Tamil Nadu. Christine le hablaba sin ruborizarse de adulterios. De hijos ilegítimos de hombres importantes con nativas de Tamil Nadu...De fugas escandalosas...
                        Mina se resistía a creer aquellas historias. Se decía así misma que Christine se las estaba inventado para reírse de ella.
                         De pronto, tuvo la sensación de que Christine se había quedado corta al hablar.
                         Mina no sabía qué hacer para ayudar a su amiga. Christine estaba dispuesta a escaparse con Harry. Mina creía que estaba cometiendo un terrible error. Pero no sabía cómo hacérselo saber. Christine no parecía estar dispuesta a escucharla. Mina llegó a la conclusión de que hablar con ella podría ser una pérdida de tiempo.
-Lo único que deseo es poder estar con Harry para siempre-le confesó Christine-¿Nos ayudarás, Mina? ¿Nos ayudarás a que estemos juntos?



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