miércoles, 19 de noviembre de 2014

SEGUNDA PARTE DEL EPÍLOGO DE "LOS BESOS QUE NOS DIMOS"

Hola a todos.
Y aquí os traigo la segunda y última parte de mi fanfic Los besos que nos dimos. 
Si el lunes vimos la carta que le escribía lady Olivia a Faith, hoy veremos la definitiva despedida que le hace Faith a todo el mundo desde Bath.
Deseo de corazón que os haya gustado este fanfic.
¡Mil gracias por todo!

                                     Mi querida Olivia:

                                     ¡Cómo me alegra saber que estás bien!
                                    Deseo de corazón que Benedict y tú seáis muy felices. Y no te preocupes por lo que la gente pueda decir de ti. Un escándalo dura hasta que estalla otro escándalo que lo eclipsa. 
                                   Hace dos semanas que mi suegra, la abuela Lizzie y yo llegamos a Bath. 
                                   Hemos podido entrar en contacto con los Ogden, la familia adoptiva de Pip. Varios miembros de esa familia se acuerdan de mí marido. Y se han apenado cuando se han enterado que ya no está, por desgracia, entre nosotros. No sé cuándo terminaré por acostumbrarme a la ausencia de mi amado Pip. Pero, como me decía mi amiga Domenica, he de salir adelante. Me aferro al recuerdo de Pip. 
                                 Y eso me da fuerzas. 
                                 He podido conocer a varios primos del Reverendo Ogden. Algunos de ellos recuerdan haber conocido a mi marido cuando era pequeño. Se acuerdan bien de él. 
                                  Los Ogden se gastaron todo su dinero en devolverle a Pip la salud que le faltaba cuando nació. No tenían hijos y mi adorado esposo fue una especie de regalo que les envió Dios. 
                      Yo también pienso lo mismo. Pip fue un ángel que estuvo a mi lado durante un tiempo y que me hizo muy feliz. 
                           Tanto lady Charlotte como la abuela Lizzie se han empeñado en que esté distraída durante todo el día. 
                           Hemos ido a pasear al Royal Victoria Park. La abuela Lizzie me ha mostrado la avenida con árboles que tiene el parque. Ha estado en Bath más veces que nadie. Viene aquí todos los años y me ha contado que estuvo presente cuando la Reina, todavía una Princesa, lo inauguró. La recuerda como una niña encantadora. Aunque seria...
-A todo el mundo le ocurre una desgracia-suele decir la abuela Lizzie mientras paseamos-Nadie escapa del dolor. 
-Pero el dolor no se quiere ir-me lamento. 
-Entonces, habrá que hacer algo para expulsar el dolor de tu corazón. ¿No es así, Charlotte?
-En el fondo, tiene razón Faith-contesta mi suegra. 
                           No quiero ver a los niños que juegan en el parque. Me recuerda a los niños que yo, posiblemente, nunca tenga. La abuela Lizzie me lleva a ver el lago. 
                          Hay barcas paseando en el lago. Barcas que se alquilan. Yo me quedo contemplando el lago y veo mi cara reflejada en sus aguas cristalinas. Veo a una mujer ya anciana. Me he convertido en eso. 
                        Tanto mi suegra como su madrastra se ocupan de que pase cada instante del día distraída. Asistimos a los conciertos que se celebran en el Sidney Gardens. Vamos a desayunar allí cuando alguien celebra un desayuno en ese lugar. 
                       Lady Charlotte y yo acudimos a nadar a las Clevelands Pool. Es una piscina semicircular. Lleva abierta ya un cuarto de siglo. Solemos ir a nadar allí por las tardes. 
                       Una prima del Reverendo Ogden suele acompañarnos cuando acudimos al Sidney Gardens. 
-Jane Austen estuvo aquí-me contó en una ocasión. 
-¿Lo dice en serio?-me sorprendo. 
-Se puede decir que Bath era como su segunda casa. Siempre me ha gustado esa mujer. La conocí personalmente. Era encantadora. Muy inteligente...
                           Yo he oído que a Jane Austen no le agradó mucho vivir en Bath. No termino de creérmelo porque dos de sus novelas transcurren aquí. En Bath...Además, esta ciudad no dista mucho de ser como Londres. 
                         Pero aquí se respira una paz que no existe en Londres. Por lo menos, no vivo atada a mis recuerdos. Eso es lo que he hecho hasta el momento. Me he recreado en mi dolor. 
                        Pero el dolor no puede vivir eternamente en mí. 
                        Pienso en Pip. A él no le gustaría verme sumida en el dolor. Y he de salir adelante. 
                       No sé cómo hacerlo. Siento que Pip está a mi lado. 
                       Cuando salgo a pasear por el Sidney Gardens, siento que Pip está a mi lado. Su espíritu no me abandona. 
                       He de rehacer mi vida. Ya estoy rehaciendo mi vida, mi querida Olivia. 
                       Pero cuesta trabajo. 
                       Pip siempre será el gran amor de mi vida. Siempre vivirá en mi corazón. 
                       Eso no cambiará nunca. Y, aunque mi corazón siga sangrando, he de vivir sin Pip. Eso es algo que he asumido. Aunque me siga doliendo. 

 

FIN

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