martes, 14 de enero de 2014

EL VAMPIRO

Hola a todos.
Hoy, regresa a este blog nuestro vampiro favorito: lord Ruthven.
Lord Ruthven, el protagonista de El vampiro, nació de la mente de Polidori durante la noche de tormenta en la que nació también de la mente de Mary Shelley Frankenstein. Si bien, una de las amantes de lord Byron, lady Caroline Lamb, se puede considerar la creadora de lord Ruthven, una especie de trasunto de lord Byron. Lo convirtió en una especie de vampírico psíquico, alguien que se aprovecha de los demás y les hace tanto daño hasta el punto de casi acabar con ellos.
Fue Polidori el que dotó a lord Ruthven del comportamiento vampírico que gozan todos los vampiros clásicos.
El vampiro es un fanfic de la novela de Polidori y también de la novela de Gaelen Foley Pecados inconfesables. Lady Parthenia, la hija del duque de Westland, el hombre al que Becky acude buscando ayuda, es la protagonista del fanfic. Una joven que ha pasado gran parte de su vida sobreprotegida por su padre y que, de pronto, se siente atraída por un hombre misterioso y atormentado. Una atracción recíproca, a pesar de que son muchos los rumores que corren acerca de lord Ruthven.
En este fragmento, veremos cómo era la vida de lord Ruthven antes de su conversión en vampiro.
Además, Becky le dará a Parthenia una mala noticia relacionada con la familia de Alec.

                           Lord Ruthven había sido en una vida pasada Nicholas Oates, el cuarto hijo de un squire, de un terrateniente inglés.
                            Su hermano mayor heredaría el título. Su otro hermano estaba haciendo carrera en el Ejército. El otro hermano había decidido ser vicario. Y estaba él, un auténtico crápula.
                            Hacía lo que le daba la gana. Famosas eran sus borracheras en la taberna del tranquilo pueblecito inglés en el que vivió sus primeros años de vida. Su hermano mayor se había casado y tenía ya dos hijos. Los otros dos también se habían casado. El matrimonio, opinaban, le volverían una persona responsable.
                         Su padre, por desgracia, acababa de fallecer. Pero su madre decidió ocuparse de la tarea de buscarle una esposa. Decidió que a Nicholas le convenía una joven a la que él conociera de siempre.
                          Se decantó por la hija menor de sus vecinos, los barones de Smith, lady Victoria Andrews.
                          Nicholas conocía a Victoria de toda la vida.
                          Pero la relación entre ambos había sido prácticamente nula.
                          Victoria odiaba visitar la casa solariega de sus padres. Había sido presentada en sociedad. Tenía numerosos pretendientes, ya que estaba considerada toda una belleza. Sus dos hermanas mayores habían hecho buenos matrimonios. Pero la familia Andrews estaba en la ruina.
                           Por ese motivo, se pactó el matrimonio entre Victoria y Nicholas.
                           Nicholas aceptó casarse con Victoria a sabiendas que nunca la amaría.
                          Mientras, la joven montó en cólera al saber que sus padres querían casarla con un auténtico crápula. Victoria aborrecía a Nicholas.
                           Sabía que era un juerguista. Para ella sería vergonzoso el ir a buscar a su marido a la taberna. El saber que podía gastarse toda su fortuna en partidas de naipes. El saber que se acostaba con rameras. Nicholas no se sentía orgulloso de su vida como mortal.
                             Corría el año 1800 cuando la vida de Nicholas Oates cambió para siempre.
                             En el interior de su ataúd, lord Ruthven se removió nervioso. Los recuerdos de su pasado siempre volvían a su mente. Le hacían demasiado daño. Era curioso sentir dolor cuando uno está muerto, pensó.
                               Igor abrió la tapa del ataúd.
-¿Es ya de noche?-le preguntó lord Ruthven.
                               Unas velas parecían iluminar la estancia donde se encontraba el ataúd.
-Le he oído quejarse, milord-respondió Igor-Está anocheciendo. ¿Acaso estaba sufriendo alguna pesadilla?
-Tan sólo recordaba-contestó lord Ruthven. Se sentó en el ataúd-Y el recordar nunca es bueno. Sobre todo, cuando uno ha obrado mal.
-Usted no es peor que esos libertinos que sabe Dios lo que hacen cuando se encierran en sus casas a beber en grupo y buscan a muchachas en los burdeles. Usted bebía y jugaba. Pero yo sé que nunca le hizo daño a nadie.
-A veces, siento que mi muerte fue lo mejor que pudo pasarle a mi familia.
                            Había una infinita tristeza en la voz de lord Ruthven. En ocasiones, se sentía tentado a regresar a su pueblecito natal. Buscar a su madre y a sus hermanos. Saber qué había sido de Victoria.
                              Las campanas de la Iglesia de San Jorge empezaron a tocar con tristeza.




-Ha muerto lady Isabella-dijo de pronto.
                        Salió del ataúd.
                        Parecía estar como ido.
-¿De quién habla?-quiso saber Igor.
                        Muchas imágenes pasaron por la mente de lord Ruthven.
                        Vio a la duquesa de Hawkscliffe, lady Belinda Knight, rota por el dolor. Su marido, lord Robert Knight, duque de Hawkscliffe, intentaba mantener el tipo a su lado. Un carruaje oscuro tirado por caballos negros recorría las calles de Londres. Portaba un féretro. Y, en su interior, estaban los restos mortales de una niña. De la pequeña lady Isabella...
-Alguien ha matado a esa niña-murmuró lord Ruthven de pronto-Como intentó hacer con Daisy Maning.

                         Unos golpes histéricos en la puerta de la mansión de los Westland despertaron a todos los habitantes. Fue una criada quien abrió la puerta a Becky, quien estaba histérica.
-¿Dónde está Parthenia?-le preguntó a la criada.
                        La joven se despertó de golpe al oír los porrazos en la puerta.
                        Reconoció la voz de Becky en el acto.
                        Apenas alcanzó a ponerse una zapatilla. Bajó la escalera abrochándose la bata.
-¿Qué ocurre, Becky?-le preguntó a su amiga.



                          La aludida se precipitó sobre ella. Parecía que estaba a punto de desmayarse. Parthenia la hizo sentarse en un escalón. No recordaba haber visto nunca a Becky tan alterada. Su rostro estaba desencajado.
-¡Está muerta!-respondió.
-¿Quién está muerta?-quiso saber Parthenia.
-Isabella...La hija de Robert...El hermano mayor de Alec...La han encontrado muerta.
-¿Qué estás diciendo?
                       Parthenia recordaba a la perfección a aquella niña. Era el vivo retrato de lady Belinda, su madre. Aunque oyó decir que poseía el carácter travieso de su tía Jacinda. ¿Cómo había podido fallecer una criatura que estaba llena de vida? Abrazó a Becky y trató de consolarla.
-¡Esto es una pesadilla!-sollozó la joven-Robert está destrozado. Y Belinda está como ida. ¡Dios mío!

                        Un rato después, Parthenia acudió con Becky a la residencia de los duques de Hawkscliffe.
                       Apenas tuvo tiempo de ponerse un vestido de color negro encima del camisón y de cubrirse con una especie de mantilla su cabello suelto.
                        Parthenia se arrepintió de haber ido allí. La gente parecía estar más pendiente de cotillear que de dar consuelo a los destrozados padres. Parthenia recordó que Belinda no pertenecía a la aristocracia. Antes de conocer a Robert, trabajaba como profesora en una Academia Para Señoritas. La misma en la que recibió clases Parthenia. Después, ocurrió algo y abandonó la Academia. Lo siguiente que la joven supo de su antigua profesora fue que se había convertido en una cortesana.
                      A pesar de que estaba casada con uno de los hombres más ricos y poderosos del país, lady Belinda no era bien recibida en ninguna parte.
                        Sólo se relacionaba con las esposas de sus cuñados.
                       Y allí estaban ellas. Parthenia vio que lady Miranda, la esposa de lord Damien, intentaba consolar a la destrozada duquesa. Lady Belinda permanecía echada en el sofá, con la mirada perdida. Sus ojos estaban hinchados de tanto llorar. Lizzie Strathmore estaba allí, pero estaba sola.
                        Lady Jacinda estaba con su hermano. Lord Robert tenía el rostro desencajado.
-¿Dónde está Alec?-le preguntó Becky a Parthenia.
                         La muchacha no respondió. Se acercó lentamente a lady Belinda. Al percatarse de su presencia, lady Miranda la miró con cierta desconfianza.
-¿Cómo está?-le preguntó Parthenia.



-Ha perdido a su hija-respondió lady Miranda-Y sabe Dios cómo le afectará a su embarazo. Está embarazada de cuatro meses. Ha sufrido pérdidas de sangre cuando ha visto el cuerpo de Isabella. ¿Qué clase de alimaña le haría algo así a una criatura?
-¿A qué se refiere?
-Bel fue a buscar a Bella al cuarto de juegos. Pero no estaba allí. Henry, el sobrino de Alice, y uno de mis hijos tenían golpes en la cara. Mi hijo...Aún no ha vuelto en sí. Pero Henry se despertó y nos contó que un hombre malo se llevó a Bella. Le pegó a Henry y a mi niño cuando intentaron defenderla. Robert, Damien y Lucien salieron a buscarle. Entonces...Fue Damien. Mi marido...Encontró el cadáver de Bella. Y...
                        Lady Miranda estalló en sollozos. Era ya de madrugada. La niñera de Isabella se estaba encargando de amortajar el cadáver de la niña.
                        Parthenia se sentó al lado de la destrozada mujer en el sofá. Se fijó en que la falda de lady Belinda estaba manchada de sangre. A punto estuvo de ponerse a chillar allí mismo.
-Excelencia...-la llamó.
                        Pero lady Belinda parecía no reaccionar.
-Voy a buscar a un médico-decidió Parthenia.
                         Becky no tuvo tiempo de preguntarle adónde iba. Parthenia salió corriendo de la residencia de los duques. Trató de recordar la dirección de algún médico en el barrio de Mayfair. De pronto, la joven tropezó con alguien en su alocada carrera. Parthenia respiró aliviada al percatarse de que se trataba de lord Ruthven.
-¿Adónde vas?-le preguntó.
-Voy a buscar a un médico-respondió Parthenia-Lady Hawkscliffe...
-Lo sé. Vuelve a la residencia de los duques. Allí estarás a salvo.
-¿Sabes lo que le ha pasado a la hija de los duques? ¡Era una niña!
-Hazme caso, Parthenia. Vuelve a la residencia de los duques. Ese criminal es el mismo que atacó a Daisy Maning. Es un mortal. Un hombre...Pero parece actuar igual que Satanás. Iré a buscar yo mismo al médico.
                       Lord Ruthven besó con fuerza a Parthenia en la boca. La abrazó con ímpetu y sintió miedo. Un miedo terrible a perderla. Nunca antes había estado tan asustado como lo estaba en aquel momento.

2 comentarios:

  1. uy extrañaba esta novela, me encanto el capitulo estuve todo el tiempo en suspenso. También me gusto mucho que pusieras a la familia Knigt . Espero que pronto pongas capitulo dejas con ganas de saber más.

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  2. ¡Wow! Otro asesinato, y esta vez una niña. Pero que suspenso. ¿quién será el asesino?
    Saludes

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