Se suponía, como he avisado en mis otros blogs, que iba a estar de vacaciones hasta septiembre.
Sin embargo, debido a mi carácter inquieto, no puedo estarme quieta. De ahí que esté haciendo esta entrada.
Me gustaría compartir con vosotros un fragmento de una de mis novelas favoritas. Se trata de Elisabeth, Emperatriz de Austria-Hungría. Es la biografía que la periodista Ángeles Caso escribió acerca de la Emperatriz Sissi. Tomó como base su supuesto diario personal y contó aspectos reales de su vida. Lo hizo desde una perspectiva más realista y muy alejada de la almibarada versión que nos mostraron las películas que lanzaron a la fama a Romy Scheneider. Por supuesto, tampoco tiene nada que ver con la más todavía azucarada serie de dibujos animados que emitió Antena 3 hace unos cuantos años.
El tono de la novela es más bien amargo, pero muy íntimo. Nos permite conocer a la verdadera Elisabeth de Austria. Una joven de carácter rebelde a la que casaron con un hombre que no amaba y que le fue infiel en diversas ocasiones. Que soportó el desprecio nunca disimulado de su suegra. Que tuvo una infancia desdichada. Que sufrió la traición de sus seres queridos. Que amó, pero que nunca se entregó a los hombres que amó por miedo al escándalo y al pecado. Creyente, pero sin fanatismo. Que fue separada de sus hijos a los que quiso con locura. Que vivió el momento más doloroso de su vida cuando su hijo Rodolfo (futuro heredero al trono) mató a su joven amante María y, después, se suicidó. El momento posterior al entierro de Rodolfo es relatado con tanta crudeza y con tanto dramatismo que es imposible no llorar leyéndolo, sobre todo, cuando Elisabeth se refiere a su condición de madre maldita porque sufrió la pérdida de su hija Sofía cuando ésta tenía apenas dos años. Uno casi puede imaginársela clamando al Cielo por la pérdida de sus hijos, culpándose así misma de la tragedia. Llorando desconsoladamente. Siento, como ella misma define, ese dolor que le raja las entrañas.
El fragmento que quiero compartir con vosotros pertenece al inicio de la novela. Cuando Elisabeth se presenta ante nosotros. Nos podemos hacer una idea de cómo es esta joven alegre y soñadora, con un punto de rebeldía. Una mujer que vivió en una época que no le correspondió. Que supo mantenerse fuerte ante el último día de su vida, a pesar del dolor que arrastraba tras de sí.
Yo he oído campanillear los árboles del bosque a mi paso, las grullas me han llevado hasta las tierras pardas del sur, y he visto danzar a las hadas.
Retrato de la verdadera Emperatriz Elisabeth de Austria.
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